13 días al borde del apocalipsis

G. Koleva (SPC)
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El pulso entre la URSS y EEUU estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear de efectos inimaginables con la crisis de los misiles de Cuba. Sesenta años después, las amenazas de Putin despiertan viejos fantasmas

13 días al borde del apocalipsis

El 16 de octubre de 1962, la humanidad se enfrentó al mayor peligro hasta la fecha cuando la rivalidad entre EEUU y la Unión Soviética, en plena Guerra Fría, hizo temblar al planeta ante un inminente conflicto nuclear. Sesenta años después y con las lecciones aparentemente aprendidas, resulta inevitable preguntarse si los fantasmas del pasado son suficientes para evitar repetir un episodio de semejante magnitud en un momento en el que la amenaza se cierne sobre el mundo desde hace meses y la tensión no hace más que escalar por momentos.

«El mundo enfrenta una amenaza de guerra nuclear por primera vez desde la crisis de los misiles de Cuba». Ese fue el contundente mensaje que lanzó hace apenas una semana el presidente de EEUU, Joe Biden, quien advirtió que el apocalipsis está ahora más cerca que nunca ante los constantes chantajes de Vladimir Putin, inmerso desde hace casi ocho meses en la invasión de Ucrania.

El jefe del Kremlin no ha usado, hasta el momento, el término nuclear, pero lo cierto es que no ha dejado de hacer alusión a la retórica atómica en sus discursos. Es más, a finales de septiembre sentenció que defenderá a su país «con todos los medios» a su disposición, algo que, en opinión de la comunidad internacional, no deja lugar a dudas.

No obstante, el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU decidió salir al paso recientemente y aseguró que a día de hoy no hay indicio alguno de una escalada nuclear por parte de Putin, si bien los acontecimientos invitan a pensar que el mundo se está preparando. De hecho, las tensiones se han agudizado más si cabe tras el goteo de misiles de corto alcance lanzados por Corea del Norte en las últimas semanas, con el objetivo, según Piongyang, de probar su capacidad ante un «contraataque nuclear».

Resulta inevitable que los últimos reveses no hagan rememorar la situación vivida, hace hoy 60 años, los 13 días que duró la crisis de los misiles, cuando las constantes acusaciones, advertencias y choques entre EEUU y la URSS estuvieron a punto de desencadenar una guerra nuclear de efectos inimaginables para el mundo.

John F. Kennedy se encontraba al frente del Gobierno norteamericano cuando fue informado de la supuesta presencia de misiles balísticos soviéticos de medio alcance, a medio instalar, en Cuba. 

En plena Guerra Fría, la isla era un punto estratégico para ambas partes. Tras el triunfo de la Revolución cubana de 1959, los intereses norteamericanos se vieron comprometidos ante el auge del comunismo, por lo que el Gobierno, a instancias de la CIA, planeó una intervención militar en la región. Tras una fallida invasión estadounidense en Bahía de Cochinos para reemplazar al régimen de Fidel Castro y ante la posibilidad latente de un nuevo intento de incursión, La Habana celebró con Moscú un acuerdo secreto para establecer misiles nucleares en la zona y disuadir a Washington.

Potencias desiguales

El líder de la URSS, Nikita Jruschov, vio entonces la oportunidad perfecta para restaurar la paridad nuclear después de que EEUU instalara misiles con ojivas nucleares en Turquía e Italia, miembros de la OTAN, lo que hacía peligrar la seguridad de la república soviética.

Así, a mediados de octubre de 1962, aviones de la fuerza aérea estadounidense fotografiaron la instalación de plataformas para misiles con alcance de 2.000 kilómetros que apuntaban directamente a sus ciudades. Pero Kennedy decidió contraatacar y advirtió que cualquier ataque desde la zona tendría consecuencias. Así, el Gobierno norteamericano desplegó un número importante de tropas por mar y aire con el fin de bloquear la isla y evitar la entrada de más armamento procedente de la URSS, al tiempo que exigía la retirada de los misiles. La tensión escaló especialmente cuando varios barcos soviéticos se acercaron a dicha zona de bloqueo, mientras el círculo de Kennedy le presionaba para que invadiera Cuba. El peligro era inminente y el mundo entero tembló ante la duda de quién sería el primero en accionar el botón rojo. 

Diplomacia

Lo cierto es que ninguna de las partes estaba interesada en una catástrofe de semejante envergadura. Durante 13 días, Washington y Moscú mantuvieron negociaciones secretas por misivas y lograron acercar finalmente posturas. Como resultado, la URSS replegó sus misiles de Cuba a cambio de que EEUU eliminara el bloqueo y no invadiera la isla, además de retirar sus misiles desplegados en Turquía.

La diplomacia y el sentido común salvaron entonces al planeta del apocalipsis. Seis décadas después, la Unión Soviética ya no existe, pero su sombra es alargada en la Rusia de Putin. La incógnita radica ahora en si el actual jefe del Kremlin está dispuesto a rebajar el tono o si seguirá empeñado en continuar con una retórica que cada día se siente más como una amenaza.