«Esto ha ido bien gracias al personal, porque los medios...»

A. G. Mozo
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Nicolás Hidalgo es médico intensivista. Se contagió en 'su' UVI y allí pasó dos meses, uno de ellos intubado.

Nicolás Hidalgo, médico intensivista contagiado de coronavirus. - Foto: J. C. Castillo

Nico Hidalgo es médico intensivista y uno de los pacientes que más tiempo ha pasado en la UVI del Clínico por culpa de la covid-19; en ‘su’ unidad, donde se contagió. Todavía se recupera de las secuelas que dejan dos meses ingresado, uno de ellos intubado.

Recuerda que todo empezó «a mediados de marzo», un día de trabajo en el que «ya habían empezado a ingresar neumonías por covid, muy graves todas». «En la UVI era todo muy caótico, con mucho trabajo y con pocos medios; nos organizábamos como podíamos, como si hubiera una catástrofe que nos coge por sorpresa», confiesa. «En esa guardia ingresé a cuatro enfermos, con lo que prácticamente se nos llenó ya la UVI, e intubé a varios; esta es la maniobra más peligrosa en cuanto a contagio. Ese día creo que fue en el que me contagié», relata.

«Era una UVI de once camas que lleva así ya más de 40 años, insuficiente para la población en tiempos normales, por lo que tocó correr con la pandemia. Esto ha salido bien gracias al personal, porque en medios materiales aún falta mucho por mejorar», dice sin tapujos. «Esta enfermedad debe ser tratada en UVI y por intensivistas, y ‘gracias’ a la pandemia se ha dado la importancia a las UVI y espero que al menos en mi hospital no lo olviden como han hecho durante años».

El contagio dio la cara días después, con la llegada de la fiebre, el malestar y, «sobre todo, mucha intranquilidad y miedo»: «48 años, diabético e hipertenso... Sabía que se podía complicar, tenía un termómetro, un pulsioxímetro (mide si tu pulmón funciona bien) y mi fonendo. Al tercer día comencé con ruidos patológicos en el pulmón, ‘ahí está la neumonía’, pensé, y fui al hospital», relata a El Día de Valladolid. «La radiografía era peor de lo que me esperaba, era una neumonía bilateral, ingrese en la UVI, en mi segunda casa. Estuve siete días peleando, aguantando, pero la radiografía empeoraba día a día y yo cada vez, más agotado. Al final sabía que tenían que sedarme e intubarme; si antes pensaba que podía ir mal, ahora pensaba que me podría morir, le dije a mi médico y también mejor amigo, el doctor Pérez, que me intubara, nos abrazamos y lloramos como en una despedida; había muerto ya gente en la UVI. Yo no pensaba en mí, me decía ‘si muero no me enteraré’, simplemente me dormirán y será un sueño eterno, pensaba en mi familia y lo duro que iba a ser». Fue un mes sedado y «a punto de morir», etapa de la que se solo recuerda sus «angustiosas y escabrosas» pesadillas.

En el día 30 le quitaron la sedación y la ventilación mecánica, pero todavía tardó «varios días más» en ser consciente de lo grave que había estado: «Tetrapléjico, sin fuerzas, sin músculos, todo huesos, había perdido más de 20 kilos, en una cama con sonda, con vías, con nutrición por la sangre, sin poder mover ni un poco los dedos...», enumera el doctor Hidalgo, que descubrió alivio en su entorno por su mejoría, pero miedo en su interior. Depresión, angustia y, sobre todo, «un miedo atroz a la muerte».

Alaba la «entrega y dedicación» con él del «doctor Pérez, el doctor Ucio, y la doctora Bustamante, jefa de la UVI» y del resto de sus compañeros –«Gloria, Rafa, Fernando, César, Esther, David, Leonor, Ramón, Nuria, Husein, Arinson, y  Mercedes», enumera– y a de enfermeras, auxiliares y celadores de la UVI y de Neumología, donde pasó los siete últimos días de ingreso, Todos le trataron con «una paciencia infinita, con delicadeza, amabilidad, con mimo...». Se deprimía por verse dependiente y dice que se pasaba el día «mirando al techo» y reconoce que su cuerpo y su mente mejoraron cuando se inició el trabajo de los fisioterapeutas.. 

«Fueron 75 días en el hospital. Días muy duros que me han desplazado de mi vida habitual, tocado física y mentalmente, con sensación de que no soy la misma persona, con miedo; he tocado la muerte, y eso te marca, porque piensas que eres joven y que este virus no te puede matar y no es así. Y esto no ha acabado, hay que tener cuidado».