Cafés, tapas, vinos y... comida de toda la vida

M.B
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José Antonio Álvarez y Margarita González regentan el BarLladolid, en el barrio Arturo Eyries, conocido por su nombre, sus callos y su cocido, entre otros platos

Hortensia Velaz Crespo, en la cocina del BarLladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Callos, cocido, ensaladilla rusa, sardinas, rabas de calamar, chipirones, tortillas de patatas, arroces... en el BarLladolid la comida es la de toda la vida, casera, y de mercado, con, como dejan claro, el producto de primera calidad. El establecimiento lleva 26 años abierto en la avenida Medina del Campo, 13, en pleno barrio de Arturo Eyries. Allí subió por primera vez las persianas una Semana Santa de 1996 de la mano de José Antonio Álvarez: «No vengo de la hostelería pero conocía el local porque vivía en la zona. Siempre que pasaba por él me llamaba la atención las posibilidades que contaba para una amplia terraza, así que junto a un socio me decidí y abrimos».

El nombre, con clara referencia a Valladolid, «se parió», como bromea, en una agencia de publicidad de Madrid, donde trabajaba Vicente, hermano de José Antonio: «Nos trajo 3-4 opciones y elegimos este, que nos parece muy comercial y que es fácil de recordar. Si llamas a un taxi y les dices que te recojan o lleven al BarLladolid, todos saben dónde es. Incluso hemos salido en varios programas de radio por la originalidad del nombre».

En sus primeros años, fueron más una cafetería, con desayunos, raciones, tapas en el vermú, copas y vinos?: «Hacíamos un poco de todo». Y, poco a poco, fueron evolucionando, ampliando carta, introduciendo los arroces y el cocido, indispensable en la ruta vallisoletana y que volverá a la mesa todos los jueves a partir de octubre: «El año pasado estaba a 14 euros, pero es probable que tengamos que subirlo algo por el aumento de todas las materias».

Desde 2014, ya lo llevan solos José Antonio y su mujer, Margarita González. Ahora con Hortensia Velaz Crespo en la cocina. «Una cocinera de las de toda la vida», recalcan.

Sin menú diario, su carta es de sobra reconocible por todos los que frecuentan el local. Con sus especialidades: sardinas, rabas, chipirones, gambas al ajillo, huevos rotos y callos... estos, por 7 euros la ración, con un par de secretos que no revelan a nadie: «La receta viene de mi pueblo, Mayorga. Allí estaba el restaurante Sol ySombra, donde se servían los mejores callos de Valladolid. La madre de Marga nos adaptó la receta para nosotros».

Pulpo, pinchos, tostas, tortillas, arroces para llevar... «Hablamos de cocina tradicional, de una carta corta, con algún pescado, con carnes, como entrecot; que se aumenta con algún fuera de carta los fines de semana. De hecho, este último tuvimos berberechos y almejas, y se agotaron en una hora», apuntan.

En fiestas siguen siendo de los que mantienen caseta, aunque un poco fuera de los estándares del resto de las de la ciudad, principalmente por su ubicación y porque la usan para hacer productos a la brasa.

Abierto todos los días del año, menos los domingos, de nueve de la mañana a cierre; cuenta con un pequeño comedor para unos 20 comensales y una amplia terraza para otros 60.

Su ubicación les beneficia y les perjudica. Lo segundo porque para ir al BarLladolid hay que ex profeso, «ya que estamos un poco aislados. Si hubiera más locales, vendría más gente». Lo primero les da clientes del centro de salud, de un cercano hotel y de los eventos que se realizan en el polideportivo Pisuerga, como deporte o música: «Esos días trabajamos muy bien». De hecho, estos últimos años han preparado las bolsas de cátering del Real Valladolid Baloncesto, algo que esperan seguir haciendo esta temporada. 

«Nos conocen por el nombre... por los callos, el cocido y por esa comida de toda la vida».