Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


Uno de Arévalo

01/07/2022

No, no me refiero a un habitante del precioso municipio abulense, sino a aquellos chistes que nos podían acompañar en los viajes en coche de hace ya muchos años. Se acuerdan, ¿verdad? 
Traigo a colación ahora aquellas cintas porque no sé si a ustedes también les ha pasado, pero como por arte de magia tengo la sensación de que volvemos a determinadas situaciones que daba por superadas y que no merecerían más que el rechazo de una sociedad que se acuerda, aunque sea a buchitos, nuestra Constitución. 
Y es que los objetos de burla en aquellos chistes solían pertenecer a tres grandes grupos: los que eran de otra raza, los que vivían con alguna discapacidad y los que mostraban unas tendencias sexuales menos convencionales para la moral de la época; si quieren, se lo digo como el ínclito humorista: los negros y los gitanos, los tartajas y los gangosos y, por supuesto, los mariquitas. Perdonen la crudeza, pero era así. ¿Tiempos pasados? Por desgracia, parece que para algunos no.
En lugar de avanzar en la consolidación de los derechos y de los deberes que nos hemos dado, se ha abierto una etapa en la que se apuesta por el cuestionamiento regresivo de las libertades; lo que era un pésimo chiste, hijo de un tiempo oscuro, por desgracia ahora se escucha en boca de representantes políticos, pero las mismas víctimas siguen siendo las mismas: ahora priman los hijos autóctonos, se etiqueta con paternalismo como persona normal a quien vive con una discapacidad y no se quiere celebrar el día del orgullo LGBTI. Ya ven que sólo nos faltan las cintas y el radiocasete. 
No sé a quién pertenece la democracia y no me siento capacitado, más que como mero vallisoletano de a pie, para expresar una opinión que resultara definitiva, pero es la cuestión de fondo que hay que responder en estos tiempos de amenaza a las libertades individuales y colectivas a nivel global. Y hablo de amenaza porque tengo claro que corremos el riesgo de que se ceda su propiedad desde el conjunto de la sociedad a los partidos y, de ahí, a las personas que nos dirigen, para que la empleen, además, contra los que no consideran suyos o de los suyos. 
Sólo espero que esos émulos de Arévalo, menos graciosos -si cabe- y con mucha peor intención, comprendan que afortunadamente hoy los diferentes, los que son objeto de chanza, no son ni la gitana, ni el gangoso, ni el mariquita, sino ellos; pero andémonos con cuidado, que nos pueden helar la risa.