Editorial

Europa queda de nuevo relegada del tablero internacional

-

La decisión de Emmanuel Macron de llamar a consultas al embajador de Estados Unidos por la 'jugada' silenciosa y opaca de Washington, Londres y Canberra de birlar a Francia el contrato multimillonario de los submarinos de propulsión nuclear vuelve a dejar en evidencia la menguante influencia de los europeos en el tablero internacional. Desde El Elíseo han reclamado a sus socios una respuesta contundente y enérgica ante la alianza anglosajona que deja fuera a París, y de rebote a Bruselas, de cualquier estrategia en el continente asiático y en la zona del Pacífico. Sólo la Comisión Europea ha levantado tímidamente la voz por este suceso diplomático en defensa de un estado miembro, mientras que el resto de los países, especialmente Alemania -socio preferente de Francia, pero con Merkel ya de salida- mantienen un preocupante silencio, como si este affaire fuera un asunto bilateral.

Cuando Joe Biden venció en las presidenciales estadounidenses, en este lado del Atlántico, creyeron que la nueva administración iba a romper la política aislacionista a golpe de tuit que mantuvo Trump durante su mandato. Sin embargo, el actual presidente, por más que ayer hablara de cooperación y de liderar un mundo sin armas en la asamblea de la ONU, con sus hechos, como la salida de Afganistán, habla más bien de lo contrario. La alianza Aukus (las siglas en inglés Australia, Reino Unido y Estados Unidos) es una llamada de atención al gigante asiático, China, que mantiene un pulso económico y estratégico con los países de su entorno, donde británicos y estadounidenses prefieren estar en primera fila.

Mientras Bruselas asiste como espectador de unos juegos más bien propios de la guerra fría que deja en mal lugar no solo a la Unión Europea sino también a la OTAN. Además, Boris Johnson logra reforzar su posición internacional dejándose caer en brazos de Biden solo nueve meses después del Brexit y marcar distancias con el continente europeo. Por eso urge, cuanto antes, desempolvar el proyecto de una defensa propia europea. Por más que los valores de la carta europea subrayen una unión socioeconómica, política, cultural y bancaria, se hace más necesaria reforzar la autonomía en una defensa propia, como siempre ha alentado Francia.

Las nuevas amenazas -la inquietante e inestable Rusia y el avance del gigante chino- deberían hacer reflexionar a los líderes europeos para afrontar una política de defensa conjunta que, aparte de aportar más identidad al proyecto europeo, reforzaría el papel de la UE en el mundo. Por ello, no estaría de más, que Bruselas inicie un camino de concienciación a los europeos para hacerles ver que el mundo que se avecina es más inseguro y que a la hora de la verdad Europa siempre está sola y en fuera de juego.