Luis del Val

LA COLUMNA

Luis del Val

Periodista y escritor


Estamos en el huevo

07/06/2022

Las centrales de las bandas criminales juveniles están en Madrid, pero ya se ha detectado sucursales en sitios tan sorprendentes como Huesca. Se les denomina bandas juveniles, pero su núcleo duro son jóvenes latinos, que han importado la etiología del crimen organizado en Iberoamérica. Y sus liturgias.
Se dedican al trapicheo de drogas al por menor, robos menores, captación para una futura red de prostitución, y, sobre todo, a la afirmación del territorio. En realidad, la actividad que mayor escándalo social produce es el control de un barrio frente a otra banda, porque actúan a la vista de todos, como si fueran mafiosos con poder.
No lo tienen, pero lo pueden tener, porque la captación es sencilla, y no hay que desplazar misioneros, sino que los aspirantes acuden a las bandas y suplican ingresar en ellas. Procedentes de familias desestructuradas y desclasadas, las bandas les ofrecen una tribu, la posibilidad de ganar algún dinero, sentirse protegidos frente a los otros, incluida la propia familia, y la pertenencia a un clan, que es respetado por la mayoría de los que no pertenecen a él.
La Policía sabe quiénes son y, hasta ahora, se han limitado contemplar el huevo, pero el huevo ya ha empezado a reventar y la serpiente comienza a hacer de las suyas. Ayer, hubo un intento de asesinar a un camarero. Con pistolas de fogueo, pero que amañadas y tuneadas podrían haber matado a la víctima. Esto es subir, no un escalón, sino un par de plantas. Ya no estamos hablando del pateo chulesco a un putero, por el impago o regateo de un servicio, sino de un asesinato. Y eso, seguro, sería un encargo, lo que quiere decir que la pequeña serpiente recién salida del huevo tiene relación con serpientes de mayor rango, edad y poder.
Una de nuestras industrias más rentables es el turismo en las ciudades. Allí, el viajero gasta más, e incluso su poder adquisitivo es mayor. Pero eso, sí: nos trae dinero al comercio, a los museos, a las joyerías, a los hoteles, a los restaurantes y al transporte, siempre y cuando no tenga que presenciar un tiroteo como el que tuvo lugar ayer.
Ya hay sucursales de bandas latinas en Burgos. Y si contemplamos los huevos sin hacer nada, cuando las serpientes se engorden, será más difícil. Y más costoso. Incluso en vidas.