Productos kilómetro 0 en el Canal de Castilla

M.B.
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César Garrote nos abre las puertas de Costa del Piñón, un lugar para degustar el pincho de lechazo en Valladolid capital

César Garrote, en Costa del Piñón. - Foto: Jonathan Tajes

Hace años, muchos, el local donde hoy se sitúa Costa del Piñón fue almacén de carbón para las barcazas de vapor que surcaban el Canal de Castilla. Y de ello da fe alguna imagen que se conserva en lo que hoy es uno de los restaurantes que revitalizan una de las zonas más desconocidas, o conocidas depende de con quién se hable, de Valladolid. Este establecimiento hostelero es un homenaje al producto de proximidad, cercanía o kilómetro 0. Así se lo planteó hace algo más de cinco años César Garrote, de apellido muy vinculado a la hostelería local, y que se hizo con la concesión de este almacén de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) en 2017.

«Siempre he sido un enamorado del Canal de Castilla, donde venía mucho con la bici. Tenía la idea muy clara de lo que quería hacer, con el pincho de lechazo churro a la brasa de sarmiento como principal elemento, con producto de zona, de cercanía», relata César Garrote sobre el inicio de este proyecto. Él empezó en el mundo de la hostelería de la mano de su padre, José Antonio, en La Fragua, y de su hermano, Óscar, con el que estuvo en el Vino Tinto y en La Taberna del Herrero.Además, durante 15 años estuvo al frente del restaurante del Patio Herreriano.

En 2017 logró la concesión de este local de la CHD y tras una pequeña reforma abrió Costa del Piñón, «con la idea de rescatar el concepto industrial adaptado a la hostelería en un entorno maravilloso».

Pincho de lechazo en Costa del Piñón.Pincho de lechazo en Costa del Piñón. - Foto: Jonathan TajesSu producto estrella es el pincho de lechazo, «de la zona», churro hecho a la brasa de sarmiento, «de nuestro amigo Iván, de la bodega Dehesa de los Canónigos». Y entorno a ese plato está confeccionada una sencilla pero coqueta carta, con pinchos de pollo, secreto ibérico y costillar ibérico, como carnes; y bacalao a la brasa, como pescado, a la parrilla (han tenido atún rojo en temporada). Chorizo de Traspinedo, morcilla de Zaratán, pulpo, calamar del Cantábrico, ensalada, verduras... completan la oferta. Aunque la brasa es su principal referencia, tienen también cocina, donde preparan el resto de platos: «También tenemos algún pescado, de La Alondra, por encargo». 

A su lado, los vinos, muy vinculados a la familia Garrote: «Aunque tenemos de fuera de la Comunidad, la idea es que sean de aquí y tengan relaciones personales con nosotros». Así, en la entrada a este restaurante en la nave 6 de la Avenida Gijón, 30, se encuentran una decena de lámparas, creadas a partir de cajas de vinos «de amigos».

Al frente de la parrilla están Hugo yAlberto, que se formaron bajo el amparo de Edesio, uno de los parrilleros de Traspinedo y que en los primeros años del local estuvo a los mandos del fuego. Además cuentan con un equipo de tres personas más en cocina y otros cinco en barra y atención de las mesas.

«El secreto del pincho es el producto, que sea lechazo churro de verdad de la zona. Y hacerlo al sarmiento, de la Ribera del Duero», señalan. Sobre las 13.00 horas arrancan el fuego y a partir de las dos menos cuarto ya se pueden empezar a degustar los manjares: «En 15-20 minutos están listos para comer».

Con una capacidad interior para unas 80 personas, la terraza le permite duplicar el aforo con el buen tiempo y comer en un espacio natural, a la vera del Canal de Castilla. Abre todos los días de la semana, menos los lunes (y domingo y martes por la tarde, que también cierran). Aunque no trabajan el menú de día, pueden hacer algunos por encargo o grupos: «El precio medio, si no te pasas, rondará los 30 euros».

Su clientela es de perfil negocio entre semana y más familiar los festivos y fines de semana, gracias a una ubicación muy buena para pasar la tarde: «Además de tener buen aparcamiento». Costa del Piñón, gastronomía local y paisaje asegurado.