Adolfo García plantea una metáfora de la literatura

Ical
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El escritor vallisoletano rinde un sentido homenaje a la narrativa de viajes y de aventuras con su último trabajo, 'El gran viaje'

Adolfo García. - Foto: Ical

El poder de la fábula y la colosal capacidad evocadora de las narraciones están en el corazón de 'El gran viaje' (Galaxia Gutenberg, 22,50 euros), la nueva novela del escritor y traductor vallisoletano Adolfo García Ortega, que acaba de llegar a las librerías españolas. Al modo de una Mil y una noches moderna, el exdirector de Seix Barral ofrece al lector un apasionante recorrido a lo largo de cinco siglos, con el que plantea "una inmensa metáfora de lo que es la literatura misma: un sinfín de historias que se encadenan y una voz que las cuenta".

La declaración de intenciones del autor queda clara desde su misma dedicatoria: "A la memoria de Umberto Eco, gran maestro y sabio enredador", a quien en declaraciones a Ical define como "un gigante de la literatura" y como "un hombre sabio como surgen muy pocos cada siglo". Así, a lo largo de las páginas del libro el lector encontrará infinidad de guiños a clásicos de la literatura de viajes y de aventuras, desde 'El nombre de la rosa' hasta 'Moby Dick', de Melville, pasando por H.G. Wells, Julio Verne, Stevenson o Conrad, entre otros muchos. "En 'El gran viaje' hay muchas lecturas de libros afines. Buena parte, si no toda, de la literatura de viajes y de aventuras está representada en mi novela. Es un modo de integrarla en esa corriente", explica.

Cuestionado sobre lo que le ha aportado, como lector, el género, el autor de 'Pasajero K' no duda: "A la lectura le debo la vida. Y desde muy pronto, desde niño, cuando las aventuras, que siempre eran viajes, llenaban mi imaginación, como a tantísimos otros niños y adolescentes. A los libros les debo una vocación y un oficio, incluso cuando fui editor. Traducir me apasiona. Escribir es mi respiración. Y el conjunto natural de todo eso es leer. Y, ojo, que leer no es dejar de vivir. Leer y vivir siempre han de ir de la mano. Una cosa sin la otra hace a las personas seres limitados. Y lo que trato de contar en 'El gran viaje' es que no hay límites".

Reescritura integral

En el libro, un hombre obsesionado por la invisibilidad llamado Oliver Griffin realiza, a comienzos del siglo XXI, el mismo viaje en barco que hicieron sus abuelos a mediados del siglo pasado en su viaje de novios. En la Patagonia conocieron a una mujer singular, Graciela Pavic, cuya misteriosa historia encierra un doloroso secreto. Pero el origen de ese relato se remonta a la gran aventura de otro viaje, no menos misterioso, habido en el siglo XVI y destinado a cumplir un plan secreto de Felipe II en aquel territorio.

A los seguidores de García Ortega el corpus temático de 'El gran viaje' les resultará familiar. El germen de este libro hay que buscarlo en 'Autómata', la novela con la que ganó hace quince años el Premio de la Crítica de Castilla y León. "Siempre creí que 'Autómata' era una novela que necesitaba varias lecturas, porque encerraba algo que no había aflorado bien. Necesitaba, por tanto, una relectura que solo yo podía dar, para sacar la pluralidad de historias que encierra. Y para ofrecerle la lector una mayor claridad en una novela tan compleja. Entonces la reescribí, cambié muchísimas cosas. Decidí contarla de otro modo, sacar la mejor novela que pudiera encerrar. Y al acabar me di cuenta de que era, en realidad, otro libro, un libro nuevo, que tendrá ahora nuevos lectores. O los que tuvo, pero reformateados, por así decir. Es como si, salvando las distancias, Picasso hiciera una versión a color del Guernica, más clara, con los mismos personajes, pero cambiados de sitio. Sería otro cuadro, y ya no se podría llamar Guernica", relata.

El poder de la fábula

'El gran viaje' interrelaciona en una misma aventura las historias surgidas de la fabulación de su protagonista, "un tipo extraño al que el narrador ha conocido por casualidad, como por casualidad se llega a los libros y las historias que palpitan dentro de ellos". En ella, los viajes que se encadenan son, en realidad, un único y 'gran viaje' hacia otro lugar y otro tiempo. Y también hacia la fábula.

"Soy un escritor que tiene tendencia, en las novelas, al relato global, es decir, a 'lo-que-se-cuenta', más que a los hechos concretos, que son 'lo-que-pasa'. Fabular es lo que todos necesitamos, para crear y para que nos recreen. Siempre prefiero las novelas que cuentan una historia que, aunque me pueda decir mucho para mi propia vida, en realidad cuente algo alejado de mi propia vida. No estoy en la línea de la literatura del yo o de la autoficción. El yo lo dejo para los bares y cenas con amigos. La muestra de esa fascinación por la fabulación imaginativa es 'El gran viaje', donde se entrelazan la Historia con mayúscula y las mentiras de la imaginación. La verdad de las mentiras, que decía Vargas", argumenta.

Para el autor, los vínculos entre espacio y tiempo son la "clave" de su nueva novela. "Creo que la conexión se da en que la historia principal se va abriendo a nuevas historias que se bifurcan cuando Griffin se las va contando al narrador. De un momento y un viaje contemporáneos se puede llegar, en sucesivas derivas y 'flashbacks', a tiempos remotos sin dejar de mantener la misma historia y el mismo viaje. La geografía apenas cambia, son los seres humanos quienes, al contar la vida en ella, modificamos el momento, pero no la esencia. De un viaje en un gigantesco portacontenedores se pasa a los viajes de los años veinte y treinta, y estos llevan a los viajes de Magallanes y Sarmiento. Y todo en el escenario del Estrecho de Magallanes, por donde ha pasado la historia desde que se descubrió ese mítico lugar. Y donde surge la historia de la mujer protagonista, Graciela Pavic, cuya historia es tan conmovedora", concluye.