El año del salto a la fama de Isabel Díaz Ayuso y Yolanda Díaz

Pilar Cernuda
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Tanto la ministra de Trabajo como la presidenta de la Comunidad de Madrid se han convertido a base de enfrentarse con sus respectivas direcciones en las 'baronesas' en sus formaciones, una estrategia aún por calibrar electoralmente

El año del salto a la fama de Yolanda Díaz e Isabel Ayuso - Foto: miguel angel molina

A mitad de legislatura Pedro Sánchez hizo una profunda remodelación del Gobierno, con ceses que marcaron políticamente el 2021. Fue también el año de ómicron, el rayo COVID que no cesa, y el año en el que el Ejecutivo presumió de una importante recuperación económica que ni la UE ni el Banco de España consideraron que fuera tan optimista. 

Año de la supuesta derogación de la reforma laboral que finalmente no fue derogación sino superficial retoque, y año en el que los independentistas catalanes hicieron gala de su cobardía: las amenazas de romper la baraja y promover la sedición en su parlamento se quedaron en palabrería, pero siguieron dando la vara con sus amenazas, que rebajaban a medida que el Gobierno central asumía algunas de sus exigencias menos conflictivas y hacían llegar millones de euros para tenerlos contentos. 

Fue el año en el que Don Juan Carlos tampoco pudo cumplir su deseo de pasar la Navidad en casa, año en el que Ciudadanos sufrió su aparentemente imparable descomposición, Vox se convirtió en un partido que se codeaba ya con los mayores y, sorpresa, Pablo Iglesias abandonó el Gobierno y la política. Y, más sorpresa, dos mujeres que empezaban a despuntar, Yolanda Díaz e Isabel Ayuso, se convirtieron en figuras de tal empuje que al terminar el año en determinadas instancias se las veía ya, a las dos, como presidenciables. No de forma inminente, pero algunos de sus compañeros trataron y tratan todavía de cortarles las alas antes de que pueda producirse ese futuro escrito en femenino.

En el Gobierno, continúa el descrédito de Pedro Sánchez por decisiones que no han gustado ni siquiera a los suyos. El indulto a los independentistas catalanes condenados ha sido cuestionado por el Supremo, también entre sus filas ha habido declaraciones contrarias a las componendas alcanzadas con Bildu y Sortu, formación a la que se acaba de incorporar un dirigente de ETA, y también ha sido muy criticada la falta de firmeza del Ejecutivo y del PSC para defender en los colegios catalanes que se cumpla la ley y se imparta el 25 por ciento de las clases en castellano. 

En las instituciones judiciales al menos se ha llegado a un acuerdo para el relevo de los cuatro miembros del Tribunal Constitucional que habían finalizado su mandato hace tiempo, pero el acuerdo entre PSOE y PP no arregló las cosas: los dos colocaron a personas de prestigio pero absolutamente afines a sus respectivos partidos. No se ha alcanzado acuerdo sobre el Consejo General del Poder Judicial, aunque sí sobre el Defensor del Pueblo -el exministro Ángel Gabilondo- y sobre el Tribunal de Cuentas.

En este 2021 se ha producido el relevo de las personas que, a principios de año, eran considerados inamovibles figuras del Gobierno, y de la máxima influencia, Calvo, Redondo, Ábalos... y Pablo Iglesias.

El entonces vicepresidente y secretario general de Podemos inició 2021 con una sensación amarga: se habían ido distanciando los encuentros a dos con el presidente de Gobierno. En marzo, cuando Isabel Ayuso convocó elecciones en Madrid, Pablo Iglesias, en un arrebato que demostraba una vez más el alto concepto que tenía de sí mismo, anunció que dimitía como vicepresidente del Ejecutivo para presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno de Madrid, seguro de que lograría su objetivo. No solo no ganó las elecciones, sino que Podemos sufrió una importante humillación porque fue superado en votos y escaños por Más Madrid. Iglesias anunció que no ocuparía su escaño en la Asamblea Regional y que además abandonaba la política. 

Iglesias no dejó bien resuelta su sucesión. Designó a Ione Belarra como su sustituta en la secretaría general y donde ocupa el cargo sin pena ni gloria junto a Irene Montero y Lilith Verstrynge formando parte de la cúpula. La segunda decisión de Iglesias fue designar a Yolanda Díaz como su sucesora en la Vicepresidencia del Gobierno, y nueva candidata a la Presidencia del Ejecutivo, a expensas de ser confirmada por el partido. Confirmación que no se ha producido porque Díaz no se conforma con esa candidatura. 

A Sánchez por otra parte le perjudican las cifras económicas -que él disfraza con otras muy positivas- que desmienten tanto la UE como el Banco de España y el FMI -y en los últimos tiempos le perjudica sobre todo el incremento desbocado de la factura energética. Aseguró que a final de año se pagaría por la luz lo mismo que en el 2018 y no solamente no lo ha cumplido sino que los españoles pagan ahora más del doble de lo que pagaban ese año. Otro engaño del presidente.

Una figura nacional

No están las cosas mejor para Pablo Casado, que está demostrando que no se mueve bien en el mundo de la estrategia política. Isabel Díaz Ayuso, que tuvo noticia de que PSOE y Cs iban a presentar una moción de censura en Madrid, decidió convocar de inmediato unas elecciones para desactivar la operación. Su triunfo fue apoteósico, destrozó al partido socialista. Pactó el apoyo de Vox desde fuera del gobierno, y su apoyo para los presupuestos. 

Ayuso se convirtió en una figura nacional, pero Casado, en lugar de aprovechar ese éxito, en lo que parece un ataque desmedido de celos por su protagonismo le está poniendo todas las trabas posibles para que no pueda ser la presidenta regional del partido. 

El partido está conmocionado por al deriva que imponen Casado y García Egea, y no se sabe cuáles pueden ser las consecuencias de la posición de Casado, que alega que está obligado a imponer la autoridad de la dirección nacional. 

Finaliza el año con nueva noticia en el PP: la convocatoria de elecciones en Castilla y León porque Mañueco temía una moción de censura del PSOE con Ciudadanos. 

Son unas elecciones importantes para Casado, porque en estos momentos de bajada generalizada en las encuestas frente a los datos que le daban hace dos meses, solo ganaría las generales si logra subir el ánimo de su gente con éxitos en Andalucía, Castilla y León y Madrid... y aún así no está claro que los votantes habituales del PP le den su respaldo, sale muy escaldado de su confrontación con Ayuso.