Don Pío del Río Hortega, en Valladolid

Jesús Anta
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Don Pío del Río Hortega, en Valladolid

A mediodía del 13 de octubre de 1986, por fin descansaron en Valladolid los restos de don Pío del Río Hortega. 

Con el traje académico de la Universidad de Oxford, donde había sido elegido Doctor Honoris Causa, embalsamado, y prendida al traje, una insignia de la República Española que llevaba en la cartera desde hacía quince años. Así fue amortajado, por expreso deseo de él, el insigne histiólogo Pío del Río Hortega, y enterrado en el cementerio de la Chacarita de Buenos Aires tras su fallecimiento el día 1 de junio de 1945. Su entierro fue seguido por lo más representativo de la sociedad y el mundo científico de Argentina. El dos veces candidato a Premio Nobel, nacido en Portillo, contaba 63 años de edad. 

Desde entonces, fueron varios los intentos que se hicieron para que su cadáver fuera traído a España, para hasta 1984 no arrancó el definitivo.

En 1984 se decidió cambiar el nombre de la famosa residencia Onésimo Redondo, de Valladolid. Y durante los primeros meses de aquel año fueron varias las personalidades que se pronunciaron para que se pusiera el nombre de Pio del Río Hortega, como los conocidos doctores vallisoletanos Pedro Gómez Bosque y César Aguirre Viani, alegando que «sin discusión fue uno de los científicos e investigadores de más talla que ha tenido España en este siglo». Severo Ochoa hizo lo propio aduciendo la «grata y afectuosa personalidad, su hombría de bien y su superlativo y ardiente españolismo», y Pedro Laín Entralgo, presidente de la Real Academia Española, hizo lo mismo.

Un año después, el alcalde Tomás Rodríguez Bolaños da los primeros pasos que repatriar los restos de Río Hortega, y a tal fin, en junio de 1985 envía carta al ministro de Asuntos Exteriores solicitando que le indique qué tramites deben seguirse para traerlos a Valladolid. Y también se dirige a la Cruz Roja Internacional para que sea la entidad que realice el traslado.

Una vez obtenida la autorización de la familia para que el Ayuntamiento realice cuantas gestiones y trámites sean precisos, el pleno municipal del 3 de julio de 1986 aprueba por unanimidad traer a Valladolid los restos del científico.

A partir de entonces se suceden numerosas gestiones para materializar el deseo de la ciudad. Gestiones en las que fue clave la Embajada Española en Buenos Aires. 

Pocos días antes de recibir el féretro, el catedrático de la Facultad de Medicina de Valladolid, César Aguirre Viani, que fue un destacado impulsor de la traída de los restos de Pío desde hacía unos años, presentó su libro sobre Pío del Río e indicó que sería un error si se pensara en el Pío político (fue un declarado hombre de izquierdas), y no en que «se va a traer a Valladolid el cuerpo de un histiólogo de valor excepcional».

Todo estaba preparado para sus paisanos rindieran un gran homenaje a don Pío del Río Hortega. Sería recibido en Madrid por el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y numerosos representantes del mundo académico y de la ciencia. Y el Ministerio de Sanidad le concedió a título póstumo la Cruz de la Orden Civil de Sanidad.

Desde que llegara el féretro, acompañado del alcalde, al aeropuerto de Barajas el lunes 13 de octubre a las 6 de la mañana,  fueron varios los homenajes que se brindaron a Pío del Río: en Madrid, en la Residencia de Estudiantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con todas las autoridades de Madrid ciudad y Comunidad Autónoma; escoltado todo el tiempo por la Guardia Civil, el coche fúnebre y el cortejo recaló en Portillo para que sus paisanos le despidieran; y ya en Valladolid el patio del palacio de Santa Cruz fue el lugar de recibimiento de la ciudad, donde la banda de música del Gobierno Militar interpretó marchas fúnebres antes de ser conducido al cementerio del Carmen.

En la foto, recibimiento y homenaje en el Palacio de Santa Cruz, de Valladolid.