Policías, mucho más que un oficio

A. G. Mozo
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Rubén, 'Monty', Emma y Ana son cuatro de los 48 agentes que serán condecorados hoy en el marco del Día de la Policía. Entregados a la seguridad ciudadana, lucen con orgullo un uniforme con el que siempre soñaron: «La vocación aquí es fundamental»

Rubén, ‘Monty’, Emma y Ana posan para 'El Día de Valladolid' en el patio de la Comisaría de Las Delicias. - Foto: J. Tajes

Son cuatro agentes bregados en la calle, curtidos por horas y horas de patrullas a bordo de esos 'zetas' desde los que velan por la seguridad de todos. Siempre con los ojos abiertos, con esa mirada inquisitiva del policía que ve lo que otros no ven, que intuye lo que otros ni imaginan... Los cuatro están ya metidos en la cuarentena, rozando las dos décadas de trayectoria en el Cuerpo, un periplo que les sitúa ante la emblemática medalla con distintivo blanco. 'Monty', Emma y Ana serán tres de los 47 agentes que serán condecorados este martes en el transcurso de la celebración del Día de la Policía en Valladolid; la única roja de la jornada será para su compañero Rubén.

El agente Del Barrio es uno de los ocho miembros del Grupo de Motos de la Unidad de Prevención y Respuesta (UPR). Este mes de septiembre cumplió veinte años de azul, una trayectoria que le valió para que le concedieran la blanca, aunque nada como esta medalla de color rojo que le van a imponer.

Se la ganó una tarde cualquiera en el 29 de Octubre junto a Manuel Santos, su «binomio» aquel día en que se incautaron de 1.130 gramos de cocaína, «justo poco antes de ser entregada al vendedor». «Fue en una de tantas patrullas rutinarias, una de esas que hacemos en esta zona del 29 de Octubre donde hay mucha venta de droga. Había una persona que nos infundía ciertas sospechas y vimos que se dirigía a un domicilio donde sabemos que hay tráfico. Le interceptamos y le descubrimos la droga», recuerda Rubén.

Todo hubiera sido idílico de no ser porque, de pronto, estos dos motoristas se vieron rodeados por numerosos vecinos de la zona que intentaban impedir el arresto de este narcotraficante: «Como estás donde estás, todo el clan intentó amedrentarnos, rodeándonos, aunque gracias al rápido apoyo de los compañeros, que fue clave, se pudo sacar de allí al detenido y la droga».

«Somos policías 24 horas al día, 365 días al año. Analizamos todo desde un punto de vista policial, hasta cuando sales a tomar algo con la familia. Esto es vocación, claro que también un oficio, pero aquí hace falta vocación, es algo fundamental», concluye.

Ayudar a la gente

Ana Pérez Ferrero es una abulense de Arenas de San Pedro, de 42 años de edad y que lleva 16 en la Policía. Dice que ella siempre ha querido ser policía «por ayudar a la gente». Aunque ahora lo hace desde la Sala del 091, antes estuvo en Madrid y hasta en el Greco en Cádiz, «un grupo especial contra el crimen organizado en el que se está operativo 24 horas y muy exigente». Ella y su marido se trasladoraon en 2012 a Valladolid en busca de algo menos de acción, aunque antes también estuvo en los zetas. Ahora tiene un destino un pelín más tranquilo, en la Sala del 091, donde se encargan de recibir y filtrar toda la información que llega de los ciudadanos. «Hay gente que te llama con sus problemas y tratas de ayudar. Recuerdo un chico que decía que se iba a suicidar, nos movimos mucho desde la Sala con el objetivo de saber dónde estaba, y evitamos que se hiciese daño», recuerda.

Una intervención de la misma tipología también marcó mucho a Emma Badax, vallisoletana de 42 años, que lleva en la Policía desde 2003. Su equipo de UPR evitó que un chaval de 20 años se arrojara al vacío pero ella recuerda su papel con «la hermana pequeña, de nueve años, tratando de calmarla, porque, claro, estaba pasándolo fatal».

Desde hace ya tres años, Badax forma parte de la UPR(Unidad de Prevención y Reacción), donde ha tenido que intervenir en varias «peleas multitudinarias en barrios conflictivos como Las Viudas». Le gusta esa «adrenalina» y trabajar en «un equipo que va siempre a una»: «Ser policía es algo absolutamente vocacional».

«Para ser policía y, si estás en la calle, todavía más, esto te tiene que gustar. Hay que tener vocación y respetar la profesión». Habla José Manuel Montaña, al que todos conocen como 'Monty'. Tiene 44 años y recuerda que entró en la Academia en 2005 y, desde que salió con el uniforme, «siempre en seguridad ciudadana», primero en Madrid y desde hace tres años, en Valladolid. Un trabajo de calle con «días muy complicados», como ese en el que fueron a ayudar a una persona «con trastorno psiquiátrico» y les «intentó apuñalar con un cuchillo por sorpresa». «¿Miedo? Yo es que ni lo pienso, toca actuar y se actúa. Siempre debemos intervenir con un punto de tensión por nuestra propia seguridad».