El talento contra el 'gafe'

Diego Izco (SPC)
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El piloto madrileño, de 59 años, atesora dos campeonatos del mundo de ‘rallies’ y tres Dakar. - Foto: Audi

Vivimos en un país extraño, en el que 'envidiable' tiene connotaciones positivas y en el que parece que vivimos deseando que caigan nuestros mitos y que podamos hacer risas con nuestras leyendas. En esa tesitura, Carlos Sainz tiene asociados a sus 41 años de carrera más chistes que ovaciones: durante tanto tiempo al volante se ha cruzado con dunas traicioneras, fallos mecánicos en el último instante, troncos cortados, vacas y ovejas… y eso le ha impedido engordar un palmarés enorme (bicampeón del mundo de 'rallies', tricampeón en el Dakar). Vivimos en un país, efectivamente, que prefiere quedarse con la imagen del perdedor simpático que durante 36 años no ganó títulos. 

La 'culpa' de todo la tiene aquel «trata de arrancarlo, Carlos, ¡por Dios!» de Luis Moya en el Rally de Gran Bretaña de 1998. El WRC decidió que poner cámaras y micrófonos obligatorios en los coches era un buen 'cebo' para el espectador, y gracias a ello pudimos conocer desde adentro a aquel tipo que, en circunstancias desoladoras (salida de pista por culpa de unos troncos en 1994), era capaz de renunciar a gritos y blasfemias para soltar aquel lacónico «La cagamos, Luis».

Para cuando sucedía 'lo' del 98 (avería a 700 metros del final del último tramo), el madrileño era el gafe al que se le estropeó la transmisión del coche en el 89 cuando estaba a punto de ganar, el dueño de aquel Toyota que se negó a arrancar en el Rally de Cataluña'91, el que se llevó una oveja por delante en el 97… pero también el que había conquistado los Mundiales de 1990 y 1992. Y, por encima de todo, el pionero español en una disciplina dominada por franceses y nórdicos, un 'loco' al volante en un país donde el 'deporte de motor' nos hacía pensar en motos. 

Números... y Dakar

En una disciplina de escasa tradición en España, Sainz marcó época durante 25 largos años: de 1980 a 2005, cuando se retiró del Mundial de Rallies, corrió exactamente 250 carreras, 54 del Campeonato de España (26 victorias y dos títulos) y 196 en el WRC, con aquellos dos títulos, cuatro subcampeonatos y cinco terceros puestos.  

Así que de nuevo Sainz acercó las cuatro ruedas en una especialidad donde los Jordi Arcarons, Nani Roma, Marc Coma y otros tocaron el cielo sobre una moto. El 'Matador', como le bautizó la prensa extranjera, necesitó reciclarse para pasar de la velocidad extrema a la precaución del Dakar cuando en 2006 se embarcó por vez primera en la gran aventura. La España que no estaba dispuesta a descolgarle el 'sambenito' del cenizo lo tuvo fácil: problemas mecánicos en 2007, caída por un barranco en 2009, un socavón en 2011, sin combustible en 2013, vueltas de campana en 2014, percances en 2016 y 2017 cuando era líder...

Pero esas ganas de mantenerle el gafe prefieren quedarse con los tormentos en lugar de subrayar sus 36 victorias de etapa para lograr tres campeonatos con tres marcas distintas: la primera con Volkswagen en 2010 (primer español en ganarlo en coches), la segunda con Peugeot en 2018 y la tercera con Mini en 2020. Aunque bien podrían enumerarse con la edad que tenía en lo más alto del podio: 48, 56 y 58 años. Con todo solucionado. Con nada que demostrar. El triunfo de la tenacidad y del deseo de adrenalina más allá de la lógica del paso del tiempo.  

 

Nuevo reto

Solo cuatro pilotos han ganado en la historia del Dakar más que Carlos Sainz, y el madrileño lo ha hecho compitiendo en la misma época que dos de ellos: Stephane Peterhansel (apodado 'Monsieur Dakar' por algo) y Nasser Al-Attiyah. En la presente edición compartirá equipo con el primero a los mandos del coche más sofisticado que jamás ha corrido un Dakar, un Audi RSQ que se mueve únicamente con energía eléctrica: cuenta con una enorme batería bajo el habitáculo, pero también con un motor de explosión convencional y un tercer motor eléctrico que no impulsa el coche, sino que convierte el movimiento del motor término en electricidad para la batería. Un nuevo reto, ya al borde de los 60, para seguir demostrando que el antídoto contra ese supuesto gafe es él mismo.