Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


La mujer del collar de perlas

03/06/2022

Setenta años de reinado, setenta años como Jefe de Estado de los países de la Commonwealth, aunque es el Reino Unido el que ocupa su agenda y su vida.

Isabel II es un personaje único, que ha antepuesto sus responsabilidades institucionales a cualquier otro interés, lo que le ha impedido ser una madre ejemplar en el aspecto más tradicional de la familia. Todos sus hijos se han divorciado y con algunos de ellos es pública la frialdad de sus relaciones, aunque en la vejez ha aparecido su faceta más sensible, más cercana.

De Isabel II se conoce todo, los castillos en los que reside, su afición por los caballos, su amor por Escocia, su fidelidad inquebrantable a su marido, no siempre correspondida como merecía. Se conoce también su afición por vestir colores llamativos - y no es por razones de seguridad, siempre visible- y a juego con sus eternos sombreros, guantes y bolsos de asa corta que al parecer solo guardan un paquete de kleenex. Y se la conoce también por no aparecer jamás sin un collar de perlas, excepto cuando está obligada a lucir las grandes joyas de la Corona.

Celebra su Jubileo. Se especulará sobre las presencias y las ausencias y se harán cábalas sobre su posible abdicación. Sin embargo la biografía de Isabel de Inglaterra va mucho más allá de sus vivencias personales. Es ya una figura irrepetible de los siglos XX y XXI, una mujer que siempre ha sabido estar en su sitio, que a través de ella ha prestigiado dinastías reales y echado abajo muchas de las teorías republicanas sobre la eficacia de las monarquías parlamentarias.

Ha sabido mantener relaciones de confianza con primeros ministros de distinta ideología y personalidad, aunque tenía debilidad por Churchill; pero también tuvo una reacción extraordinaria con el laborista Harold Wilson, con el que mantuvo diferencias pero al que agradeció públicamente los servicios prestados acudiendo a cenar a Downing Street cuando Wilson dimitió al serle diagnosticado alzheimer. Actitud muy parecida a la que tuvo con Thatcher, con relaciones difíciles pero a la que honró cuando fue desalojada del poder por su propio partido.

Isabel II es referente de una forma de servir a su país y a su dinastía. Drástica en sus decisiones aunque tuvieran un importante coste personal, pero siempre el apoyo más firme de los primeros ministros. Obsesionada por no fallar a los británicos y a los súbditos de otros continentes, falló sin embargo a muchos de sus personajes más próximos, a los que no dedicó la atención necesaria, sobre todo sus hijos. Solo ahora, en la vejez, ha querido recuperar encuentros que no tuvo en tiempos pasados, conversaciones que debió haber tenido, y confesiones que nunca escuchó.

Se cree que, pasadas estas celebraciones, se recluirá en Windsor y dejará paso a su hijo Carlos. Recluida o no, siempre será considerada como una de las más grandes reinas de la historia.