Alfonso González Gaisán

No perder ripio

Alfonso González Gaisán


Urbanidad

18/11/2022

Nuestras ciudades y buena parte de nuestras infraestructuras podríamos decir que están definidas, nunca acabadas, pero con un grave problema: ha cumplido su vida útil o, dicho de otra manera, el coeficiente de depreciación por su edad es cero, y afecta a buena parte del parque inmobiliario.
Existe una jurisprudencia en este sentido que establece unos plazos máximos para cada tipo de inmueble, y particularmente para las casas indica que su máximo periodo de vida llega a 100 años. Basados en esta ordenanza podríamos decir que cada año una casa se deprecia un centésimo de su valor original.
El trabajo de buena parte del sector de la construcción vendrá generado por la necesidad de regeneración de nuestros edificios y parece que es el momento. El parque inmobiliario de la década de los sesenta y setenta del siglo pasado está en la cincuentena, el momento preciso de llevar a cabo labores de mantenimiento, rehabilitación e incluso de restauración en edificios que representan el paisaje urbano de nuestras ciudades.
Estas decisiones a mi leal saber y entender, y a salvo de criterio mejor fundado merecen un guía, con un procedimiento claro, concreto y conciso por parte de los servicios técnicos municipales acompasado con la intervención de los administradores de fincas y los técnicos competentes (arquitectos, aparejadores y técnicos en instalaciones) capaces de definir un protocolo de actuación sencillo, sencillo por favor.
Quizás sería necesario restituir nuestras normas tecnológicas por su sencillez de aplicación, frente al farragoso proceso del código técnico. Ya tiene el suficiente bagaje para reducirse a una simple aplicación nemotécnica que nos da los espesores de los aislamientos y sus posibles materiales o soluciones técnicas, ya conocidos por las actuaciones llevadas a cabo en el parque construido.
Los edificios como cualquier elemento está sometido a un uso que produce un desgaste y lleva consigo unas necesidades de mantenimiento, casi siempre olvidadas, no sé porqué.
Qué pensaríamos de un vehículo circulando en un estado deplorable, con ruidos incontrolados, su carrocería abollada, sucio.... Esto tan denostado en el coche es admitido en nuestros edificios, parece que la morada se produce dentro y no mira a su presencia urbana, ni siquiera a su eficiencia energética.
La aparición de las inspecciones técnicas exige un mínimo, a todas luces insuficiente, para conseguir los rendimientos técnicos y las necesidades de confort requeridos, que deben aunar a las comunidades de vecinos a una mejora necesaria en el mantenimiento de nuestro bien más preciado, ya sea como morador o como propietario. De un bien cuyo mantenimiento en las mejores condiciones es el mejor garante de su valor económico y de disfrute.
Las posibles soluciones tienen mucho que ver con nuestra actitud y determinación cotidiana frente a las inclemencias climatológicas, podemos protegernos con una gruesa chaqueta de lana frente las bajas temperaturas, pero si sopla el viento necesitaremos que tenga cremallera y si tiene su cubrebocas mejor, aparte de añadir algo impermeable que ya nos evita la lluvia y las infiltraciones del viento.
Todas estas exigencias se pueden resolver en un solo proceso con un SATE (sistema aislamiento exterior) o también por el exterior con una fachada y una cubierta trasventiladas (a la catalana). El símil indumentario seria vestirse como una cebolla, con muchas capas que cada una tiene su función sin estorbar a las demás.
Todas estas demandas deberían pasar por la reclamada tutela municipal para conseguir proyectos unitarios e incluso estéticos, aparte de eficientes, en las intervenciones de cierre de terrazas, sustitución de carpinterías, colocación de equipos de climatización... y cualquier otro artefacto que evite la depreciación de la imagen de la ciudad.
Nuestra necesidad de luz natural, el material más barato de la construcción y clave para obtener calidad de vida en nuestras estancias, confort. Esta circunstancia nos impone la disposición de unas carpinterías y unos vidrios, que la última tecnología, les ha dotado de todas las exigencias requeridas, y los sistemas de protección solar en persianas y toldos nos confieren cualquier posibilidad de diseño sin perder su efectividad energética y a la vez siempre participar de las bondades de luz y energía que nos proporciona el astro rey, el SOL.