30 años del museo de todos

Agencias
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El Thyssen-Bornemisza celebra tres décadas de vida con acceso libre y múltiples actividades que refuerzan su sello de Patrimonio Nacional

En la institución conviven cerca de 800 obras de maestros antiguos y modernos. - Foto: Borja Sanchez Trillo (efe)

Han pasado tres décadas desde que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza abriese sus puertas. Un período que comenzó con la euforia de la llegada de la colección del barón a España, si bien pasó por una fase incierta hasta la firma del alquiler de las propiedades de Carmen Cervera. Ahora, 30 años después, afronta una etapa de estabilidad, con la mirada siempre puesta en el futuro.

Una pinacoteca que sigue hoy en día estrechamente vinculada a la familia del barón (1921-2002) a través de su viuda, Carmen Thyssen, vicepresidenta del patronato, y la participación de varios de sus hijos.

Con motivo del aniversario, la institución celebra este fin de semana una jornada de puertas abiertas, ideando una completa programación de actividades que incluye talleres, charlas y actividades para todos los públicos. De esta forma, busca reforzar la idea de que se trata de un museo nacional, o «el museo de todos», tal y como se titula el podcast que ha lanzado con motivo del aniversario.

A mediados de los 80, el barón Thyssen comenzó los contactos con el Gobierno español para la llegada de su colección, descartando lugares como Suiza o Inglaterra, y el 8 de octubre de 1992 abrió las puertas de la pinacoteca. El Estado pagó 44.000 millones de pesetas y los casi 800 cuadros son hoy de su propiedad -no así la colección de su viuda, también expuesta-. El Ejecutivo rehabilitó el Palacio de Villahermosa y allí se instalaron las obras en la que maestros antiguos como Rembrandt, Caravaggio o Carpaccio conviven con Van Gogh, Degas, Picasso o Freud.

Los primeros años fueron viento en popa, la galería era -y sigue siendo- una de las paradas indispensables del Paseo del Arte, que conforma con el Prado y el Reina Sofía. Ya en 1999 llegó la colección de Carmen Thyssen, en gran parte heredada de su marido. Inicialmente se acordó una fórmula de depósito, pero el objetivo claro era que el Estado la comprara.

El Gobierno adquirió dos edificios anexos para alojarla pero la negociación se torció. Se resolvió en febrero del año pasado, tras un acuerdo de alquiler de 6,5 millones de euros anuales durante 15 años.

Muevos aires

El año pasado, el Thyssen experimentó con nuevas fórmulas de narrativa de su colección permanente, hasta entonces cronológica. El museo formuló un proyecto sobre arte norteamericano que mezclaba piezas de distintas épocas e incluía obras nuevas aportadas por varios de sus hijos. Estas nuevas narrativas, además de la aportación de los herederos del barón, son clave en el futuro de una pinacoteca en constante evolución.