Sara: 28 años a la madre y prisión permanente para Roberto

A.G.M.
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La Audiencia Provincial de Valladolid impone, además, una pena de 22 años de cárcel para el autor material de la violación y asesinato de la niña de 4 años. Davinia es condenada por delitos de asesinato y maltrato, al no proteger a su hija

Sara: 27 años a la madre y prisión permanente para Roberto

La Audiencia Provincial de Valladolid ha emitido la sentencia del caso Sara, en la que impone la pena de prisión permanente revisable para Roberto H.H., además, una pena de 22 años de cárcel para el autor material de la violación y asesinato de la niña de 4 años. Es el primer condenado a esta pena en Castilla y León. La madre ha sido condenada a 27 años y once meses, de acuerdo con el veredicto del jurado popular que solo consideraba al exnovio culpable de la agresión sexual.

En concreto, el fallo impone a Roberto H.H. la medida de prisión permanente revisable como autor de un asesinato con alevosía y ensañamiento, a lo que se suman esos 22 años por cuatro delitos de maltrato a persona especialmente vulnerable, uno de maltrato habitual y uno de agresión sexual a menor de 16 de años, a lo que el tribunal le aplica el agravante de odio por el origen rumano de la niña.

Por su parte, Davinia M.G. ha sido condenada a casi 28 años, 25 como autora por comisión por omisión (por no hacer nada por evitarlo) del delito de asesinato, si bien aquí se aplica la agravante de la alevosía pero no del ensañamiento; y dos años y once meses más (también como autora por comisión por omisión) por tres delitos de maltrato con lesiones y uno de maltrato habitual. En todos ellos, la Sala aplica las atenuantes de obcecación y confesión que fueron apreciadas por el jurado popular.

El magistrado-presidente no priva de la patria potestad ni de la prohibición de comunicación de la condenada respecto de su otra hija, ya que aplica la jurisprudencia del Tribunal Supremo que exigiría para ello que su otra hija hubiera sufrido los hechos o presenciado los mismos, circunstancia no acreditada. 

Además, la sentencia, recoge que Roberto y Davinia deberán indemnizar de manera conjunta al padre de la menor con 85.000 euros y a la hermana de la menor con 70.000 euros.

TESIS DE LA FISCALÍA

La condena impuesta coincide a grandes rasgos con la petición final de la fiscal del caso, ya que las acusaciones populares, Clara Campoamor y Adavasymt, habían mantenido su petición de prisión permanente revisable no sólo para Roberto sino también para Davinia, mientras que la acusadora pública había modificado para excluir a la madre de tal modalidad de pena y solicitar para ella veintisiete años y once meses de cárcel. En el lado opuesto, las defensas, que inicialmente pedían la absolución, se habían limitado a demandar del magistrado presidente la imposición de las penas mínimas, según informa Europa Press.

El veredicto pone el punto y seguido -el fallo, con toda seguridad, será recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia- al juicio con jurado más largo de los celebrados hasta ahora en la historia judicial vallisoletana que se inició el pasado día 25 de abril y que en algunas fases, como el día de la pericial forense, se ha celebrado a puerta cerrada debido a la crudeza de las fotografías de la autopsia de la pequeña.

El origen del trágico desenlace de Sara se remonta a la relación de noviazgo que su madre Davinia inició a mediados de mayo de 2017, cuando aún ella seguía conviviendo en el domicilio familiar con su pareja y padre biológico de la pequeña, y casualmente, como así han venido a coincidir todas las acusaciones, a partir de ahí la víctima, de forma sospechosa, comenzó a padecer todo tipo de lesiones, golpes y hasta alguna quemadura.

PROTOCOLO DE MALOS TRATOS

No fue hasta el día 11 de julio cuando la madre, una militar destinada en el Palacio Real de Valladolid, decidió llevar a la pequeña al Servicio de Pediatría del Hospital Campo Grande para ser atendida de un fuerte hematoma en los labios y allí los facultativos, alertados por la cantidad de lesiones hallados en todo el cuerpo de Sara, activaron el protocolo de malos tratos. "Tenía el culete, literalmente, cosido a hematomas", dijo gráficamente en el juicio una médico que la atendió.

Sin embargo, los Servicios Sociales de la Junta no recibieron el encargo de Fiscalía de iniciar una investigación, por correo ordinario, hasta el día 25 del mismo mes, casi quince días después.

La entrevista que los funcionarios de la Junta mantuvieron al día siguiente con Davinia y las niñas ya les hizo sospechar, si bien no lograron volver a mantener encuentros con ellas debido a las largas dadas por la madre y ni siquiera consiguieron que los días 28 de julio y 1 de agosto les franqueara la puerta del domicilio.

Para cuando el día 2 de agosto las técnicos de los Servicios Sociales llamaron a Davinia por teléfono para comunicarle que se hacían cargo de la tutela de Sara, ya era tarde. Al otro lado del teléfono la madre les advirtió entonces de que su hija yacía intubada, en muerte cerebral, en la UCI pediátrica del Clínico Universitario, donde falleció al día siguiente a causa de un traumatismo craneoencefálico sufrido fruto del posible zarandeo y golpeo de la cabeza de la niña con una superficie roma.

La autopsia practicada objetivó ya entonces una multiplicidad de lesiones, características del denominado 'síndrome del niño apaleado', con moratones de distinta evolución por todo el cuerpo que, según determinaron los forenses, no eran accidentales, así como evidentes muestras de haber sufrido una violación anal y vaginal, no consumada del todo debido a la constitución anatómica de la víctima.

Junto a los indicios de la autoría por parte de Roberto, las acusaciones añadieron los whatsapp intercambiados entre los acusados reveladores de la "obsesión" que él tenía por la víctima ("Sara es mía" o "la voy a comer el culete"); su oposición a que fuera atendida por médicos, el "temor" que infundía el acusado a Sara o la "extrema tristeza" que ésta mostraba en las últimas fotos antes de morir, coincidiendo con la entrada de su presunto verdugo en la vida de la madre.

RESTOS DE ROBERTO EN LAS UÑAS DE LA NIÑA

Como vestigios objetivos de la culpabilidad de Roberto, las acusaciones enumeraron en el juicio el hecho de que era el único adulto que había en la casa, el mechón del pelo de Sara hallado en el pantalón corto que el acusado usaba a modo de pijama y, sobre todo, los restos biológicos encontrados bajo las uñas de la niña, prueba más que evidente de que ésta trató de defenderse sin éxito, si bien esa lucha quedó también reflejada en forma de arañazos en las manos y antebrazos del presunto autor del crimen.

Entre los móviles del crimen figura el odio que, presuntamente, Roberto sentía hacia las personas de origen rumano--era simpatizante del grupo neonazi Juventud Nacional Revolucionaria--, de ahí el término despectivo de "rumanilla" con el que éste se dirigía a la niña.

En cuanto a la propia madre, los acusadores, a excepción de la letrada del padre biológico, se mostraron contundentes al afirmar, en palabras de la fiscal, que "conocía y consentía" los malos tratos sufridos por la pequeña y pese a ello "dio prioridad absoluta a su relación de pareja, antepuso su interés egoísta y jugó a la ruleta rusa con su hija".