Legumbres y torrijas en la casa de Lupicinio

M.B
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Yolanda Martín nos abre las puertas del Mesón Maryobeli en Cogeces del Monte con su cocina tradicional, "y de pata negra", por bandera

Yolanda Martín, en la cocina del Maryobeli. - Foto: J.T.

Cogeces del Monte tiene poco más de 600 habitantes. Cuenta con una iglesia, un monasterio y un parque etnográfico, entre otros atractivos. Aunque su principal reclamo, sobre todo en los últimos años, está siendo el gastronómico, de la mano de una paisana, Yolanda Martín, y de su Mesón Maryobeli. Este 2022, Yolanda y su marido, Modesto, cumplen treinta años en el mundo de la restauración. Y lo hacen siendo conocidos por su cocina tradicional, «de pata negra»; por sus legumbres; su bacalao; su lechazo y, o, sobre todo, por sus torrijas.

«Todo empezó nada más casarnos. Había un bar de vinos en el pueblo, el Palomo, que se alquilaba. Y para allá que nos fuimos. Yo de hostelería solo sabía que con 14 años había llevado el bar de la piscina y que el primer día cuando me pidieron un 'sol y sombra' no sabía ni lo que era», sonríe Yolanda mientras recuerda sus inicios. Aquello fue el 29 de octubre de 1992. Y desde entonces, Yolanda y Modesto han evolucionado, en la cocina y en el negocio en general.

Así que el bar Palomo, que estaba en la plaza del pueblo, se pasó a llamar Maryobeli: «Es el nombre que se me ocurrió para la carnicería que montó mi madre. Viene de las iniciales de los cuatro hermanos, Marco, Yolanda, Beatriz y Lidia». Allí siguieron con los vinos, el vermú, las cañas e incluso las copas: «Pero vimos que había una carencia en Cogeces, no había casa de comidas». Así que fueron ampliando miras y negocio. 

En 2004 dieron un paso más. Al acabarse su contrato en el otro local, se lanzaron al actual, que por entonces era un merendero y había sido la vaquería de su abuelo, Lupiciano: «Fuimos a por todas y abrimos una casa rural y el restaurante». En la primera tienen capacidad para 12 personas (dos habitaciones dobles y cinco individuales). En el segundo, para 34 comensales.

Yolanda puso entonces su experiencia entre fogones en la cocina de su Maryobeli: «Mi madre, Milagros, es la que me ha enseñado y ayudado. De hecho, cocina mejor que yo. Y luego hemos ido evolucionando la oferta». De hecho, al principio tenían también servicio en barra, mientras que ahora solo es restaurante, de comidas de lunes a domingos, y de cenas bajo reserva.

Sus primeros platos estrella fueron el bacalao a la lupinia –«es mi mote, porque mi abuelo era Lupiciano; y éramos las lupinias. La receta se la enseñó un amigo, Ángel el Vasco, a mi madre. Luego decía que le parecía increíble que le saliese mejor que a él»– y tipo club ranero, con producto de El Barquero; y el lechazo asado. «Pero mucha gente nos llamaba preguntando por legumbres y hemos ido añadiendo alubiones con almejas, garbanzos con callos, alubias con perdiz, cocido, lentejas con cacahuetes...», señala.

Ahora tienen un menú diario, por 11 euros; y uno de fin de semana, por 15; con tres primeros y tres segundos a elegir; aunque suelen participar en diferentes jornadas, como esta semana la de Alimentos de Valladolid con pasión. Luego toman parte en concursos nacionales, como el de Las Mejores Verdinas de España, al que llegaron a la final en Oviedo con unas marineras hace una semana. Aunque el que les encumbró fue el de 2018, con la mejor torrija: «Nunca pensé que me llamarían de Valencia para preguntarme si la teníamos para venir a comer aquí». Asegura que no tiene ningún secreto más allá de que el pan lo hacen ellos mismos en el Mesón: «Leche, cáscara de naranja, canela y chorro de anís... y dejo que se empape bien».

«¿Qué es Maryobeli? Nuestra ilusión», dejan claro Yolanda y Modesto, en la casa de Lupiciano.