Un mes subido a la cosechadora

R.G.R
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Los agricultores arrancan una recogida muy desigual en una campaña adelantada. Rafael Paniagua lleva ya una semana de campaña en Urones, a 1.900 kilos por hectárea

Agricultor a bordo de una cosechadora. - Foto: J.T.

La imagen de las cosechadoras surcando los campos de la provincia se ha ido generalizando poco a poco esta semana. Las labores de recogida del cereal llegan a los pueblos en una campaña «desigual» en las diferentes zonas de la provincia, aunque la tónica general se basa en «malos resultados» en las primeras parcelas de cebada que ya se han recogido. Unos rendimientos que oscilan entre los 3.500 kilogramos por hectárea en el mejor de los casos y los 1.900 en los peores. 

El extremo calor de los últimos días ha terminado de secar el grano, que no tuvo oportunidad de ahijar durante los meses de abril y mayo debido al fuerte calor. La falta de nuevas espigas ha ocasionado que muchas parcelas tengan rendimientos escasos en una temporada que se preveía muy buena. 

Los sindicatos explican que la escasez de rendimientos se une a los elevados costes que los agricultores han tenido que soportar durante la campaña. El precio de los combustibles y de los minerales se han disparado en comparación con los años anteriores, lo que ha ocasionado que los agricultores tengan que desembolsar más dinero para conseguir un resultado claramente mejorable. 

Cosechadora en un campo de trigo.Cosechadora en un campo de trigo. - Foto: J.T.Por ello, UCCL   considera   que   los   agricultores   tienen   que   ser   precavidos   y conscientes de sus costes de producción. Datos que debe tenerse en cuenta a la hora de vender, puesto que cabe apuntar que el incremento respecto al año pasado en los imputs  es muy considerable, así en el gasoil de un 215%, en la electricidad de un 77%, en los fertilizantes de un 140% y de los fitosanitarios de un 35%, no siendo compensado ahora con la bajada tan brutal que han sufrido los cereales.

Pero las ventas llegarán dentro de algo más de un mes, cuando se acabe la temporada en la provincia.  Rafael Paniagua es un joven agricultor de 44 años natural de Urones de Castroponce, en la zona norte de la provincia. Lleva una semana subido en la cosechadora todos los días con un rendimiento que no supera los 2.000 kilos por hectárea. «Está siendo una campaña malísima, en la que hemos tenido que pagar mucho más para sacar adelante el cereal y ahora tenemos esto», explica mientras mueve ligeramente el volante de su cosechadora y recoge una parcela. Siembra unas 130 hectáreas de secano en el término de Urones. Tenía previsto empezar este martes, pero decidió adelantarlo unos días ante el temor de que una tormenta acabara con la escasa cosecha. «Ya no iba a adelantar nada y se podía perder», explica.    

todo un mes. A las ocho de la mañana ya está delante de la cosechadora para prepararla de cara a «una larga jornada de trabajo» y echarle gasóil. «Todas las mañanas le puedes echar unos 500 litros para cosechar unas 35 hectáreas y cada litro cuesta un euro y medio. Cualquiera puede echar cuentas de los gastos...». Una vez puesta a punto, a eso de las diez, se marcha al campo para empezar la siega. «A mí no me aburre estar aquí porque me gusta mucho estar en el campo», relata mientras una abutarda esquiva las cuchillas. 

Un camión de 28.000 kilos espera la carga. En esta ocasión, el conductor no tiene más remedio que esperar más que otros años porque la cosechadora no carga con la misma rapidez ante la carestía de grano. «Las vueltas tienen que ser más largas», comenta.  Poco a poco va pasando el día bajo un calor abrasador. Rafael parte la jornada con otro socio, pero la máquina puede estar más de doce horas sin parar. «Una cosechadora como esta puede costar 300.000 euros, es como otra hipoteca y nosotros solo la usamos un mes y medio al año». 

Según va cargando la máquina, no mira con desesperación el poco grano que entra en cada una de las 'vueltas' que da a la parcela. «Uno se termina acostumbrando con el paso de los años». Cada pocos metros, deja un trozo de terreno sin cosechar para que, posteriormente, los peritos del seguro analicen las cantidades recogidas. «Pero el seguro no te paga lo que vale realmente». 

El único consuelo que les queda este año a los agricultores es el precio. «Está a unos 70 euros la tonelada». Al menos, podrán sacar algo más que en las anteriores campañas. Aunque estos precios repercutirán luego en el resto de la cadena alimentaria, tanto para los humanos como en la elaboración de piensos para alimento animal.