Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


De esta no salimos todos

27/01/2021

Aunque la esperanza es lo último que se pierde, lo cierto es que ya nos va quedando menos y, a este paso, como le sucede a la hucha de las pensiones, lo único que vemos son las costuras a punto de estallar. Claro, que tampoco la solución es lanzarnos al consumo desesperado de psicofármacos, cuya venta ha crecido por lo visto una barbaridad. Bien pensado, no es de extrañar, porque los tiempos que corren no dan para ninguna alegría ni algarada, a no ser que seas un descerebrado de esos que participan a cara descubierta en fiestas privadas o se lían en plena calle a pedradas con la Policía, como este fin de semana en el País Vasco.

Mientras Salvador Illa, el ministro de la Covid con pinta de enterrador de película western, se repliega en Cataluña a sus nuevos mandados políticos (él se ve, eufemísticamente, como un servidor público), el cansancio y el hartazgo sube enteros entre la gente. La calle tampoco es ya ese espacio de desahogo en el que expresar espontáneamente la queja y la tensión que nos carcome por dentro. Ni los bares son el mejor lugar de evasión entre chato de vino o cafés. La vida está en juego y con eso está todo dicho, ¡oiga!

Pero la desazón crece cuando compruebas la falta de ética y de responsabilidad que nos rodea. Quién se cree a estas alturas de la crisis sanitaria, social y económica (y van ya 11 meses seguidos) esa especie de oxímoron gubernamental con la que apaciguar los ánimos al respetable y que, más o menos, reza así: “Tranquilos, que de esta salimos todos”. Pero ese ‘todos’ mayestático que usan tanto nuestros dirigentes es una burda falacia. Porque ni de coña es así, ni lo va a ser nunca. La pandemia no entenderá de fronteras ni de clases sociales, pero sus consecuencias afectan de manera muy desigual según a quienes. ¿No me dirán que es el mismo impacto el que sufre ese autónomo que regenta un pequeño comercio o restaurante con la persiana bajada que el que experimenta un político que percibe hasta el último euro de la dieta por desplazamiento y asistencia a una comisión? Por no hablar de esos trabajadores públicos que, parapetados en el llamado teletrabajo, hasta montan su negocio particular en paralelo. Ya ven, la pandemia genera desigualdades flagrantes. ¡Como para no aumentar el consumo de ansiolíticos!