La mirada fotográfica de Cánovas llega al Patio Herreriano

D.V.
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La muestra, que reúne 85 imágenes de cinco series de las cuatro últimas décadas, permanecerá abierta al público en el museo vallisoletano hasta el próximo 12 de junio

El fotógrafo Carlos Cánovas

La irrupción de la naturaleza en un entorno urbano, la tensión por la supervivencia y la lucha por abrirse camino son algunos de los temas sobre los que ha pivotado desde hace más de cuatro décadas parte de la obra del fotógrafo pamplonés Carlos Cánovas. Cinco de las series en las que ha trabajado desde comienzos de los 80 quedan ahora sintetizadas en las 85 imágenes (la mitad de ellas inéditas hasta el momento) que conforman la exposición 'Plantas y circunstancias', que hasta el próximo 12 de junio puede contemplarse en las salas 1 y 2 del Museo Patio Herreriano.

El artista presentó hoy su obra en Valladolid, acompañado por el director del centro, Javier Hontoria, quien señaló que Cánovas es "una de las figuras esenciales para comprender la deriva de la fotografía de España en las últimas décadas". "Desde una perspectiva muy singular, siempre atento a cuestiones periféricas, ha sido uno de los grandes documentalistas de la ciudad, ciñéndose en su trabajo a pequeños lugares e historias menores", explicó Hontoria, que adelantó que la próxima primavera, para celebrar el 20 aniversario del Museo, organizarán una gran antológica de fotografía española entre los años 50 y 80, donde también podrá verse otra parte del trabajo de Cánovas.

En declaraciones recogidas por Ical, el artista agradeció la oportunidad de poder organizar una exposición sobre un tema "algo olvidado" dentro de su propia trayectoria, no por él sino por cuantos han mostrado interés en su obra. Según expuso, cuando en 1980 comenzó a hacer las fotos con las que abrió su serie 'Dolientes', la primera en la que se aproximó a este tema, "fotografiar plantas como naturalezas muertas o bodegones era lo habitual", si bien él abordó el proyecto con un enfoque que era en sí mismo "una rareza temática", ya que buscaba "disolver en una estética las circunstancias concretas de esas plantas". 

En su presentación a los medios, Cánovas reconoció que existen "muchos antecedentes" que él tenía en la cabeza antes de iniciar su proyecto, entre los cuales destacó la experimentación con polígrafos sobre la sensibilidad de las plantas que inició Cleve Backster en los sesenta, o el trabajo del botánico Stefano Mancuso, pionero en el estudio de la neurobiología vegetal y defensor de la inteligencia de las plantas. "Hoy cobra más importancia en el debate social el Antropoceno y nuestra relación con la naturaleza, pero en los 80 no era algo habitual", señaló.

Un trabajo inconcluso

En su exposición, el fotógrafo detallo los objetivos o enfoques que perseguía con cada una de las series que ahora ha recuperado para esta muestra (todas ellas inconclusas, según explicó, ya que las sigue ampliando con nuevas imágenes siempre que tiene ocasión). Así, en 'Dolientes' buscaba mostrar "un reflejo de esas desgracias minúsculas que no tienen ninguna significación, salvo si consideramos el tema como una posible proyección de nosotros mismos". "Mirar una planta es hacerla gravitar en el universo humano", sentenció antes de aclarar que "en todas las series, sobre todo en la primera", ha tenido la "sensación" de que son las plantas quienes le han encontrado a él y no al revés; "siempre he sentido la llamada del tema", apuntó.

La segunda de las series, 'Para una pared', arrancó a mediados de los 80 cuando empezó a "variar el punto de mira" y a plantearse "otras consideraciones". "Me interesaban esas plantas efímeras, minúsculas, 'feas', pobres, que están en la base de una tapia, junto a una pared, que mañana no estarán pero en su lugar habrá otras. Se trataba de fijar en la memoria un pequeño lapso de tiempo, sin fecha ni hora, y la serie evolucionó más y más hacia lo abstracto y el grafismo, con el relato individual perdiendo importancia en favor del conjunto". 

La siguiente serie, que como las dos anteriores también se puede admirar parcialmente en la Sala 1 del MPH, es 'Vida secreta', iniciada en 2004 recogiendo la el "importante cambio tecnológico" que experimentó en esos años el medio fotográfic, al pasar de forma súbita de lo químico a lo digital. 'Vida secreta' "intenta contar, desde una perspectiva poética, que las plantas pueden mostrar el mal trato que nuestra civilización les puede dispensar, pero también que pueden ser felices en un momento determinado. Pasan de una función ornamental a una función mnémica, de recordatorio", señaló.

Ya en la Sala 2, en la primera planta del museo, conviven dos series contrapuestas, 'Paisajes recónditos', que tiene su núcleo fundamental entre mediados de los 80 y los 90, y 'Naturaleza y control'. En la primera rescata "lugares ocultos de su ciudad, Pamplona, que califica como "una especie de escenarios para un cierto reposo", para mirar cuando no está trabajando en lo urbano, "un material que exige cierta tensión" frente al cual la naturaleza ofrece "un refugio". Esa serie, donde irrumpe "una naturaleza cuando no está controlada y es capaz de expandirse y tender hacia el desorden y la entropía", se muestra "por primera vez" en Valladolid.

Y por último, 'Naturaleza y control', íntegramente en color, implica un acercamiento a un concepto denominado en los países anglosajones como 'ropography', que define un "acercamiento a temas irrelevantes, menores, pero con una cierta aproximación a lo que sería la naturaleza muerta o el bodegón". "Se trata de imágenes teatrales, porque cuando el hombre quiere controlar la naturaleza, generalmente lo hace mediante la imposición de formas geométricas", concluyó.