Santiago González

CARTA DEL DIRECTOR

Santiago González

Director de El Día de Valladolid


La Plaza Mayor marca el pulso a la vida de la ciudad

01/05/2022

Hay lugares que congregan a las personas cuando llegan los momentos señalados, cuando hay que celebrar algo o cuando uno quiere tomar el pulso a la sociedad en la que habita. La plaza mayor es un elemento clásico de innumerables pueblos y ciudades españolas y Valladolid no es una excepción. Se trata de un espacio que a menudo concentra en su entorno los edificios y monumentos más representativos, así como un centro neurálgico para la actividad social. Esta descripción general, que sirve para prácticamente todas las plazas de España, le viene como anillo al dedo a la capital vallisoletana, que cuenta con un espacio de singular belleza que se encuentra ocupado por distintas actividades festivas, musicales, lúdicas, deportivas y comerciales durante más de un 40 por ciento del año. Alrededor de 160 días está ocupada una gran parte de su superficie como escaparate y lugar de reunión de vecinos y visitantes.
 El Ayuntamiento es consciente de que es el lugar más goloso y el escenario más cotizado para cualquier iniciativa y eso lo convierte en un emplazamiento muy demandado, no sólo para el propio consistorio municipal, sino para otros organizadores públicos y privados. Lo mismo sirve para un roto que para un descosido y es que en la Plaza Mayor se celebran desde un torneo de pádel hasta los conciertos de las fiestas patronales, el paso de la procesión general de Semana Santa o el floreciente mercadillo navideño, pasando por la feria del libro. A veces, con este ajetreo casi constante, se echa de menos la posibilidad de admirar sin obstáculos la belleza de una de las plazas más grandes de España, de planta rectángular y proporción sisquilátera (3x2), y cuya influencia marcó las construidas posteriormente en Salamanca y Madrid. La recuperación en las últimas décadas de su homogeneidad original con el color rojo de todas las fachadas la hace espectacular con la iluminación nocturna y particularmente atractiva con la escultura central al repoblador de la ciudad, el conde Ansúrez.
Esta 'invasión' de la Plaza Mayor tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como casi todo en la vida, por ello siempre hay que buscar un equilibrio que permita seguir acogiendo en su espacio las actividades con mayor aforo o dirigidas a un público general, sin que impida el paseo y disfrute de vecinos y visitantes en un lugar de encuentro muy concurrido siempre por la monumentalidad de su entorno y su carácter comercial. En estos momentos, el Ayuntamiento no dispone de un reglamento  que marque las condiciones o particularidades que deban cumplir tanto empresas y organizaciones privadas como entidades públicas que pretendan el uso de la plaza para cualquier actividad o evento puntual. De momento, no ha existido conflicto de intereses, aunque algunos roces ha habido, y ya hace unos años surgió la polémica con el montaje de un graderío gigante para un torneo deportivo del World Padel Tour. A pesar de ello, sería bueno plantearse la aprobación de unas normas que rijan el uso de este atractivo espacio, lo que a la larga evitaría encontronazos innecesarios o críticas políticas y ciudadanas.
De cualquier modo, la elevada ocupación de la Plaza Mayor y la diversidad de actividades que acoge es muestra del gran dinamismo social, cultural y musical existente en Valladolid, una ciudad donde se generan eventos casi a lo largo de todo el año con el objetivo de fomentar la participación vecinal y de atraer visitantes de la capital madrileña y de muchas otras provincias del entorno. Casi la mitad del año te puedes encontrar escenarios, gradas, expositores o carruseles en este centro neurálgico, sin embargo durante cuatro meses, especialmente los de verano, es un gusto sentarse en uno de esos cafés centenarios o modernos y admirar la amplitud de un espacio que a veces se queda pequeño. Hay que cuidarla y tratar de guardar ese equilibrio que permita un poco de cada.