La neofascista Giorgia Meloni será, con toda probabilidad, primera ministra italiana. Y lo será gracias a que el bloque de derechas (junto con Salvini y Berlusconi) ha logrado el 44% de los votos. Las otras grandes fuerzas (PDI y aliados, Cinco Estrellas y Renzi) suman más, el 49%, pero decidieron ir por separado y el sistema electoral italiano las penaliza. Hay razones de enorme peso para afirmar que esa alianza era casi imposible, pero, ¿importan más que evitar que Italia siga la senda de Hungría o Polonia?
La cuestión, en este caso y en tantos otros, es tener muy presente a la ciudadanía. Cuando se vive la política de cerca las diferencias se nos muestran más evidentes y se magnifican. Entre partidos, y dentro de cada partido, como en cualquier otro ámbito: también nos ocurre en el trabajo, en la comunidad de vecinos o en nuestra propia familia. La diferencia es que en cada decisión en política están en juego las ilusiones, deseos, necesidades y problemas de miles, si no millones de personas. Y la discusión con tu vecino se arregla (si se quiere) tomando un café, disculpándote y haciendo las paces. Pero cada rifirrafe político en el que nos enfrascamos perdiendo de vista a la ciudadanía, hace que buena parte de ella caiga en el descreimiento y se aleje. Ese ha sido el terreno abonado para la enorme abstención y el triunfo del discurso ultra de Meloni.
Es lógico que el conflicto esté presente en política: es su misma esencia, la contraposición de intereses y creencias no siempre conciliables. El problema aparece cuando el conflicto se produce entre quienes, en lo fundamental, compartimos una visión de la sociedad, de cómo debería ser nuestra ciudad o nuestro país. Y en la izquierda nos pasa mucho. Demasiado.
Por eso es una buena noticia que este viernes se anuncie la celebración de un acto público compartido entre las organizaciones políticas de izquierda de nuestra ciudad, el próximo 9 de octubre. Alianza Verde, Equo, Izquierda Unida, Podemos y Valladolid Toma la Palabra convocamos a un primer momento de encuentro para abrir un proceso de debate con toda la ciudadanía. Para hablar de lo que ha cambiado Valladolid en los últimos años, de lo mucho que queda por avanzar y de lo mucho que nos arriesgamos a perder si nos perdemos en diferencias de matiz. 
No se trata de construir la unidad por mera aritmética electoral, sino por honestidad hacia la ciudadanía. Tenemos diferencias, por supuesto, pero ninguna que justifique obligar a optar entre opciones que, en lo fundamental, defienden lo mismo. Y, desde luego, no tenemos derecho a jugar con las ilusiones, miedos y problemas de toda esa gente que cree que Valladolid está cambiando a mejor y necesita que lo siga haciendo. Hacemos unidad para poder seguir haciendo ciudad. Para seguir construyendo esa Valladolid justa, verde, viva e inclusiva que no tiene vuelta atrás.