Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Me dedico a engañar

05/02/2023

Llegó a clase... como las de ahora, sin ninguna clase. Lo que predomina es lo mediocre y se alienta desde casi todas nuestras flácidas instituciones. Alumnos aturdidos, distantes si pueden, cada uno en su ordenador... Y explicó para los pocos que parecían atender a sus palabras... Sabía que muchos estaban enviando mensajes a sus compañeros e incluso viendo una película, sin atender a lo que se pretendía enseñar. 
Explosiva noticia ha sido la sinceridad traumática del catedrático Arias, de la Universidad de Granada, declarando, después de enseñar durante 25 años: «me dedico a engañar, no a enseñar.» Forzado a regalar títulos entre jóvenes que ni se acercan a las tutorías ni acuden a clase, porque no tienen interés, lamenta el tremendo descenso en calidad y exigencia, 
Las reformas legislativas, «educativas», cada vez son peores que las anteriores y las últimas hacen temblar los cimientos de nuestra civilización con gran producción de necios diplomados.
Compruebo que mis compañeros piensan lo mismo. Aquel docente estudió en la Universidad Carlos III, la mía, que tiene como bandera la búsqueda de la excelencia, desvelando la diferencia entre aquel proyecto del célebre político socialista, Gregorio Peces-Barba, y qué sucedió alrededor. Miembro de una izquierda política seria, veía la educación superior como fundamento para desarrollar nuestra sociedad, con humanidades, pensamiento crítico y razón ilustrada. No todos valen para estudiar ni es posible aprender sin esfuerzo. El elitismo académico es útil para todos, pues cuanto más sepan algunos mejor podremos progresar y resolver nuestros problemas. Gestores educativos de diversos partidos, ridícula demagogia ahora en boga, lo han soslayado en muchos sitios para evitar el fracaso escolar. Presionan al profesorado, castigado si hay suspensos. Así se aprueba, para evitar problemas, y nadie se queja. Allá cada cual con su necedad.
Querido lector, quien estas letras escribe es doctor y en las aulas entono mi solitaria canción, porque intento hacer que aprendan, es mi función y exijo que lean y estudien, que sepan antes de llevarse mi aprobación. Aun así he de rescatar a muchos, a costa de horas extra. Solo unos poquitos merecerían con dignidad el título; entonces sería reprendido, presionado por las autoridades. Ya sucedió. Lo cómodo es desentenderse, pasar a otros la responsabilidad. Lo he visto en muchos compañeros de muchas universidades.
Han descubierto un nuevo texto dramático de Lope de Vega gracias al empleo de la inteligencia artificial, los ordenadores, pero estos no funcionarían sin los expertos que los diseñaron... Esto sí interesa: técnicos y empleados sometidos a grandes empresas que actúen mecánicamente sin plantearse nada. ¿De qué nos sirve un nuevo texto de Lope si no saben ni quién es ni qué sentido tiene el teatro?
Muchos son forzados a engañar; yo, contra corriente, una vez más, me dedico a enseñar.