La remolacha: futuro sostenible

D.V.
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Tan solo una hectárea de este cultivo es capaz de fijar la misma cantidad de CO2 que 14 hectáreas de pinares o 30 de praderas

La remolacha: futuro sostenible

De ella se obtiene uno de los alimentos más preciados, el azúcar, pero también se ha demostrado que es uno de los grandes cultivos sostenibles del planeta. La remolacha tiene un importante papel como fijador de CO2. Basta decir que tan solo una hectárea de este cultivo es capaz de fijar la misma cantidad que 14 de pinares o 30 de praderas.

 De hecho, es un ejemplo de sostenibilidad económica, social y medioambiental que ha sabido optimizar todos los conocimientos que se han obtenido y se están obteniendo de una importante I+D+i en toda la cadena de valor.

En cifras contrastadas, una hectárea de remolacha fija 40 toneladas de dióxido de carbono y produce 26 toneladas de oxígeno por hectárea y año, lo que proporciona aire fresco a 120 personas anualmente.

«Produce mucha materia vegetal que fija CO2, tanto en la raíz como en las hojas. Esta característica hace que su balance sea muy positivo, sobre todo cuando lo comparamos con otros cultivos», asegura Adrián Jiménez, técnico de Acor.

NUTRIENTES

En este ámbito agroambiental, el cultivo de remolacha azucarera en la rotación de la explotación del agricultor constituye una práctica de agricultura de conservación beneficiosa para el medioambiente y el suelo, contribuyendo, entre otros factores, a un mejor aprovechamiento de los nutrientes, al control de malas hierbas de los otros cultivos que entran a formar parte de la rotación de la explotación, a la reducción de uso de fitosanitarios y semillas (normalmente de cereal) y a la disminución de la cantidad de abono en el cultivo siguiente por el enterrado de las hojas de remolacha.

Además, constituye un hábitat óptimo para aves reproductoras, por su cosecha tardía y actúa como cortafuegos en verano, en caso de incendio en las fincas de cereal.

«Los agricultores conocen las ventajas de este cultivo desde todos los puntos de vista, tanto en lo económico como en lo ambiental», explica Adrián Jiménez. «En Acor ahora mismo estamos en plena campaña de contratación y de siembra y tenemos afianzadas más de 11.000 hectáreas».

Prueba de este ahorro es que en los últimos años el uso de los fitosanitarios en el cultivo de la remolacha se ha reducido un 32 por ciento y el de fertilizantes un 50 por ciento. Sin embargo, eso no ha provocado que disminuya su productividad.

También el ahorro de agua es otro factor importante para la reducción de costes. El gasto en riego ha bajado hasta los 6.500 metros cúbicos que actualmente se necesitan en una hectárea con sistema de pívot, gracias en buena medida a las nuevas fuentes de energía que se han desarrollado.