Una de las profesiones considerada vocacional es la de maestro, que implica lograr un mundo mejor a través de la enseñanza y sobre la que la sociedad parece acordarse solo en momentos puntuales como ahora, cuando la pandemia del coronavirus ha echado encima a los docentes más responsabilidades.
Cuatro profesoras y un profesor -es una carrera mayoritariamente femenina- cuentan a Efe cómo ha desbaratado la covid-19 su labor con motivo de celebrarse mañana el Día Mundial de los Docentes, fecha que conmemora la Recomendación de la Unesco y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los derechos y responsabilidades del personal docente.
Una de ellas es Luz Marina Santorum, profesora de Secundaria en el instituto Leopoldo Cano de Valladolid, contestando a cuatro preguntas: por qué eligieron esta profesión y si se arrepienten; cómo ha desbaratado el coronavirus su trabajo; si habrá alguna vez una ley educativa de consenso, y cómo les gustaría que les recordaran sus alumnos.
"Desde pequeñita tenía claro que me gustaba enseñar y con una pizarra explicaba a alumnos invisibles. La docencia me ha gustado siempre y no me he arrepentido nunca", responde Luz al porqué eligió esta profesión y si se ha arrepentido.
Sobre cómo ha cambiado su trabajo, no tiene duda: "El trabajo ha cambiado totalmente. Se siente una gran responsabilidad para mantener la limpieza e intentar que no haya casos. Es incómodo dar la clase con mascarilla y cuesta más mantener el orden. Los alumnos también se cansan de estar con mascarilla, si te descuidas se pasan el gel o un boli, para nosotros es un trabajo añadido".
Cree "muy difícil que lleguen a un consenso en este tema", al hablar de la ley educativa; y le gustaría que sus alumnos la recordaran "por haberles enseñado conocimientos útiles para su vida y que les permitan tomar mejor sus decisiones en el futuro".