La víctima de la Circular guardaba 298.000 euros en su piso

A.G.M.
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Los policías que registraron la vivienda relatan cómo hallaron a la víctima y el domicilio, así como que fue la nuera la única que supo decir dónde podía estar la llave de la caja fuerte, y que fue ella la se encargó de abrirla «sin mirar las claves»

Juicio por el crimen de la Circular.

La cuarta jornada del juicio por el crimen de la Circular ha servido para que los policías que participaron en el registro de la vivienda de María Aguña relataran el estado en que apareció la víctima y el domicilio, además de en la apertura de la caja fuerte y la búsqueda del dinero que guardaba la septuagenaria, el botín que buscaban los ladrones y que no fueron capaces de encontrar.

Los investigadores del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de Policía Judicial encontraron «199.000 euros en fajos de billetes y una riñonera con numerosas joyas y un sobre con 24.000 euros, así como pagarés y talones», relató un inspector que explicó que «seis días después se encontró más dinero, por información que dio un empleado»: «Debajo de un mueble ropero que había en la habitación de la caja fuerte, encontramos una bolsa de plástico con otros 75.000 euros». Así las cosas, Aguña guardaba 298.000 euros, pero los ladrones ni dieron con la caja fuerte ni llegaron a registrar el armario en el que estaba la chaqueta convertida en el escondite de la llave.

Todos los agentes que intervinieron en el registro confirmaron que la puerta no estaba forzada, pero la casa estaba «muy revuelta»víctima presentaba sígnos visibles de violencia y que estaba amordazada «con muchas vueltas de cinta americana», de modo que tenía la boca cubierta por completo y las fosas nasales «parcialmente», aunque se había conseguido liberarar de parte de las ataduras: «Tenía la mano derecha suelta, pero las marcas y la amplitud de la cinta nos hicieron pensar que había tenido ambas atadas», describió uno de los policías de Homicidios, que detalló que «todas las habitaciones presentaban signos de haber sido registradas, con cajones abiertos y ropa fuera de los armarios; tanto en los tres dormitorios, como en el salón».

Igualmente, todos coincidieron en que «la caja fuerte era visible», a pesar de estar tras unas cortinas y de que los sicarios aseguraron en sus declaraciones del jueves que no dieron con ella. Los policías también encontraron la libreta con la combinación y luego también la llave, que estaba en un abrigo, en uno de los armarios que, precisamente, no estaba registrado. Explicaron que fue «la nuera la que se lo dijo al jefe del Grupo de Homicidios, que podía estar allí». El inspector detalló que fue Cristina la que se ofreció a abrir la caja fuerte porque los agentes actuantes no sabían cómo funcionaba.

«En la casa encontramos escondidas dos llaves de caja fuerte. Una en un abrigo de visón, que era de la caja fuerte del hijo, y otra en el bolsillo de una chaqueta donde había, además, una bolsita con joyas», precisó otro miembro de la UDEV (Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta), quien añadió que fue «Cristina la que dijo que ella sabía que María guardaba en los bolsillos de los abrigos la llave, aunque había veces que la llevaba encima»: «Nos costó tiempo encontrar la llave, más de tres horas, porque había mucha ropa», apostilló. «Finalmente, la caja fuerte la abrió Cristina, porque estuvimos cuatro policías intentándolo y nada. Ella no necesitó ni mirar las claves, la abrió a la primera»

LA NUERA

Otro de los agentes tamibén apuntó al jurado sobre el papel de Cristina en los primeros momentos de la investigación, por la cantidad de información que manejaba, incluso insuando que conocía al responsable del asalto: «La nuera nos dijo que ella podía saber quién ha sido, aunque luego no ahondó sobre ello».

En esta cuarta jornada también ha declarado la única persona que vio a los tres sicarios abandonando el inmueble aquel 17 de octubre, un amigo del quiosquero de la Circular que llamó al timbre de María Aguña para subirle la compra y que, sin saberlo, puso en fuga a los delincuentes: «Salieron tres del portal, iban andando uno detrás de otro, en fila india. Dos señores eran muy morenazos, con el pelo cortado al cero o al uno, y un tercero era un mulato. El primero que salió era un poquito más fuerte que los demás», describió el vecino, ratificando la supuesta presencia de Anton y los dos Gabriel, algo que ha sido confesado ya por dos de ellos.

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