Editorial

Aniversario de una invasión que está poniendo a prueba a Occidente

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Esta semana se cumplirá un año del comienzo de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso. Bien es cierto que las hostilidades comenzaron mucho antes, en 2014, cuando Vladímir Putin mostró su afán imperialista con la anexión de la península de Crimea, además de convertir la región ucraniana del Donbás en un escenario de guerra permanente. El ataque perpetrado en la madrugada del 24 de febrero de 2022 por las tropas del Kremlin fue el reflejo de la tiranía del presidente ruso y su desprecio por la paz y la convivencia entre estados en el concierto internacional. 

Las vísperas del aniversario han venido marcadas por la visita sorpresa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Kiev. En un claro e inequívoco gesto de apoyo a Volodimir Zelenski, el mandatario norteamericano ha comprometido otros 500 millones de dólares de ayuda militar a un país y a una población castigada con crueldad por sus vecinos del este. Son miles las víctimas mortales y millones los ucranianos que se han convertido en refugiados y han tenido que buscar cobijo en la solidaridad de terceros países. 

«Un año después, Kiev sigue en pie. Ucrania sigue en pie y la democracia sigue en pie», dijo el inquilino de la Casa Blanca tras su paseo por las calles de la capital ucraniana. No será el único dirigente occidental que visite el país durante estos días. Otros lo han hecho durante los doce meses de conflicto. Todos ellos han trasladado su apoyo a Zelenski, un político cuya figura se ha agrandado después de haber sido capaz de dignificar el orgullo y la capacidad de resistencia de sus conciudadanos. Ellos, los ucranianos, se han convertido en un ejemplo para las democracias de Occidente. 

Un año después del inicio de la invasión no hay indicios que puedan dar pie a la esperanza de una resolución de la guerra a corto plazo. La diplomacia no ha encontrado una posibilidad en todo este tiempo y Moscú amenaza con endurecer su ofensiva militar en primavera. Ese escenario ha obligado a la UE a adoptar un papel protagonista y a asumir compromisos desconocidos hasta ahora entre los socios europeos. 

En febrero de 2022 se produjo una intolerable violación de la legalidad internacional y los diversos actores se han ido posicionando en el nuevo tablero de la geopolítica. En ese escenario, resulta sorprendente la postura de Unidas Podemos, cuya secretaria general, la ministra Ione Belarra, acusaba al PSOE de contribuir a la «escalada bélica». El ejercicio de deslealtad de la porción morada del Ejecutivo vuelve a ponerse de relieve en un asunto donde no tiene sentido la equidistancia: o se está con el agresor o con el agredido.