Los claretianos dicen adiós a Valladolid tras 81 años

M.B
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La congregación dejará el próximo 31 de agosto la parroquia del Corazón de María, situada en la plaza Circular, y la comunidad en la provincia vallisoletana, a donde llegó en 1941

Los últimos claretianos. Ángel Cabezón García, Francisco de Asís Vicente Vicente y Eugenio Jesús Oterino Blanco. - Foto: Jonathan Tajes

Este domingo no será un domingo cualquiera en la parroquia del Corazón de María. De hecho será el último domingo en el que los padres Ángel Cabezón García, Francisco de Asís Vicente Vicente y Eugenio Jesús Oterino Blanco oficien misa en esta iglesia de la plaza Circular. Ellos son los tres últimos claretianos en Valladolid y el próximo 31 de agosto dejarán la parroquia y la ciudad tras 81 años de la congregación en estas tierras. La decisión de cerrar su sede en la provincia se tomó en diciembre del pasado 2020, acuciada por el descenso del número de misioneros y por el deseo de responder con calidad a otros retos y compromisos; una decisión que tildó de «dolorosa» y que espera que redunde «en un mejor servicio evangélico y misionero». Y este próximo miércoles, los tres últimos claretianos dejarán atrás esos años de historia, sobre todo «con tristeza y pena».

Los últimos años han sido muy duros para la congregación Misioneros Claretianos Provincia de Santiago, que es como se llama, en Valladolid, a donde llegó en 1941. Primero, por el fallecimiento del vicario de la parroquia, Julio Vivas, por covid; luego por la pérdida de otro compañero también por coronavirus y este enero, tras la muerte de su último párroco, Gumersindo Martín García, 'Sindo', tras una larga enfermedad. «Nosotros podíamos haber seguido con un pequeño refuerzo, pero ahora no hay vocaciones... quizá con el paso del tiempo...», señalan los tres claretianos, confiando en regresar a Valladolid con esos 'refuerzos'. De hecho, el edificio y la iglesia no se venderán aunque se cierren este último día de agosto, aunque uno de los despachos seguirá siendo usado por la oenegé de la congregación, Proclade, con más de 60 apadrinamientos.

La congregación de los claretianos llegó a Valladolid sin iglesia propia ese 1941 (por tercera ocasión, tras dos intentos fallidos; uno en 1894, cuando se ubicaron en la iglesia de San Juan de Letrán, en la Acera Recoletos; y el segundo, en Chancillería en los años 30 del siglo XX). En ese 1941 primero vivieron en la Rectoral de San Pedro. «La propuesta tenía como misión principal la predicación itinerante por los pueblos, las misiones populares, los ejercicios espirituales...», se recordaba en su día desde la Archidiócesis de Valladolid. En 1944 se habilitó una capilla junto a la nueva vivienda, en la calle que hoy es Padre Claret, donde siguen actualmente. Aunque el templo y los locales parroquiales datan de 1981, fue en junio de 1966 cuando el arzobispo José García y Goldázar, movido por el incremento de los fieles en el entorno de la plaza Circular, decidió transformar en parroquia esa joven iglesia, con el título de Inmaculado Corazón de María. «La iglesia se convirtió desde el inicio en un templo activo, moderno y participativo, volcado en numerosas actividades parroquiales y en otras como las campañas de sensibilización, el comercio justo, la banca ética y los apadrinamientos promovidos desde Proclade», se añade. 

Ángel Cabezón, en la capilla de la parroquia Corazón de María.Ángel Cabezón, en la capilla de la parroquia Corazón de María. - Foto: Jonathan TajesEn estos 80 años, los claretianos han servido en la Residencia Universitaria de la calle Gamazo, la llamada Casa del Barco; han contado con un comedor Diocesano de Cáritas, que atenía a 17 personas al día; han tenido también un Centro Juvenil, Jucoma (Juventudes del Corazón de María), por el que han pasado unos 400 adolescentes; han realizado formación de adultos, llegando a contar con 17 grupos y todos sus salones ocupados; también tuvieron un Hogar de Ancianos en la calle San Luis; han sido Cáritas Parroquial y han atendido a enfermos; además de estar en centros escolares y en la Residencia de Religiosas Adoratrices, donde siguen dando servicio cada día para misas o confesiones.

«Esta iglesia está en un barrio que, en sus primeros años, era de expansión. Primero como capilla y luego como parroquia», recuerdan los tres sobre aquellos inicios. Tras ellos, los claretianos fueron integrándose en la ciudad con sus numerosas actividades parroquiales y sociales. Los tres últimos claretianos se fueron incorporando en diferentes etapas, coincidiendo juntos estos años de pandemia.

