Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Mantenella

28/06/2022

Mantenella y no enmendalla. Tal parece ser el lema de la Junta de Castilla y León tras el pavoroso incendio de la sierra de la Culebra, al oeste de Zamora. Ni una sola autocrítica. Ni una sola propuesta de cambio. Ni un solo reconocimiento público (en privado es otra cosa) de que algo no funcionó, de que el operativo puede ser mejorable. No, nada de eso. Las declaraciones oficiales van en otra dirección: todo se hizo bien; la culpa fue de la mala suerte, de los rayos, de las altas temperaturas, de los vientos. El pasado domingo, el director general de Patrimonio Natural, José Ángel Arranz, declaraba: «Aunque hubiéramos tenido el operativo al completo, el incendio hubiera sido el mismo». Afirmación más que discutible que no comparten ni los bomberos forestales, ni los sindicatos, ni los partidos de la oposición, ni los vecinos de la zona siniestrada. El sábado recorrí algunos de los pueblos afectados y, sin entrar en más honduras, allí abundaban, y abundan, las críticas a la actuación del Ejecutivo castellano-leonés como pudo comprobar in situ el propio Fernández Mañueco a su paso por Villanueva de Valrojo. Todo el mundo reconoce que el incendio comenzó por un infortunio (una tormenta seca), pero a partir de ahí te dicen que el monte estaba hecho un asco y que, al principio, había muchos medios materiales y humanos menos de los deseables. Y es que, como la propia Junta reconoce, el operativo no estaba a tope, solo a un 25%, porque alguien decidió que el riesgo era únicamente de grado medio y que hasta el 1 de julio no se desplegarían todos los efectivos. Y ya ven el resultado. El mismo que en la Paramera, en Ávila, en 2021, donde ardieron 22.000 hectáreas. También ahí se habló de promesas, ayudas, reflexión y, sin embargo, en diez meses, nada ha cambiado. Las declaraciones que entonces hicieron Mañueco y Suárez-Quiñones son las mismas. Son exculpatorias. Ahora se anuncian 35 millones para los pueblos dañados. Veremos cuando llegan y cómo se reparten. Y veremos si alguien es capaz de sacar enseñanzas de lo ocurrido o seguimos en el viejo y rancio mantenella y no enmendalla.