Las peñas recuperan su sitio

R.G.R
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Comidas de hermandad, reparto de aguardiente y pastas, pancetadas, sardinadas, vino gratis, desfiles, juegos de habilidad... Las peñas juegan un «papel fundamental» en las fiestas tras dos años casi sin actividades

Miembros de la peña Los Retales de Peñafiel, en la plaza del Coso. - Foto: J. Tajes

Está claro que estas las fiestas patronales de este verano están siendo las del reencuentro tras dos años de pandemia. Las actividades programadas por los ayuntamientos vuelven a la normalidad, con actos de congregación de vecinos y visitantes donde las peñas volverán a jugar un papel fundamental. Los alcaldes siempre han manifestado que son «el color» de cada celebración y este fin de semana no será para menos. 

Comidas de hermandad, reparto de aguardiente y pastas, discomovidas, vino gratis, juegos de habilidad, chocolatadas, copiosos almuerzos en sus locales y, sobre todo, diversión garantizada durante todos y cada uno de los días de la fiesta. 

Óscar Martín es uno de los 14 miembros de la peña Los Retales de Peñafiel. Llevan participando en el desfile durante las dos últimas décadas sin descanso y este año están dispuestos «a darlo todo» y dejar atrás el maldito virus. Se fundaron como peña en el año 2002 y tienen «una gran ilusión» puesta en este fin de semana. La rutina será la misma todos los días desde el 15 al 18. Las jornadas comenzarán pronto. A las ocho de la mañana reparten ya aguardiente y pastas para el encierro de la mañana. A partir de las once llega la hora de irse a almorzar. «Somos 14, pero a la hora del almuerzo podemos llegar a ser 30 ó 40 personas de la gente que se une por la calle. Incluso a alguno no le conocemos», bromean. 

A mediodía salen de nuevo a la calle con su carromato. Una especie de coche con dos muñecos (hombre y mujer) que van arrojando agua por las calles para refrescar el encierro infantil. «Mojamos a todo el mundo». A las cuatro llega la hora de la comida, aunque tiene que ser rápida. A las 17.00 llega la hora del Chúndara. «No nos metemos todos, pero sí estamos por ahí». La tarde se pasa en los bares hasta la hora de cenar y, al día siguiente, a las ocho otra vez pastas y aguardiente. 

Un ritmo frenético que llevan prácticamente todas las peñas.  Juan José Juste es uno de los miembros del equipo directivo de la peña Las Águilas en Tudela de Duero. Llevan toda la semana de preparativos y no es para menos porque son 150 miembros y no descansan durante los días de fiestas. Están presentes en todas las actividades. «No descansamos mucho estos días, no», bromea Juste. 

Es una de las peñas con mayor renombre en el pueblo y no distinguen entre vecinos del pueblo y visitantes durante estos días. Famosas son sus comidas de hermandad donde caben todos. «No nos perdemos ninguna actividad, vivimos las fiestas a tope, casi sin descanso».  «Estamos en todas las actividades y casi no hay tiempo para nada», comenta Juste.  

viana de cega. Viana de Cega es otro de los municipios que vive con gran intensidad sus fiestas patronales. Ignacio Gallego es uno de los integrantes de la peña Judukutú. Son casi cuarenta 40 personas que formaron su grupo a en 1989. La actividad comienza en torno a las diez y media de la mañana con un almuerzo a base de huevos fritos con tomates y unos buenos trozos de beicon. «Está invitado todo aquel que pasa por allí, incluso los jóvenes que regresan de fiesta a esa horas o la gente de la prensa que viene a hacer el encierro», comenta Gallego.

Tras el almuerzo comienza ya la hora de la comida. Algunos miembros la empiezan a preparar. Cada día un menú programado con anterioridad. «Nos ponemos a hacer lo que sea». Pero antes de comer es la hora de un buen vermú, cada jornada uno. «Son temáticos y o bien abrimos latillas en conserva o comemos jamón ibérico dependiendo de lo que toque».

Después de la comida, los miembros de la peña se quedan en su local disfrutando de una partida de cartas, charlando..., hasta que a mitad de tarde salen a dar un paseo por el pueblo y a participar de alguna de las actividades del programa de fiestas. «Visitamos también otras peñas, lo que sea», hasta que llega la hora de cenar. «Todos tenemos hijos más o menos de la misma edad y eso nos ha ayudado a formar el grupo tan fantástico que somos ahora. Antes éramos más, pero algunos de nuestros hijos ya tienen sus propias peñas», concluye Gallego.