Lo que acordaron Felipe VI y Juan Carlos I

Pilar Cernuda
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Padre e hijo mantuvieron una reunión profunda que duró cuatro horas en la que, al margen de asuntos personales, ambos refrendaron priorizar la defensa de los intereses de España

Lo que acordaron Felipe VI y Juan Carlos I - Foto: Lavandeira Jr.

La Zarzuela y el Gobierno no buscan casa en España para Juan Carlos I, el encuentro entre padre e hijo no fue tan tenso que la incomodidad se trasladó al posterior almuerzo familiar; el Rey Emérito no piensa regresar a España hasta que pasen muchos meses, nadie de la Zarzuela ha echado en cara a Pedro Campos que haya usado el acogimiento a Don Juan Carlos en su casa de Sanxenxo para promocionarse personalmente y, de paso, a Sanxenxo y al Club Náutico. Todo lo ocurrido en los tres días que permaneció el padre de Felipe VI en España después de casi dos años de ausencia no voluntaria, fue muy parecido a lo que se vio, y menos parecido en cambio a lo que se contó posteriormente. 

La ausencia, insisto, no fue voluntaria sino inducida por el Gobierno, aunque el Ejecutivo siempre explica que todas las decisiones relacionadas con Don Juan Carlos son competencia de la Casa Real. Lo son, o deberían ser, pero Pedro Sánchez y algunos de sus ministros han tomado decisiones importantes. Y es probable que también la Fiscalía General del Estado haya jugado un papel relevante, pero no hay pruebas concretas, sino suposiciones. Que se convierten prácticamente en certezas cuando fiscales de prestigio han expresado varias veces durante los últimos meses su inquietud; consideraban un retraso no justificado de la Fiscalía del Supremo para archivar las causas abiertas al Rey Emérito, una vez que lo había hecho el fiscal suizo Bertossa, y creían ver la larga mano de la fiscal general, Dolores Delgado, en el retraso.

Los contactos entre padre e hijo han sido frecuentes a lo largo de estos dos años a través de intermediarios, fundamentalmente el jefe de la Casa de Su Majestad, Jaime Alfonsín, por parte de Don Felipe, y del general Félix Sanz Roldán por parte de Don Juan Carlos, además del abogado de este último, Javier Sánchez Junco. 

Durante meses se ha tratado de llegar a acuerdos sobre cuándo y cómo podría regresar el Emérito a España, y desde el primer momento Zarzuela marcó líneas rojas: no mientras tuviera causas judiciales abiertas en España. Una vez archivadas por el Ministerio Público tras los incomprensibles retrasos ya mencionados, surgieron también problemas con la causa abierta en el Reino Unido, donde Corinna Larsen presentó una demanda por acoso contra Don Juan Carlos. Después de Semana Santa se aceleraron las conversaciones entre Zarzuela y Abu Dabi con el acuerdo de preparar minuciosamente la primera visita del Emérito a España, la más difícil después de tantos meses. La idea era que en las siguientes ocasiones en las que viaje a España esas visitas se vean con la mayor naturalidad. 

En una carta dirigida al Rey Felipe en el mes de marzo, había anunciado su deseo de «continuar residiendo de forma permanente y estable en Abu Dabi», aunque viajará «con frecuencia» a España. Dejaba abierta la posibilidad de residir en España en el futuro, aunque sería en «ámbitos de carácter privado», lo que se interpretaba como que no sería en el Palacio de La Zarzuela. Posteriormente, poco antes de su viaje, se estipuló que se trasladaría a España en vuelo comercial, mantendría un encuentro con su hijo y con el resto de su familia, y estaría unos días en Sanxenxo para navegar con la intención de prepararse para una nueva competición en el Bribón.

El encuentro

Las cosas no salieron bien desde el principio. El día anterior a su llegada, la Zarzuela conoció que viajaría en un avión privado puesto a su disposición por el emir de Abu Dabi, no en vuelo comercial. Pero lo que causó más incomodidad fue que no se cumplieron las expectativas de privacidad. Prácticamente no salió del domicilio de Pedro Campos, su anfitrión, excepto para navegar; pero la estancia en Sanxenxo se convirtió en un acontecimiento que provocó debate político, con manifestación republicana incluida. Minoritaria, de apenas un centenar de participantes, pero suficiente para que durante dos días se pusiera el acento en el futuro de la Monarquía, las diferencias entre padre e hijo, se recordara el nivel de vida de Don Juan Carlos en Abu Dabi -no cuesta un duro al erario español, pero se cargaron las tintas-, si debía residir o no en Zarzuela, si había creado una corte paralela en la localidad gallega… polémicas que ni padre ni hijo deseaban.

El encuentro que mantuvieron ambos en Zarzuela, la mañana que Don Juan Carlos regresaría a Abu Dabi después de comer en familia, duró cuatro horas. Todo un indicio de que se trató de una conversación, a solas, que probablemente deberían haber tenido hace muchos años. Con oportunidad de decirse frente a frente todo lo que por prudencia, por respeto, y por afecto, no se habían dicho. Todo. 

No eludieron ningún tema, desde las causas abiertas y archivadas, a la que queda pendiente en el Reino Unido, así como de la inquietud del Rey Felipe por algunas amistades de Don Juan Carlos poco aconsejables. Cuatro horas dan para mucho, tanto como para no dejar ningún asunto pendiente y sobre todo dan para superar las tensiones que se produjeron en algunos momentos. Con seguridad seguirá habiendo diferencias de criterio entre los dos, pero hay algo que les une sólidamente: su interés por dar prioridad a la defensa de los intereses de España y de la Corona por encima de cualquier otra circunstancia.

La vida en Abu Dabi 

A continuación se celebró el almuerzo familiar, al que también asistió la Reina Letizia -aunque hubo quien afirmó que había intentado incluir algún acto en su agenda como excusa para no acudir- y también la Infanta Sofía. Y, por supuesto, la Reina Sofía, recién llegada de un viaje a Estados Unidos. Fue un encuentro largo que se prolongó hasta el final de la tarde, y que Don Juan Carlos aprovechó también para recoger algunas cosas personales porque cuando se fue a Abu Dabi pensó que sería solo por unas semanas.

Las conversaciones sobre el futuro del Monarca continuaron después entre los intermediarios habituales. Se decidió renunciar a la visita a Sanxenxo que había previsto para dos semanas más tarde, para marcar distancias con la polémica creada en el primer viaje. Y se acordó también no fijar fechas, de manera que las próximas visitas, cuando se produzcan, se asuman con la mayor naturalidad posible.

En su momento se decidirá dónde va a residir. No se ha manejado ninguna hipótesis, excepto la inconveniencia de que se instale en Zarzuela. Residirá en Abu Dabi como es su deseo y expresó en su carta. 

Ha dado un paso de gigante al viajar a España después de dos años de ausencia. Pero todavía le queda camino por recorrer. Con un ingrediente añadido; se le ha retirado su asignación, lo que no facilita que pueda vivir en España con los medios de quien ha sido Jefe de Estado.