Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Las risas de ‘Txapote’

03/09/2022

Hace solo una semana que EH Bildu daba su último apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez, durante la votación del decreto de ahorro energético, y el Ministerio del Interior ya ha ejecutado otra de sus operaciones de acercamiento de reclusos etarras, quizá una de las de mayor calado, trasladando a centros penitenciarios vascos a dos líderes históricos de la banda como 'Txapote' y Henri Parot.
Será pura casualidad, pero da mucho que pensar que estos movimientos se hagan tras un verano en el que la formación abertzale se ha mostrado especialmente cercana con el PSOE en el Congreso de los Diputados, ya que antes, en julio, ya respaldó la aprobación de la Ley de Memoria Democrática.
Nadie lo reconoce pero suena a un quid pro quo de manual, una práctica tan antigua como este latinajo que llega hasta nuestros días para resumir el acuerdo soterrado que, sí o sí, tienen que tener Pedro Sánchez y Otegi: «Yo te apoyo en las malas y Marlaska lleva a las cárceles de Euskadi a nuestros gudaris», que es como llamaba el independentismo vasco a los miembros activos de la banda, esos que se dedicaron a poner bombas y a pegar tiros en la nuca; asesinos era el término.
Una indecencia por mucho que haga ya once años del abandono de las armas de ETA, por mucho que la banda terrorista lleve cuatro años disuelta. Ya está bastante feo que PP y PSOE lleven décadas pagando con mayores y mejores inversiones a catalanes y vascos a cambio de los votos de sus diputados, pero  resulta indecente que se esté aceptando este mercadeo con la memoria de todo un país.
Cómo olvidar que Parot ordenó atentar contra el casa-cuartel de Zaragoza, donde se dejaron la vida once personas, cinco de ellas niñas.
Cómo olvidar que Francisco Javier García Gaztelu –'Txapote', de ocho apellidos vascos, más bien nada– disparó en la cabeza a sangre fría a Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica Herzog y Fernando Buesa, y que secuestró y mató sin piedad a Miguel Ángel Blanco.
Y cómo olvidar sus risas durante los juicios. Desafiante, sin un ápice de arrepentimiento, despreciando la memoria de sus víctimas y pisoteando el alma de sus familias. Un ruin asesino que ahora estará cerca de casa, a unos años de recuperar la libertad y pasear entre sus vecinos con el halo de héroe de una lucha perdida pero que se llevó 853 vidas inocentes.