Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Al lío

06/05/2021

El Partido Popular ha obtenido un resultado impactante en Madrid y se ha llevado por delante a sus dos grandes antagonistas: Ciudadanos firma su acta de defunción en ésa Comunidad y Pablo Iglesias descarrila. Podemos, por añadidura, acusa el mayor correctivo de manos de sus disidentes de Más Madrid y Vox se mantiene a flote sin emerger. El PSOE fracasa sin paliativos.
Es un éxito de alto coste que el PP tiene que saber merecer. Convocar (al precio de 20 millones de euros) unas elecciones sólo dos años después de las anteriores y hacerlo esgrimiendo como señuelo principal la «libertad» en su sentido más epistemológico, acarrea un compromiso severo que el partido de Casado debe saber gestionar.
La dirigencia actual del PP en Madrid pertenece a una nueva generación, escarmentada de los errores de la anterior, y ése activo debe materializarse en lo que parece ser la esencia de su éxito: el liberalismo. Una forma de entender la gestión pública en la que los gobiernos representan estados coadyuvantes no asfixiantes. Y en la que las generaciones de junior tienen manga ancha para construir su propio futuro desde el respeto al legado de los senior y sin sentirse agostados por la herencia. La elección de «Libertad» ha sido un éxito de Ayuso.
La caída en desgracia del rupturismo representado por Pablo Iglesias es, probablemente, lo más relevante de las elecciones madrileñas: PP y PSOE han protagonizado una alternancia en los últimos cuatro lustros que la coalición con Podemos hacía en la práctica inviable. Y ésa dualidad de las dos grandes formaciones siempre ha sido una válvula de seguridad que ha mantenido al electorado español fuera de calentones.
Es necesario que el PSOE recupere la figura porque ambos se necesitan para el juego de balancín que es España. Y que el PP asuma la gran responsabilidad que acaba de merecer.