Su sede cuenta con una parroquia donde se oficia misa todos los domingos (10.30, 13.00 y 20.00 horas) y este verano todos los días de la semana, a las 20.00 horas. Hasta estos últimos meses, la eucaristía de la semana y el sábado se realizaba en una pequeña capilla adyacente, que en este tiempo ya no se usa.

El salón de actos de la parroquia Corazón de María.El salón de actos de la parroquia Corazón de María. - Foto: Jonathan TajesEn la planta baja de la parroquia, la congregación cuenta con un comedor en el que, hasta la eclosión de la pandemia, se daba de comer a 17 personas sin hogar. «Llegaban a las once y media de la mañana y se quedaban hasta las cinco de la tarde. Además de comer, interrelacionaban entre ellos, jugaban a las cartas...», recuerdan. La cocina se desmontó y se destinó a otro comedor social en Tordesillas. Junto a él, se encuentra un salón de actos para más de 150 personas, que el Centro Juvenil Jucoma –cuyo símbolo era un lazo, a modo de unión– usaba para representaciones de teatro o para ver cine en 16 milímetros. «Venían chavales de toda la zona, fue uno de los tiempos gloriosos, con campamentos, salidas a la nieve, teatro, actividades culturales... aparte de todo lo religioso», afirman los tres padres.

No falta un local donde antes se ubicaba la biblioteca y la sala de lectura, salas de reuniones o de conferencias y, por supuesto, despachos, alguno de los cuales seguirá en funcionamiento para Proclade, esa ONG que mantiene los apadrinamientos, la mayoría en países de Centroamérica, como por ejemplo Honduras o Nicaragua.

Junto a todo ello, las propias estancias o viviendas de los misioneros claretianos, donde residen sus tres últimos representantes.

«Y mucho culto, mucha gente muy participativa», añaden, sobre todo en las misas de los domingos. «Los fieles nos han ido comentando que les da mucha pena nuestra salida. Porque además de irnos se cierra la parroquia», recuerdan los tres casi al unísono. 

Así, la Diócesis anunció hace unos meses que ella acogerá a los grupos de formación, y los agentes de pastoral y sus actividades continuarán su tarea, fundamentalmente, en las parroquias de San Andrés, San Juan o Santa María Micaela, aunque se ha dado la mayor libertad. «También hemos recibido muchas muestras de agradecimiento por el servicio dado», aportan los tres claretianos.

Día a día.

Este 28 de agosto será el último en la parroquia. En cada una de las misas (10.30. 13.00 y 20.00 horas) se irán despidiendo de sus feligreses, como llevan haciéndolo desde que se anunciase su marcha. Aunque la eucaristía principal se celebró el pasado 18 de junio, las últimas serán, tras las del domingo, las del lunes, 29, martes 30 y miércoles 31, que serán dadas cada una por uno de los tres párrocos.

Ángel Cabezón, a sus 81 años, se incorporará a la congregación en Aranda. Es natural de Fombellida de Esgueva y llevaba en esta seo diez años en cuatro etapas diferentes, la última como párroco administrador. Francisco de Asís, natural de Yecla (Salamanca), es el veterano y a sus 85 años irá a Madrid tras 26 años en América, 20 en Galicia y 11 en Valladolid. Mientras que Eugenio Oterino, de Muelas del Pan (Zamora) y con 80 años (43 de ellos en Rioseco y 17 en Valladolid) se quedará, con los permisos reglamentarios, en el Hogar Sacerdotal de Valladolid.

Los claretianos están extendidos por toda España, contando en Castilla y León, tras los cierres de Burgos, Palencia, Medina de Rioseco y ahora Valladolid, con comunidades en León, Zamora, Salamanca, Segovia yAranda. «Falta vocación, aunque hay algún pequeño refuerzo llegado del extranjero. Concretamente tenemos dos indios, dos indonesios y dos vietnamitas. Cuatro de ellos se incorporarán a la provincia de Santiago próximamente». Y hacen una lectura aún más a largo plazo: «Igual que hemos ido nosotros a América, ahora que vengan ellos para acá. Allí hay más vocaciones».Actualmente habrá 3.000 claretianos en todo el mundo.

Mientras, el padre Ángel Cabezón hace una reflexión en alto, asegurando que «no queremos hablar de despedida definitiva, pues siempre viviremos con la esperanza de que un día volveremos a Valladolid. Hay semillas de vida de esperanza en medio de esta dificultad; esperemos que el Señor de este sufrimiento saque vocaciones. Estamos en las manos del Señor. Sigamos con confianza, no solo hemos de mirar al pasado sino al presente y al futuro».