Humo, disparos y sirenas. Así terminó la aventura de Antonio

A.G.M.
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Los GEO entraron por la fuerza en el piso del octogenario atrincherado en Las Delicias y usaron botes de humo para despistarle en la terraza, pero él les recibió a tiros. "¡Tira el arma!" le gritaron antes de herirle en un brazo para reducirle

Un hombre se atrinchera en su piso de Las Delicias tras efectuar varios disparos. - Foto: J. C. Castillo

La aventura de José Antonio se prolongó durante algo más de cuatro horas. Los disparos que llevaron a la Policía hasta su puerta se repitieron durante el asedio al que fue sometido y en el que no dio su brazo a torcer en ningún momento. El negociador y un familiar claudicaron después de innumerables intentos, algunos inmortalizados por los vídeos de los vecinos, para que abriese la puerta y depusiese su actitud.

Pero no había forma. Era una operación para los GEO, que se desplazaban de urgencia desde Madrid para devolver a este octogenario a la realidad y poner freno a su peligrosa deriva.

La sábana que, atada a una cuerda, subía y bajaba desde el sexto, la escopeta siempre en ristre y su imagen, canoso y parapetado tras una mascarilla, se convertía en la fotografía del día en Valladolid; también las de los especialistas de la UIP y luego los del GEO entrando en fila india al portal. Sus vecinos de la calle Embajadores no salían de su asombro ante un espectáculo de película que acabó entre aplausos a la Policía. Dicen que no era el vecino del año, que le habían denunciado en innumerables ocasiones y que era habitual verle con sus escopetas arriba y abajo.

Momento en que, entre el humo, acceden los GEO a la terraza.Momento en que, entre el humo, acceden los GEO a la terraza. - Foto: J. C. Castillo

Los GEO tuvieron que hacerle entrar en razón por las malas. Accedieron por la fuerza al sexto piso del número 42-44 de la calle Embajadores y utilizaron botes de humo para tratar de despistarle, pero él les recibió a tiros desde esa trinchera en que se había convertido su terraza, por lo que los policías tuvieron que dispararle en un brazo no sin antes gritar en repetidas ocasiones "¡tira el arma!", tal como recogen los vídeos de varios vecinos. Finalmente, una detonación precedió a otros gritos de los agentes: ¡Médico, médico!".

Las sirenas de las ambulancias presagiaban el final de la aventura de José Antonio, que se vivió en una camilla, en una ambulancia, en una habitación del Clínico... detenido tras cuatro horas de sinrazón.