Con los ojos puestos en Andalucía

Pilar Cernuda
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Los cercanos comicios autonómicos, aún pendientes de fecha, marcarán el futuro de todas las formaciones y darán una pista clara sobre cómo se configurará el próximo Gobierno de España y quién será su presidente

El ‘popular’ anunciará en breve cuándo llamará a las urnas. - Foto: Álex Zea (Europa Press)

Faltan días, quizá horas, para que Juanma Moreno decida convocar las elecciones autonómicas andaluzas. Las adelantaría solo unos meses, pues correspondería celebrarlas en diciembre, pero los presidentes de gobiernos regionales con frecuencia eligen el momento que les es más propicio. Bien cuando coincide con una época especialmente positiva en su gestión, o bien cuando se evidencia el inicio de un período negro, cuando consideran que es mejor anticiparlas para impedir un mayor deterioro de la situación. 

El adelanto, que se considera seguro, ya se veía venir. Hacía tiempo que en los círculos políticos se daba por hecho que los comicios andaluces se celebrarían antes del verano. El estatuto recoge que los plazos de la convocatoria pueden acomodarse para que la fecha electoral no coincida con los meses de julio y agosto, lo que da pie a que también desde hace tiempo se marque junio en el calendario que supuestamente está manejando Juanma Moreno. 

Estos días, en el sevillano Palacio de San Telmo, se rumorea que la convocatoria oficial está al caer y se manejan varios domingos que no coincidan con la Feria de Sevilla o el Rocío, acontecimientos que convocan a docenas de miles de andaluces que no renuncian a sus tradiciones. Tan es así que, ante la reducción de fechas hábiles, se especula incluso con la posibilidad de que el presidente de la Junta se plantee celebrar la cita en las urnas en día laborable.

En el PP y el PSOE hace tiempo que dieron los pasos previos a los preparativos, con Moreno y Juan Espadas poniendo a punto sus equipos electorales. En Podemos se ha producido un largo debate para intentar presentar un candidato único a unas primarias que representen a toda la izquierda, y el diputado por Cádiz, Juan Antonio Delgado, se perfila como el político que suma más adhesiones. En Ciudadanos, con Juan Marín a la cabeza, hay dudas sobre las posibilidades de presentar una candidatura única con los populares, mientras en las sedes nacional y andaluza del PP analizan cuál es la fórmula con la que conseguirían mayor número de parlamentarios. 

Curioso, por cierto, que si efectivamente Delgado se convierte en el candidato de Podemos, serían cuatro los Juan que aparecerían en los carteles electorales. 

Dudas en Vox

En Vox se daba por seguro que Macarena Olona sería la candidata, pero ahora hay discrepancias. Algunos dirigentes consideran que Olona es una persona de peso en el grupo parlamentario del Congreso, con importante proyección nacional, y que supondría una pérdida dedicarla a la política autonómica. Alguna fuente, sin embargo, ofrece otra versión: las primeras aproximaciones de Olona a Andalucía como posible aspirante no han tenido el efecto deseado: no es tan conocida como se pensaba, y además ha cometido algún error de bulto en su percepción de la realidad en la región. En cualquier caso, se acorta el tiempo de las especulaciones: se espera que Moreno anuncie en pocos días la fecha electoral... y después se desvelarán los nombres de los cabezas de cartel.

La cita marcará el futuro de los partidos y dará una pista clara sobre cómo se configurará el futuro Gobierno de España y quién será su presidente. Es impensable que alguien pueda ganar las elecciones generales si no consigue un buen resultado en Andalucía. Y aunque los comicios que están a punto de convocarse son regionales, marcarán una tendencia que se reflejará en las Presidenciales que tendrían que celebrarse a finales del 2023. 

Por eso, en el PP estudian con papel y lápiz los resultados que se pueden tener en cada provincia con y sin Ciudadanos, si mejor en lista única o los dos partidos por separado. Desde el PSOE no ocultan su preocupación por la falta de empuje de Juan Espadas, del que creían que tenía un buen nivel de conocimiento entre la población andaluza, más allá de Sevilla. Y por eso, en Vox se encuentran ahora más cautos respecto a la conveniencia de seguir adelante con Macarena Olona o buscar otro candidato. En Podemos, cuando se encuentra a alguien dispuesto a sincerarse, reconoce que no pintan bien las cosas: su declive es evidente, la formación se ha dividido y subdividido, y no es fácil repetir el resultado anterior.

El efecto Feijóo

En lo que ocurra en esa cita electoral tendrá una influencia decisiva el papel de los partidos y el comportamiento de los dirigentes nacionales respecto a los problemas que hoy preocupan más a los ciudadanos.

Para Espadas, determinadas decisiones tomadas últimamente por Pedro Sánchez le pueden restar votos, sobre todo en todo lo relacionado con la economía, el rechazo a bajar impuestos, el incremento generalizado de los precios y del recibo de la luz, así como las dificultades para acceder a ayudas sociales anunciadas a bombo y platillo. Importan menos asuntos como las relaciones internacionales -no tendrá incidencia electoral la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid-, tampoco la coalición con Podemos o la actitud ante el independentismo, asuntos ya asumidos. Como tampoco tendrán incidencia las ya eternas polémicas sobre la designación de jueces afines para renovar el Consejo General del Poder Judicial, o utilizar la fiscalía a conveniencia.

El PP andaluz, sin embargo, vive momentos más optimistas. Por la gestión de Moreno, porque el PP nacional está en alza tras la elección de Feijóo como nuevo presidente y porque el gallego ha presentado un programa económico que demuestra que tenía proyecto y, además, que ha tenido una buena aceptación entre la mayoría de los profesionales. Los socialistas tratan de desprestigiar a los conservadores con la acusación permanente de corrupción y también por su pacto de gobierno con Vox. 

Feijóo no entra en esa polémica. Moreno ha dicho públicamente que apoya al Ejecutivo de Fernández Mañueco y culpa al PSOE de no haberle permitido gobernar en solitario; repite que está convencido de que puede lograr un resultado con el que pueda mandar sin lastres y pide a los andaluces que le voten para que sea así.

¿Y Vox? Vivía un momento dulce hasta hace unas semanas, pero la elección de Feijóo ha afectado a sus pronóstico de futuro. En las últimas semanas se advierte un acercamiento hacia el PP de exmilitantes que se pasaron al partido de Abascal, aunque todavía no es un número preocupante para ellos. Pero podría serlo si en Castilla y León, donde gobiernan ya por primera vez, en lugar de gestionar buscando lo mejor para los castellanoleoneses, se inclinaran por defender sus políticas más radicales, aquellas que han estigmatizado su nombre.

Se aproxima por tanto un nuevo período electoral que movilizará a los españoles. No solo a los andaluces, lo que ocurra en esa comunidad se mirará con preocupación en unos casos y con esperanza en otros. Nadie duda que Moreno ganará los comicios, pero la incógnita está en saber si podrá gobernar en solitario; nadie duda que vencerá el PP, pero es clave saber si se notará en Andalucía, o no, el efecto Feijóo. 

Porque será su primera cita en las urnas como líder nacional. La primera oportunidad para comprobar si en la región más poblada de España, la que aporta mayor número de diputados al Congreso, confían en una formación que cuenta ahora con un dirigente que aspira a convertirse en el presidente de España.