Hablando de brasas y de rugby en Zaratán

M.B
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Olga Lubiano y Tomás Serna abren las puertas de la cocina de 'La cena de los Idiotas', una apuesta por la cocina tradicional y las carnes a la parrilla

Olga Lubiano, en la cocina de La Cena de los Idiotas. - Foto: J.T.

Tiene nombre de película, La Cena de los Idiotas, aunque realmente se eligió por uno de esos muchos grupos de WhatsApp que se crean entre amigos y al final se perpetúan. Tiene mucha vinculación al mundo del rugby, y más concretamente al VRAC, por aquello de que sus primeros dueños son jugadores o exjugadores y técnicos de la base; y los actuales tienen a su hijo integrado en su cantera. Y se encuentra en una localidad,Zaratán, que históricamente está creciendo en cuanto a habitantes y que se sitúa a unos quince minutos de la Plaza Mayor de la capital.

La terraza gastrobar, porque nació con esos adjetivos, La Cena de los Idiotas aún no ha llegado al año de vida, aunque su ubicación, en la calle Corral de la Copera, es conocida porque allí se encontraba hasta hace no mucho La Zarzamora.

El pasado junio cambió de nombre y de dueños, y se pusieron al frente tres amigos del rugby o tres amigos en general. De ellos y con ellos surgió la idea de que fuese Olga Lubiano y Tomás Serna los que cogiesen las riendas del timón. El matrimonio buscaba un local en Zaratán, había mirado varios y se acabaron por decantar por éste, por su terraza, su parrilla, sus posibilidad y la amistad, por aquello del rugby, con los tres amigos que habían dado ese primer paso.

Olga se encarga de la cocina. Lleva muchos años en los fogones, mitad autodidacta y mitad sapiencia de su madre, Milagros, y de su suegra, Tomasa. De hecho, uno de sus platos estrella son los callos de la abuela... precisamente por Tomasa:«La verdad es que gustan mucho».

Su cocina es de toda la vida, la tradicional, la del guiso lento... aunque en La Cena de los Idiotas, la apuesta es por la parrilla y las brasas... «la terraza está abierta todo el año, pero lo normal es que empiece a funcionar mucho más cuando ya haga bueno. Ahora es complicado con el frío». Por eso tienen un proyecto para cerrarla en parte y poder trabajar con ella todo el año. Tomás lleva toda la vida en el hostelería, desde el Bar Germán hasta el Monasterio, pasando por un par de negocios más en Arroyo y en Urueña.

Ahora han arrancado éste en Zaratán por las ganas de ambos de volver a un mundo que conocen, pero con la idea de trabajar la cocina y la parrilla, de la manera más tradicional. «¿Por qué no os lo quedáis vosotros?», casi fue la invitación para arrancar. Y aquí están los dos: «Nuestro hijo, Hugo, aunque le conocen como Boni, juega en el VRAC y nos conocemos todos».

Así que el pincho de lechazo y de pollo, el churrasco, el chuletón, el lagarto, el chorizo o las costillas son parte de la oferta a la brasa; con el calamar salvaje, a la plancha o la romana; el pulpo a la brasa; las croquetas, «de todo, cada semana de algo diferente»; ensaladas o una hamburguesa de carne con pistachos como añadidos a una carta que se amplía con encargos, siempre para mínimo 4 personas, como cocidos, guisos o el arroz con bogavante, con una oferta en este caso de entrantes, arroz, vino, postre y café por 30 euros/persona. «Y los callos de la abuela y unas patatas idiotas, con base de patata panadera, alioli y langostinos al ajillo», apunta Olga mientras prepara una tapa de esos callos.

El producto es básico y ellos han 'tirado' de conocidos, como Carnicería J. de las Heras y T. Marcos, vinculados al VRAC, para sus hamburguesas y el producto de la brasa: «De comprarle a alguien, mejor al que uno conoce». Igual que con el queso, de Miguel Pérez, expresidente también del VRAC, y de su La Quesera de Rueda.

Abren los miércoles al mediodía, de jueves a sábado para comidas y cenas, y el domingo para las comidas; y cuenta con una terraza a la entrada con un par de mesas y una interior, pero abierta, para más de una veintena de comensales. Además, se han apuntado al Juernes de Zaratán, ofreciendo un montadito de calamares, por 1 euro más de la consumición.

'Aquí nadie es perfecto; todos cometemos errores. Hace falta ser idiotas pa'aprender a ser mejores' reza en una de sus paredes. Es heredado, pero ahí sigue. La Cena de los Idiotas, hablando de rugby, brasas y comida en Zaratán.