«Nuestro principal inconveniente es la falta de servicios»

Óscar Fraile
-

Marina Frutos, Alfredo Pérez, Francisco de la Iglesia y Alberto Lozano cuenta su experiencia empresarial en los pueblos Aldea de San Miguel, Pozal de Gallinas, Medina de Rioseco y La Cistérniga, respectivamente

Marina Frutos puso en marcha una granja ecológica de pollos. - Foto: Jonathan Tajes

De las 32.732 empresas que tiene Valladolid, más de 13.500 están instaladas en algún pueblo. La mayoría, en los grandes, pero hay otras que funcionan desde localidades que no llegan a los 500 habitantes. Esta es la experiencia de Marina Frutos, Alfredo Pérez, Francisco de la Iglesia y Alberto Lozano, cuantro empresarios que decidieron instalar sus negocios en Aldea de San Miguel, Pozal de Gallinas, Medina de Rioseco y La Cistérniga, respectivamente.

 

Marina Frutos: «Aquí no tenemos ni cajero y para enviar paquetes hay que ir al pueblo de al lado»

Alfredo Pérez muestra algunos de los pistachos que produce.Alfredo Pérez muestra algunos de los pistachos que produce. - Foto: Jonathan Tajes

Marina Frutos trabajaba como veterinaria en una cooperativa hasta que en 2008, al inicio de la crisis financiera, se quedó sin empleo. Después de dos años en el paro, en los que tuvo dos hijos, se empezó a plantear poner en marcha su propia empresa. Así nació Pollos de de la Aldea, una granja avícola ecológica ubicada en Aldea de San Miguel, un pueblo de solo 200 habitantes a 25 kilómetros de la capital. «Yo no tenía ni idea de pollos porque estoy especializada en rumiantes, pero era lo más accesible económicamente», señala. Marina aprendió con el tiempo y siete años después del inicio de esta aventura ha conseguido hacerse un hueco en el mercado y sigue invirtiendo en su empresa todos los años.
Después de buscar terrenos en esa zona de la provincia, al final llegó a un acuerdo con la familia de una persona recién fallecida en Aldea de San Miguel para comprar tres hectáreas, el mínimo que pedía el Ayuntamiento para autorizar una explotación. La inversión inicial rondó los 60.000 euros, 20.000 procedentes de la indemnización de su despido y 40.000 de un crédito parabancario  procedente de particulares que confiaron en este proyecto. Con eso compró la tierra, construyó la nave (una bioconstrucción a base de paja y barro) y adquirió los utensilios necesarios.
El proyecto de Frutos se basa en la cría extensiva de pollos. Los animales crecen en libertad durante un mínimo de 81 días, frente a los 45 de la industria. «Todos los días salen al campo y se alimentan de grano que no tiene transgénicos ni productos químicos», señala. El resultado es una carne «con un sabor especial, muy jugosa, que no sabe a plástico».
Frutos tuvo la suerte de desarrollar este proyecto en el pueblo donde residía y donde es feliz, por estar rodeada de naturaleza y tranquilidad y por tener un contacto con los vecinos mucho más humano que el habitual en la gran ciudad. «Aquí todos nos preocupamos de todos», dice. Pero no esconde que también hay inconvenientes. «El principal es la falta de servicios; por ejemplo, para enviar un paquete hay que ir al pueblo de al lado, que es Portillo, no tenemos cajero y el médico solo viene dos días a la semana», finaliza.

 

Alfredo Pérez: «Alquilamos una oficina en la capital porque en Pozal no había buena conexión»

Francisco de la Iglesia (i) es uno de los responsables de la compañía.Francisco de la Iglesia (i) es uno de los responsables de la compañía. - Foto: Jonathan Tajes

La empresa Pistacyl dio sus primeros pasos en 2008, cuando el cultivo de pistacho era casi inexistente en Castilla yLeón. En ese momento, Alfredo Pérez y sus cinco hermanos pusieron en marcha un proyecto que habían estudiado bien con la experiencia que un amigo tuvo en Castilla-La Mancha. Como quiera que los terrenos que tenía la familia en Pozal de Gallinas, sede de la compañía, y en Moraleja de las Panaderas, cumplían con los requisitos para este tipo de cultivo, no hubo mucha duda en la ubicación. «Empezamos haciendo un proyecto de I+D para la adaptación de este cultivo a Castilla y León, probando todos los portainjertos y las técnicas de cultivo, después abordamos la mejora de la calidad del fruto», explica el responsable de la compañía. Pistacyl dispone hoy en día de 52 hectáreas de plantación en estos dos municipios que se complementan con una nave de procesado en Carpio, dentro del Vivero de Empresas de la Diputación. Lo importante para cultivar pistacho es que la tierra tenga un buen drenaje y no haya exceso de humedad, sobre todo en primavera. Y los terrenos de la familia cumplían con esta característica. Pero estar tan lejos de la capital (Pozal está a 60 kilómetros de Valladolid) también tiene inconvenientes. «Uno de ellos es la búsqueda de personal cualificado, que se encuentra mucho más fácil en las capitales que en los pueblos», señala Pérez. Otro problema, muy generalizado en la provincia, es el de la calidad de la conexión a Internet. Tanto es así que cuando los hermanos iniciaron este proyecto se vieron obligados a alquilar una oficina en la capital porque en Pozal de Gallinas no podían teletrabajar por este motivo, aunque hace algunos meses se han reforzado las infraestructuras y la empresa tiene pendiente probar la calidad de la nueva conexión. En el capítulo de las ventajas de estar en este pueblo, Pérez destaca la mayor agilidad al hacer trámites administrativos con la administración local. Los hermanos que gestionan esta compañía antes se dedicaban al sector azucarero, pero decidieron cambiar porque vieron más futuro en el pistacho. Además, también tienen la empresa Agrícola Pistacyl, dedicada a servicios de viticultura y que está haciendo sus primeros pinitos en la elaboración de vino. Pistacyl tiene cuatro empleados y Agrícola Pistacyl, casi 40.

