Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Las barras mueren

28/11/2020

Un mes de restricciones y la incidencia del coronavirus no afloja en Castilla y León. Nadie excepto un enamorado del horóscopo como sustitutivo de la cosmografía o un adicto al placebo homeopático frente al amargor del antibiótico puede proclamar  que es preferible circular desabrochados frente al virus. Los cierres, según cuales, las mascarillas, la ventilación de los espacios cerrados, la necesidad de evitar aglomeraciones y etc., contribuyen a que la enfermedad no bata récords de contagio. A que los índices de muerte no sean los de abril, cuando el doctor Simón buscaba sin éxito masivos accidentes de tráfico. Hay otros lugares, verbigracia Madrid, rompeolas de todos los odios, que parecen haber puesto brida a esta segunda ola. Y no han necesitado recurrir a la apisonadora del confinamiento draconiano. Porque la cuestión no es tanto cómo salvamos la vida sino a ver cómo logramos salvarla al tiempo que preservamos un tejido productivo al borde la bancarrota. Piensen en lo que sucederá no bien acabe la respiración asistida de los ERTEs. Todos esos miles de empresas zombies. Puestas en fila de quiebra en cuanto acabe el bombeo. En cuanto a la restauración y el ocio imagino felices a quienes desde hace siglos proclaman la necesidad de abandonar nuestros puntos fuertes para meternos a competir con Corea del Sur y Sausalito. Dudo que con la mierda de inversión pública que tenemos para destinada para la investigación y el desarrollo logremos nada excepto más científicos exiliados y más oportunidades perdidas. Sí sé, con una certeza digna de causas más nobles, que España era una potencia mundial en el complicadísimo y noble arte de dar comer al hambriento y de beber al sediento. Lo hacíamos con un grado de sofisticación, inteligencia, cuidado, vanguardia, respeto por el oficio y por el cliente, con una chispeante creatividad y hasta una iridiscente poesía, cuantificable en estrellas Michelín, que hicieron de nosotros un destino memorable. Ahora todo eso muere, y todo lo que nuestros políticos aportan es más muerte, más cierre y más miseria.