El matricida de La Rondilla degolló a su madre cuando huía

A. G. Mozo
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El cadáver, que presentaba un corte longitudinal en el cuello, fue hallado junto a la puerta del domicilio de la calle Siglo de Oro. La escena del crimen era «dantesca», con «multitud» de manchas de sangre fruto del intento de la víctima por escapar

Un adolescente mata a su madre en una vivienda del barrio de La Rondilla de Valladolid - Foto: Miriam Chacón ICAL

Raúl atacó a su madre con saña y no dudó en asegurarse su muerte. El cadáver de Eva presentaba dos graves lesiones en el pecho y en el cuello –ésta mortal de necesidad–, dentro de la docena de heridas de arma blanca que le provocó su hijo con uno de los cuchillos de cocina de ese piso de la calle Siglo de Oro (ubicado en la zona de XXV Años de Paz, en el barrio de La Rondilla) al que esta mujer de 50 años y su hijo de 16 se habían trasladado recientemente, y donde la mató el pasado 30 de junio. La autopsia debe determinar si la otra cuchillada más grave, la del tórax, también era de carácter mortal, pero de lo que no cabe duda es de que la lesión del cuello sí lo era, ya que el cadáver presentaba un corte longitudinal de lado a lado; la degolló.

Tuvo que ser en el recibidor o muy cerca de él porque fue donde apareció el cuerpo sin vida de la víctima, tendido en el suelo junto a la puerta de la vivienda, después de una desesperada huida por esta pequeña casa convertida en la «dantesca» escena de un violento matricidio, tal como describen fuentes cercanas al caso. El piso, que continúa precintado para que la Policía pueda llevar a cabo una minuciosa inspección y tratar de reconstruir los hechos, presenta «multitud» de manchas de sangre que evidencian que Raúl tuvo que perseguir a la madre por toda la vivienda y que ella debió hacer todo lo posible por escapar hasta que, finalmente, el hijo la alcanzó en el recibidor, donde se cree que tuvo que degollarla.

Fue un ataque «súbito» y «muy violento», de eso no tienen duda las fuentes consultadas por El Día de Valladolid. La versión aportada por el joven lo enmarca en una dura discusión familiar, pero ahora serán los investigadores policiales los que traten de reconstruir lo ocurrido la tarde del jueves 30 de junio en base al análisis de esa docena de heridas de arma blanca que dejó Raúl en el cuerpo de EvaMaría, así como de la composición de la cruenta escena del crimen, confrontado todo ello con la propia declaración de este adolescente que, por el momento, solo ha hablado ante la Fiscalía de Menores.

Análisis de los teléfonos

Otro de los elementos de prueba que serán claves en este caso será el análisis de los teléfonos móviles de la madre y el hijo, sobre todo, el del matricida confeso. Las fuentes consultadas por este periódico apuntan que «no salía de casa» y que estaba «todo el día al móvil», fundamentalmente, hablando con una chica de 14 años (ha cumplido 15 estos días) con la que mantenía una relación que, al parecer, no era aprobada por la madre y que era el origen de discusiones.

Las conversaciones de Whatsapp entre ambos menores se antojan determinantes para conocer si el adolescente había llegado a hablar de la posibilidad de hacer daño a su madre o si había confesado a su novia alguna idea homicida que haga pensar a los investigadores que Raúl tenía planeado el crimen de Eva María y, por tanto, que sería autor de un delito de asesinato y no de homicidio.

Lo que sí se sabe ya es que fue a su amiga barcelonesa a la primera que llamó nada más acabar con la vida de su madre para contarle lo que acababa de hacer, incluso se cree que pudo mostrarle el cadáver con una videollamada, si bien eso no está acreditado aún, a la espera del análisis forense del móvil del menor.

La chica, por su parte, estaba con otra amiga que fue la que dio el paso de avisar al 1-1-2 catalán, que se puso en contacto con el de Castilla y León, que, a su vez, llamó directamente al móvil de Raúl, quien no dudó en confesar lo que acababa de hacer. Lo siguiente fue la entrada a través de una ventana de la Policía Nacional y su arresto sin oponer resistencia. Hizo noche en los calabozos de la comisaría de Las Delicias sin declarar de manera oficial y, al día siguiente, el Juzgado de Menores decretaba para él una medida de internamiento en régimen cerrado en el centro Zambrana.

La fallecida se había divorciado hacía unos años de un matrimonio que dejó dos hijos. Raúl vivía con ella mientras que la hermana lo hacía en Renedo con el padre; al parecer, se había ido trasladado por la mala relación con la madre. Eva y su hijo se habían mudado al piso del crimen hacía poco tiempo, un humilde inmueble del polígono de viviendas de XXV Años de Paz, en La Rondilla. Los vecinos no hablan mal de ellos, aunque sí reconocen haber escuchado alguna discusión que, en todo caso, no se salía de lo habitual en la relación entre un adolescente de 16 años y su madre. En el historial del chaval, no había ni un solo episodio violento.

La investigación indaga ahora sobre los posibles móviles de este violento matricidio. Las primeras pesquisas apuntan a tres tipos de problemas entre ambos: los que debía provocar la oposición de la madre a que siguiera su relación con la chica de Barcelona, los que pudiera tener Raúl con una nueva pareja de Eva y los vinculados con el bajo rendimiento académico del chico y, que, precisamente, se habrían abordado solo unas horas antes del crimen en una reunión en el IES Núñez de Arce en la que se conminó al matricida a valorar su paso a un grado de FP.

Escapada a Barcelona

En la línea de la primera hipótesis aparece una fuga del adolescente a Barcelona para encontrarse con esa chica a la que había conocido a través de redes sociales, escapada a la que no se puso fin hasta que no fueron a por él sus progenitores. Ella, de 14 años hasta hace unos días y también de padres divorciados, devolvió la visita hace solo unas semanas, en el marco de la fiesta de San Juan.

La declaración de la chica será una de las más importantes en este asunto para averiguar su grado de conocimiento de los problemas de Raúl y Eva. Por el momento no se ha producido oficialmente, más allá de unas manifestaciones que la propia joven debió hacer a su madre en el hospital (en el que está ingresada desde el jueves del crimen después de autolesionarse) y que luego la progenitora trasladó a los Mossos d'Esquadra.