 

Francisco de la Iglesia: «Hay un factor emocional en decidir instalar tu empresa en tu pueblo»

Responsables de la empresa Grúas Tinlohi.Responsables de la empresa Grúas Tinlohi. - Foto: Jonathan Tajes

Elegir una ubicación es una de las decisiones más importantes para una empresa. Aunque a veces este factor viene dado. Es lo que sucede en muchos negocios familiares, como lo es Distrioval, una distribuidora de bebidas y alimentos de Medina de Rioseco. El inicio de su actividad se remonta a 1990, de la mano de Javier de la Iglesia, aunque en 2012 la segunda generación de la familia se puso al frente de la empresa, para ampliar su línea de negocio e invertir en nuevas infraestructuras. Así, la firma pasó de repartir vino de una bodega y cervezas de la marca Mahou en la comarca de Tierra de Campos a convertirse en una sociedad limitada que trabaja con más de 30 bodegas y reparte otro tipo de productos. Además, en 2012 la compañía compró una pequeña distribuidora de vinos que daba servicio en la capital, con lo cual su ámbito de actuación se expandió a casi toda la provincia, excepto la zona sur. «Estamos en Medina de Rioseco por nuestro origen y porque, pese a esta ampliación, el 70 por ciento de las ventas se concentra en la comarca de Tierra de Campos, así que es lo que mejor nos viene logísticamente para optimizar los costes de distribución», explica Francisco de la Iglesia. Pero hay otro componente que está más cerca de lo sentimental que de lo económico. «Hay algo emocional porque mi padre empezó aquí, nosotros somos de aquí, vivimos aquí y esta empresa ya tiene más de 30 años», añade. Estos aspectos, aunque puedan parecer menores, son importantes. De hecho, los responsables de Distrioval sopesaron en ciertos momentos trasladarse a la capital, pero no lo hicieron, pese a que el análisis de costes reveló que era factible. «A nosotros nos salía igual, incluso un poco más caro, hacer la inversión que hicimos en Rioseco que irnos al polígono de San Cristóbal», dice. La inversión a la que hace referencia De la Iglesia fue pasar de una nave de 300 metros a otra de mil, con una parcela de más de 2.000. El responsable de esta compañía, instalada en un polígono municipal ubicado en la carretera de Villafrechós, se queja de los costes que hay que asumir en materia de infraestructuras y terrenos en un pueblo como Rioseco. Distrioval ha llegado a facturar 1,5 millones, aunque en la actualidad este cifra ha bajado al millón de euros.

 

Alberto Lozano: «Lo mejor de La Cistérniga es estar junto a Valladolid y pagar menos impuestos»

La empresa Grúas Tinlohi, ubicada en La Cistérniga, fue noticia hace cinco años por participar en el sellado de uno de los reactores de la central nuclear de Chernóbil. Aunque sus primeros pasos poco tenían que ver con esta actividad. El padre de los actuales responsables fundó Transportes Lozano en 1985, firma especializada en el traslado de mercancías voluminosas. Diez años después, dos de los hijos se unieron a la sociedad, que pasó a denominarse Tinlohi, y que amplió su oferta de servicios. «Empezamos a comprar grúas porque vimos que en ese momento era un importante nicho de negocio en Valladolid», señala Alberto Lozano, uno de los responsables. Por entonces la empresa estaba instalada en el polígono de La Mora, en unos terrenos que eran propiedad de la abuela de los actuales dueños. Pero el crecimiento les obligó a buscar otra ubicación para guardar la maquinaria pesada que tenían en propiedad. Y no se fueron muy lejos. Ahora están en el kilómetro 354 de la carretera A-11, junto enfrente del citado polígono, tras comprar siete hectáreas de terreno a un particular y obtener la licencia municipal para esta actividad. De esto hace siete años. «Nunca nos hemos planteado cambiar de ubicación porque lo mejor de La Cistérniga es estar junto a Valladolid y pagar menos impuestos», añade Lozano, quien no ve ninguna desventaja en estar en este pueblo.
Actualmente la empresa tiene 38 trabajadores y varias líneas de negocio, más allá del transporte y el alquiler de grúas. También se dedica a la asistencia en carretera para coches. «Trabajamos las 24 horas para compañías de seguros como Mapfre», añade. Y prestan este servicio a los camiones averiados, con la utilización de góndolas y remolcadores.
Pero su principal fuente de ingresos son las plataformas aéreas sobre camión, que son estructuras que ayudan a hacer trabajos en altura. «En este sector hemos ido creciendo y ahora mismo somos los más grandes de España, por eso estuvimos trabajando en Chernóbil», sentencia. Entre sus principales clientes se encuentra el sector eólico. Sus vehículos también han sido los que se han utilizado, por ejemplo, para la instalación de la iluminación de Navidad en algunas calles de la capital.