Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Estallido

21/01/2021

Tengo al ministro Escrivá por persona ponderada (precisamente porque lo conozco). Un pragmático sobre cuyas espaldas reposa lo más difícil de este Gobierno: compatibilizar las exigencias reformistas de Bruselas con el buenismo simplón y populista en materia de pensiones. Dicho lo cuál, y aún boquiabierto por la bulla que le montó ayer a Carlos Alsina en Onda Cero, me quedo preocupado, mucho: si Podemos logra sacar a Escrivá de sus casillas, que se ponga en evidencia, que estalle en público con un ataque de ira, es que las cosas en La Moncloa están peor que nunca. Parece que el PSOE necesita ayuda.
Ya verán, en esto de las pensiones, grave enfermedad del sistema, el mayor peligro no es el mal, sino el remedio. El problema no es el terrible desequilibrio producto de años y años de ‘cigarreo’ en que poco o nada se ha hecho porque nunca era el momento electoral oportuno. El problema es que quienes han de administrar al paciente una medicina que cure -y parece que el tratamiento es de ‘caballo’- van a preferir, sin embargo, darle un placebo para sostener, indemnes, sus posaderas polémicas sobre los terciopelos ministeriales a costa de lo que sea. A costa de una sociedad con el 40% de paro juvenil cuyos abuelos perciben cuantías que a sus nietos les resultan inalcanzables.
Por eso, cuando ayer, antes de cualquier pregunta, el ministro estalló, quedó claro que está echando cuentas para aumentar los requisitos para ser pensionista pero que no puede decirlo porque a su jefe le tiene hasta el moño el vicepresidente del moño mismo. 
Y digo que me quedo preocupado porque si alguien necesita más que nadie ejercer las virtudes cardinales ése es Escrivá. Prudencia en campo minado; templanza en el fragor de la batalla; fortaleza ante una tarea indispensable para el futuro y justicia con quienes han estado toda su vida trabajando pero también para ese 40% de jóvenes que, queriendo, no pueden no ya, cotizar: ni siquiera trabajar. Ése es el poder adquisitivo que nos importa a muchos. Y del que nunca se habla. 
Escrivá reventó sin que Alsina tuviera tiempo de hacerle siquiera la primera pregunta. Pinta chungo.