Tragedia y comedia se funden en 'Alma viva'

D.V.
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Cristèle Alves Meira presenta en Valladolid su debut en el largometraje, protagonizado con solvencia por su hija, la jovencísima Lua Michel. Se trata de un relato de superstición, tradiciones y realismo mágico

Tragedia y comedia se funden en ‘Alma viva’ - Foto: Ical

"Los vivos cierran los ojos a los muertos, pero muchas veces son los muertos quienes abren los ojos a los vivos". La frase es de 'Alma viva', el notable debut en el largometraje de la cineasta francesa de ascendencia portuguesa Cristèle Alves Meira, que hoy coronó la jornada a concurso en la Sección Oficial. La película es una declaración de amor a la tierra de sus padres, que se despliega ante el espectador en clave de tragicomedia con tintes de realismo mágico.

La clave del film es la pequeña Salomé, interpretada excepcionalmente por Lua Michel (la hija de la directora), cuyos ojos miran la realidad que le rodea con asombro y fascinación. Esos ojos son lo primero que contemplamos en el film, antes de que el montaje dé paso a un plano subjetivo de lo que observan, la muerte de un familiar cercano, al que las mujeres de la casa velan con aflicción.

La película pone en el mismo plano las caras opuestas de una moneda: la muerte y la vida, la alegría y el dolor, la solidaridad y la inquina… Todo se conjuga y convive en esta tragicomedia que ha sido elegida por Portugal para representar al país en la carrera por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. 

Tragedia y comedia se funden en ‘Alma viva’Tragedia y comedia se funden en ‘Alma viva’ - Foto: Ical"Estoy muy honrada y orgullosa. No lo esperaba. Esta película cuenta la historia de mis padres y de tantas familias como la suya, que tuvieron que emigrar para ganarse la vida. Estoy muy contenta de que se vaya a ver por todo el mundo", subrayó sobre un film que tuvo su estreno mundial en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. 

En declaraciones recogidas por Ical, la cineasta explicó que le gusta construir historias de una forma naturalista, donde todo resulte "verosímil" y "muy real", si bien aclaró que en el rodaje no hubo margen para la improvisación, y "todo estaba escrito y muy definido de antemano". "Admiro mucho a Abbas Kiarostami. Es un ejemplo para mí. Él era capaz de conseguir que lo ordinario pareciera extraordinario de una forma magistral", explicó en declaraciones recogidas por Ical.

En su película, son los personajes femeninos los que soportan el peso del relato. La narración se articula en torno a la muy especial relación que tiene la pequeña Salomé con su abuela, a quien muchos en el pueblo consideran bruja, y que advierte a la niña de los "terribles poderes" que esta tiene gracias a su particular don: es un cuerpo abierto donde se pueden aposentar los espíritus. Cuando la anciana fallece, la niña está convencida de que es una vecina enemiga quien la ha envenenado, y no tardarán en salir a la luz las encarnizadas rivalidades entre ambas familias.  

En el reparto se combina la presencia de actrices profesionales y no profesionales, y la realizadora se esforzó por canalizar lo mejor de ambos mundos interpretativos: la experiencia de los primeros y la espontaneidad de los segundos. Cuestionada sobre el trabajo de la niña, fue la propia Lua Michel quien explicó que antes del rodaje se preparó a fondo con un 'coach'. "Entre las dos establecimos una especie de acuerdo por el cual la iba a tratar como a una profesional más, con completa sinceridad sobre lo que esperaba de ella y a qué emociones tenia que llegar", señaló la cineasta, que reconoció que hubo una escena en la cual la pequeña no conseguía sentirse a gusto, y eso la convenció de que en realidad el problema derivaba de cómo estaba escrita, algo que le hizo reflexionar y replantearla en guion.