El último rincón del ajedrez

J. Fuentelsaz (EFE)
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En un recoveco de Manhattan aún sobrevive uno de los negocios más inspiradores de todos los tiempos, una tienda de escaque, donde además de comprar tableros se puede competir hasta la madrugada

El último rincón del ajedrez

Dos cabezas de caballo guardan en el sur del neoyorquino barrio de Manhattan la entrada de Chess Forum, un negocio que recuerda más a un viejo desván de anticuario que a una tienda, un pequeño reino de 64 casillas que resiste a duras penas el imparable asedio de internet.

«Esto es como un parque jurásico y yo soy como un dinosaurio. Hay mucha gente que entra y me dice: ¿Todavía estás aquí? Y no sé si tomármelo como un cumplido o un insulto. La gente se sorprende de que lugares como este todavía existan», asegura Imad Khachan, el responsable de que este negocio se mantenga en pie desde que abrió sus puertas en 1995.

Tableros de madera pulida donde las piezas se deslizan casi sin tocarlas y que Imad guarda con mimo en un armario junto al mostrador, juegos de ajedrez para todos los gustos que imitan a combatientes de la segunda guerra mundial o a dioses y guerreros del antiguo Egipto.

También hay piezas hechas a imagen y semejanza de personajes de ficción como Alicia en el País de la Maravillas o un juego de marcianos contra humanos

Hay ajedreces de diseño, peones con la forma de edificios de España o rústicas tallas de madera, pero el equipo básico, con el que poder entablar una partida, un tablero plegable con sus 32 piezas de plástico, se puede adquirir por solo 20 dólares.

Pero no todo el local está dedicado a la venta de libros y tableros, puesto que la mitad del espacio de Chess Forum está consagrada a la práctica del juego.

Una decena de pequeñas mesas se alinean en la parte trasera de la tienda, dispuestas para todo aquel que quiera jugar una partida con un compañero o esperar a que un contrincante aleatorio acepte el reto de embarcarse en una nueva batalla, explica Imad antes de quejarse de que los ordenadores y los teléfonos móviles han ido sustituyendo a los tableros.

Cobra cinco dólares la hora de juego a los adultos y un dólar a los niños y jubilados, unos precios que, confiesa, apenas le dan para mantener el negocio abierto y que con la pandemia, que le obligó a cerrar durante más de cuatro meses, estuvieron a punto de tumbar al rey y cerrar para siempre.

‘Gambito de dama’

Sin embargo, esa dramática situación económica del mítico Chess Forum neoyorquino cambió radicalmente con la aparición de la serie Gambito de Dama.

«Estábamos muriendo hasta que la ficción apareció en octubre del año pasado, porque nadie sobrevive con este negocio. De repente, 62 millones de personas vieron la serie y de ellos a lo mejor uno quería aprender a jugar al ajedrez, lo que aumentó la demanda de libros y de tableros y piezas», cuenta.

Gambito de Dama, la miniserie más vista en la historia de Netflix y que se convirtió en un fenómeno mundial, cuenta la vida ficticia de una niña huérfana que en los Estados Unidos de los años 50 y 60 se convierte en una gran maestra de este juego de mesa.

A pesar de este importante empuje, Imad es consciente de que aunque esta vez ha esquivado el jaque, el precario equilibrio del negocio puede obligarle a rendirse ante cualquier mínimo contratiempo.

«En los años 20, el local fue una panadería, en los 40 una verdulería, en los 70 una tienda de ajedrez y luego una imprenta. No vivimos para siempre, no sé que será cuando yo cierre, aunque puedo ver como todo se convierte en un Starbucks», anota con estoica amargura, aunque en el fondo desea que el negocio sobreviva.

Los tableros están siempre disponibles hasta las 12 de la noche, pero el propietario confiesa que lo habitual es cerrar bien entrada la madrugada, algo que no haría si estuviera casado o tuviera hijos, comenta, mientras un gesto de resignación se dibuja en su cara cansada.