El templo de los ibéricos en la ruta de la A-6

M.B
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Los hermanos De la Hoz, Federico, Patricia, Bruno e Irene, nos abren las puertas de Casa Lola en Rueda, un establecimiento de parada obligatoria

Casa Lola, en Rueda. - Foto: Jonathan Tajes

«Nosotros no somos un restaurante al uso». Bruno, el tercero de los hermanos De la Hoz, responde de primeras, con alguna duda, a la pregunta de qué es Casa Lola. Porque 'El Fogón' se adentra esta semana en uno de esos establecimientos marcados en rojo en muchos mapas de coches y camiones de España. «Un templo», dicen algunos de este local. Una casa sin una cocina como las habituales de restaurantes de la zona, sin un asador, como podría pensar alguno, y con un cortador o cortadora de jamón casi en la entrada. Ya tenemos una pista.

Casa Lola es una parada, casi obligatoria, en el kilómetro 172 de la Autovía del Noroeste, la A-6, justo a la entrada de Rueda si uno va en dirección Madrid-La Coruña, en plena cuna del verdejo. Nueva pista.

Su actual ubicación es en la calle Santísimo Cristo, aunque su origen está en una pequeña taberna junto a la iglesia del pueblo, el Bar Leonés, que durante muchos años se hizo famosa gracias a la mano de Lola, madre de los hermanos De la Hoz, y a su jamón, su tortilla de patatas y su caldo: «Era un servicio para la gente viajera. Y ese sigue siendo uno de nuestros pilares». Tercera y última pista.

«Todos los productos que servimos en el bar se pueden comprar en nuestra tienda», apunta Bruno de la Hoz, ya explicando qué es este templo del que hablan muchos viajeros, recordando un poco a los orígenes del Mercado de San Miguel en Madrid o a lo que busca ser el Del Val en la capital vallisoletana.

El nuevo Casa Lola abrió, de la mano de los hermanos Federico, Patricia, Bruno e Irene, en 2011. En Rueda, de donde son naturales, aprendieron con su madre en el Bar Leonés y poco a poco se fueron formando para dar un punto más al local que ahora dirigen. «Mantuvimos la esencia, los pilares, pero profesionalizando un poco aquella taberna de nuestra madre». Hoy son 13 trabajadores. Y la oferta se ha ampliado. A los clásicos como la tortilla de patata, el jamón o el caldo casero, se han añadido la presa ahumada, el aguacate al humo, la perdiz escabechada con canónigos, la ensalada de ventresca o las alcachofas con jamón. «Aunque mantenemos la carta original», añade Bruno agarrando una en la que se lee jamón ibérico, lomo ibérico, chorizo de bellota, salchichón ibérico, morcilla ibérica curada... quesos, cecina, gazpacho, tostas... y donde destaca un encabezado que dice 'Nuestros fijos' y donde sobresalen los huevos fritos de corral, «de Pozaldez», apuntan, con media ración de jamón de Guijuelo, por 11,90 euros.

«Todos son productos de la zona, de Castilla y León. Salvo la ventresca y la sardina, que son del Cantábrico, aunque se ahuman en Valladolid, el resto apostamos por lo de aquí», señala un Bruno que es el sumiller de un local anclado en mitad de la cuna del verdejo, y que sirve de improvisado catering para muchas de las bodegas de la zona.

En su carta hay un apartado especial para los postres, con el yogur o la cuajada de La Quesera de Rueda, que prepara dos helados especiales para Casa Lola, el de queso azul, servido con solera de Rueda, y el de leche merengada de queso de oveja.

«Tenemos claro que nuestra propuesta es informal y orientada a compartir. Y que tiene que ser rápida, porque somos una parada para el avituallamiento. Nuestra base es la carretera», señalan desde un establecimiento que abre todos los días de ocho de la mañana a nueve de la noche, y que los fines de semana solo lo hace por las mañanas; que tiene una capacidad para unas 130 personas, incluida la amplia terraza que ahora se usa todo el invierno.

Los cuatro hermanos De la Hoz están en Casa Lola con visita diaria de su madre, la que inició lo que hoy es este templo de los ibéricos. «Nuestra base es la calidad del producto, ya que nosotros interferimos lo mínimo, solo para mejorarlo un poco; y la hospitalidad del personal», concretan.