La banda del Superman

A. G. Mozo
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Las «peligrosas» pastillas del superhéroe intervenidas por la Guardia Civil llegaban a triplicar su precio en el camino hasta los locales de ocio del alfoz en que se vendían

'Supermanes', la droga intervenida por la Guardia Civil de Valladolid. - Foto: El Día de Valladolid

Mario y José Antonio eran los encargados de proveer de speed y éxtasis a sus camellos, una red de vendedores a pequeña y media escala que, en realidad, ellos no dirigían directamente, pero a la que dominaban a través de sus precios. Sobre todo con su producto estrella, las pastillas de éxtasis con el logo de Superman, con tanta fama en el mundillo del consumidor de fin de semana en las discotecas, como riesgo para la salud -dos jóvenes fallecieron por su culpa en 2015 en Guipúzcoa y Salamanca-. Los dos presuntos traficantes compraban cada una de las ‘supermanes’ a cinco euros y las pastillitas azules acababan por triplicar su precio cuando se ponían en manos del consumidor final, puesto que, normalmente, se venden a 15 euros, tal y como detallan a El Día de Valladolid fuentes de la lucha antidroga.

 

Los dos presuntos líderes de la llamada banda del Superman solo asumían, por tanto, el control del abastecimiento a terceras personas. Camellos como los otros cuatro arrestados en el marco de lo que la Guardia Civil llamó la Operación Superblue (que se ha desarrollado durante el último año por el EDOA, Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga, de la Unidad de Policía Judicial) y que acabó hace 11 días con la aprehensión final de cerca de un kilo de droga: 748 gramos de speed, 40 de hachís y 135 pastillas de un nuevo éxtasis, caracterizadas por ser de color azul y por llevar impreso el logo de Superman.

 

Los agentes han demostrado a lo largo de meses de vigilancias  que las seis personas arrestadas funcionaban como una red de narcotráfico especializada en la venta de diversas drogas sintéticas como el speed, sustancia de la que se encargaba fundamentalmente Mario I.C.; o las ‘supermanes’, una droga nunca localizada antes en Valladolid y de la que asumiría el control el otro teórico cabecilla, José Antonio B.M. Desde ellos dos partía la comercialización de las drogas «bajando poco a poco en la escala delincuencial», tal y como explican estas mismas fuentes.

 

En el siguiente escalón estaría Alicia R.R., de 28 años y vecina de Entrepinos (una de las urbanizaciones más prestigiosas de Simancas), que, presuntamente, se hacía por «8 ó 10 euros» con las ‘supermanes’ de Mario y José Antonio y después las ponía en manos del resto de camellos por «entre 10 y 12 euros», según detallaron las mismas fuentes. Y es justo ahí donde aparecerían los otros tres arrestados durante la Operación Superblue: Daniel C.R., que cayó en un control en Sardón cuando iba a vender 17 ‘supermanes’ en una discoteca de Quintanilla de Onésimo y que esta semana se declaró culpable del delito y aceptó 18 meses de cárcel; Ángel Manuel C.A., que fue apresado durante un control en Tudela con 27 de esas pastillitas; y Adrián M.M., detenido en el mes de diciembre junto a la sala La Fiestuki, de La Cistérniga, con 20 ‘supermanes’.

 

En esos tres golpes que, en un principio, parecían simples golpes contra la venta al menudeo, el EDOA lograba sacar del mercado 64 ‘supermanes’, lo que, traducido a dinero, serían ya cerca de mil euros.
 

95 pastillas. Tras el arresto de los tres camellos, las pesquisas en torno a la banda del Superman se fueron centrando en la persona o personas que les abastecían. Y ahí apareció, el 16 de febrero, la joven de Entrepinos, Alicia R.R., a la que la Guardia Civil detuvo después de que recibiese una partida de 95 ‘supermanes’ (casi 1.500 euros en el punto de venta final). Unas pastillitas que, según creen estos investigadores, irían destinadas a jóvenes camellos como David (20 años), Ángel Manuel (25) y Adrián (28).

 

Ellos tres eran el último escalón de un grupo en el que cada uno de los supuestos integrantes tenía un rol diferenciado, pero que, en realidad, funcionaban con plena autonomía, puesto que no había la jerarquización propia de otras organizaciones en las que el camello no da un paso sin el visto bueno de su proveedor y éste no cierra una venta hasta que no tiene el ok del cabecilla del grupo delincuencial.
 

60.000 ‘supermanes’. Ellos seis formaban parte de una cadena que siempre acababa con un joven metiéndose al cuerpo una de esas pastillitas azules, originarias del norte de Europa -en Finlandia, uno de los principales centros de producción, en poco más de un año se lograron intervenir 60.000- y que hasta en los propios foros de consumidores de drogas aparecen como «peligrosas»: «Hay algunas ‘supermanes’ azules (en Estados Unidos, por ejemplo, existen de otros colores) que llevan MDMA (metaanfetamina, el componente principal del éxtasis) y otras no. Analiza antes de consumir y/o haz una prueba con una dosis pequeña. Si no ‘sube’ cómo y cuándo debiera, no lo tomes», se puede leer en webs como www.energycontrol.org, en las que se llega a ofrecer servicio «gratuito» y «confidencial» para el análisis de estas sustancias.

 

Hasta la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) llegó a ser alertada por la DEA (agencia antidroga de EEUU) de la peligrosidad de las pastillas del superhéroe porque contenían diversas sustancias anabolizantes. En todo el mundo se han detectado en azul, rojo y amarillo. La banda del Superman solo tenía azules.