La UVa lidera un nuevo proyecto arqueológico en Tanzania

D.V.
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El profesor de Prehistoria de la UVa Fernando Díez lidera una investigación que se realizará en los yacimientos pleistocénicos de Kilwa, un pequeño pueblo situado en la costa swuahili del este de África

La UVa lidera un nuevo proyecto arqueológico en Tanzania - Foto: Universidad de Valladolid

El profesor de Prehistoria de la Universidad de Valladolid Fernando Díez Martín encabeza un nuevo proyecto arqueológico en Tanzania, junto al geoarqueólogo, Luis de Luque Ripoll, que se realizará en los yacimientos pleistocénicos de Kilwa, un pequeño pueblo situado en la costa swuahili del este de África.

El proyecto, que está financiado por la Fundación Palarq, se realizará en un yacimiento excepcional, tanto por la escasez de estos enclaves costeros, como por el período en el que se enmarcan, y que constituye un momento primordial en el nacimiento de nuestra especie, Homo sapiens, relativamente poco documentado, destaca la Uva en un comunicado.

“El descubrimiento del yacimiento fue en el año 2015, durante una excursión por una zona de manglares próxima a Kilwa, en la que hasta hace poco había hipopótamos y cocodrilos. En ese paseo el geólogo, Luis de Luque, con el que he colaborado en otros proyectos en Tanzania, observó entre los fragmentos de piedra producidos por la erosión, distintos restos arqueológicos, que más tarde pude comprobar que se trataban de pequeñas herramientas de sílex (puntas y pequeños bifaces)", relata el profesor de la Uva, según la información recogida por Ical. Tras evaluar el potencial de la región, el equipo investigador realizará la localización cartográfica del enclave, y la recogida y estudio de materiales.

Sobre el proyecto, el trabajo que realizarán en la zona y las perspectivas que ofrece, Díez Martín y Lupe Ripoll han publicado en National Geographic el artículo “Un equipo arqueológico de la Universidad de Valladolid investiga la ocupación humana de la costa de Tanzania hace 200.000 años".

Estudio de arqueología espacial

El equipo comenzará a realizar el trabajo de campo en agosto de 2022, ya que hasta entonces está comprometido en las investigaciones que realiza en el yacimiento de la Garganta de Olduvai (Tanzania) sobre el que acaba de publicar el artículo “Tracing the spatial imprint of Oldowan technological behaviors: A view from DS (Bed I, Olduvai Gorge, Tanzania" en la revista PlosOne.

La publicación, en la que ha trabajado los dos últimos años, es un estudio de arqueología espacial aplicado a las etapas más antiguas del proceso de evolución humana, centrado en la investigación de la distribución de los artefactos tallados recuperados en el yacimiento de DS (en la mítica Garganta de Olduvai, Tanzania).

DS es un yacimiento de hace 1,85 millones de años, formado por una gran acumulación de industria lítica y restos de animales. En este punto, cercano a un antiguo lago, los primeros humanos concentraron sus actividades de talla, procesamiento y consumo de animales y plantas.

Mediante un potente estudio geoestadístico de la distribución espacial de los artefactos líticos registrados en este yacimiento, el presente trabajo ha tenido el objetivo de identificar las pautas espaciales que hayan podido conservarse de las distintas actividades vinculadas con la utilización y transformación de la piedra.

“Aunque no se observa una clara compartimentación del espacio, con la identificación de la puesta en marcha de distintas actividades en las diferentes zonas de la acumulación arqueológica, este estudio ha puesto de manifiesto que los primeros humanos acumulaban en este punto y de forma previsora cantos volcánicos de buena calidad para su futuro uso”, indica.

Y que las actividades de percusión (machacado y procesamiento de huesos largos de animales y tejidos vegetales) no se solapan con las actividades de talla lítica (destinadas a la elaboración de distintos artefactos con filos cortantes), lo que indicaría una incipiente compartimentación cognitiva del espacio", explica el profesor Fernando Díez.

“Evidencias que sugieren que estos primeros grupos humanos seleccionaron un punto específico y de referencia del paisaje, elegido por sus características o cualidades, para congregarse y llevar a cabo sus actividades de supervivencia. Semejantes evidencias revelan un comportamiento social muy cohesionado en estas primeras etapas de la andadura humana", concluye.