Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


La soga

26/02/2021

La jerarquía militar dedica mucho tiempo a reflexionar sobre su activo más valioso, el capital humano. Cuando en tu negocio la muerte está tan presente, la necesidad de nutrirte de la historia es inevitable. Recomiendo los libros que aconsejan los profesores del Colegio Naval de Guerra de Estados Unidos.

No niego que el libro Estrategia de Lawrence Freedman es largo y excesivamente ambicioso, pero cuando terminas de leerlo, sabes que algo ha cambiado sobre tu percepción de las cosas. A un nivel superior se encuentra la novela histórica El hijo de César de John Williams, ya que cada línea destila sabiduría, templanza y demuestra que el dominio de los impulsos así como el control de los tiempos, son indispensables para obtener el éxito. No significa que con ello el triunfo esté garantizado, porque el talento y el conocimiento no son elementos suficientes para lograr la victoria.

Hago esta larga introducción para constatar algo que es obvio, en Occidente, la estrategia en cualquiera de sus variantes ha destacado por su ausencia en su lucha contra la pandemia. Sería injusto acusar a la clase política por carecer de una hoja de ruta previa a este dramático evento, aunque desde luego el gobierno chino es más responsable de lo que le gustaría reconocer.

Los políticos occidentales han creído que la única alternativa efectiva es reducir la movilidad mediante la parálisis económica. Tienen un miedo atávico a que el sistema sanitario, masivamente público, colapse al ser concebido para una sociedad de individuos sanos. Los países ricos, aquellos con una deuda pública reducida o manejable, se han permitido dar ayudas directas masivas a los sectores cerrados al considerarlo una expropiación encubierta. Los estados menos prósperos, con deudas gigantescas, ni se lo han planteado.

No aporta demasiado criticar la complacencia de los políticos ante su pretendida victoria tras la primera ola, cuando estamos sufriendo los rigores de la tercera. La vacuna puede ser solo un placebo para una economía arrasada. En estos tiempos de empatía, no se entiende por qué son más relevantes los muertos por Covid que los fallecidos por causas distintas siendo más numerosos. Me solidarizo con las futuras víctimas de enfermedades no detectadas a tiempo, cuya productividad e incluso su vida será cercenada de cuajo. Y duele pensar en los emprendedores que se equivocaron con los tiempos. Salvo alguna honrosa excepción, nadie ha pensado en la economía o que la pandemia algún día acabará. Sin libertad la pobreza se extiende.