Agricultores pese a todo

R.G.R
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El aumento de los costes de producción del último año está 'ahogando' al sector primario. Agricultores relatan la «delicada» situación que afrontan debido a la subida del gasóleo y los herbicidas

120522JT_0027.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Los agricultores llevan años viendo como los precios de sus productos permanecían inamovibles. La rentabilidad de sus explotaciones se ha mantenido estancada y, poco a poco, con el paso de los años han visto cómo los costes de producción continuaban creciendo. Eso ha hecho que el número de agricultores y ganaderos vaya reduciéndose campaña a campaña y que aquellos que aún se mantienen al frente de sus explotaciones vean con  pesimismo el futuro más cercano.  

Los sindicatos agrarios lo tienen claro. El aumento de los costes de producción 'ahoga' a las explotaciones e imposibilita que el relevo generacional impida la pérdida de activos. Entienden que el futuro del campo y, por tanto, de los pueblos pasa por conseguir unos precios más justos para sus productos y por incentivar que las ayudas lleguen de forma exclusiva a los agricultores y ganaderos a título principal.  

Los agricultores de la provincia entienden que su situación económica es delicada. El Día de Valladolid ha querido poner voz a agricultores anónimos para que relaten en primera persona su día a día en el campo. Una mujer, un joven agricultor y un veterano del campo relatan su experiencia desde prismas y localidades diferentes, pero con una preocupación común; la rentabilidad de sus explotaciones. 

110522JT_0110.JPG110522JT_0110.JPG - Foto: Jonathan TajesLos jóvenes se centran en la «elevadísima» inversión que se desde realizar a la hora de arrancar el proyecto, algo que consideran inviable sin la ayuda de una familia dentro del sector, mientras que Santos Argüello, a sus 64 años, echa la vista atrás y comprueba cómo ha cambiado el trabajo en el campo y reconoce que los ingresos actuales son incluso inferiores proporcionalmente a hace varias décadas. 

Los tres comentan que la tendencia inflacionista de los últimos años imposibilita que muchos agricultores continúen con su trabajo. «La gente ahora no quiere continuar con estos trabajos que suponen mucho esfuerzo y muy poca rentabilidad», sostiene Argüello. 

Explican que no son pocas las amenazas que se ciernen sobre el campo y la última que ha llegado lo ha hecho en forma de placas solares. David Garrido, del sindicato Coag, pone de manifiesto que actualmente hay más de 40.000 hectáreas en la provincia en proyecto. «Es lo último que estamos sufriendo», matiza Argüello. 

120522JT_0046.JPG120522JT_0046.JPG - Foto: Jonathan Tajes«Todos necesitamos la energía, de eso no hay duda, y cuanto más limpia, mejor», afirman desde Unión de Campesinos. «Pero también necesitamos la alimentación y los cultivos no pueden crecer en cualquier parte», añaden.

Beatriz Rodríguez trabaja en cultivos de secano y regadío y recalca que en ningún momento ha sufrido ningún tipo de discriminación por el hecho de ser mujer y trabajar en un mundo tradicionalmente de hombres, sino que ha sentido todo lo contrario. «Yo he recibido más ayudas y más facilidades por el hecho de ser mujer», reconoce. 

 

«Me apasiona la agricultura, pero tuve miedo por la gran inversión que debes hacer»

Beatriz Rodríguez es natural de San Pedro Latarce, donde cultiva 220 hectáreas entre cultivos de secano y de regadío. Lo hace sola y, aunque reconoce que le apasiona su trabajo, no esconde lo duro que es durante las estaciones del año con mayor carga de trabajo el hecho de poder conciliar en casa. Madre de dos hijos, se encarga de las labores de casa, los hijos y sacar adelante la explotación. Algo que no siempre es fácil. No obstante, se muestra orgullosa de lo que hace. «Me apasiona la agricultura». Está ella sola en la explotación, aunque recibe ayuda también de su familia.   

A sus 38 años, fue hace cuatro cuando realizó el curso de incorporación para comenzar con la explotación. Relata que tuvo algo de miedo a la hora de afrontar el hecho de acudir a las entidades financieras para conseguir la financiación necesaria para dar el primer paso, pero esa pasión que siente por el campo le llevó a afrontarlo de la mejor manera posible. Cogió la explotación de la familia porque reconoce que empezar de cero es prácticamente imposible debido al elevado coste que se debe afrontar. Eso sí, esta joven agricultora no ha escatimado en esfuerzos para lograr el mayor rendimiento. Ha comprado un pivot de riego con seis torres para contar con 25 hectáreas de regadío. «La inversión ha sido muy elevada». Incluso cuenta con una cosechadora que utiliza en las épocas de sementera y siembra del cereal. «No las uso para recoger otras tierras porque ya sería muy complicado, solo para lo mío».  

Relata que su día a día es muy complicado y que incluso llega a hacer jornadas maratonianas cuando el campo requiere mayor carga de trabajo. «A veces se me juntan la noche y el día y sigo trabajando». Pero también afirma que no se ha encontrado durante todos estos años con ningún  caso discriminatorio por el hecho de ser mujer, en un mundo tradicionalmente de hombres. Más bien todo lo contrario, indica que ha recibido muchas facilidades. En el año 2020 incluso quiso dar el paso para ser presidenta de la Junta Agropecuaria Local (Local) de su pueblo y aún hoy la preside.

Algunos meses del año no tiene más remedio que echar horas y más horas a su explotación. «Creo que el mes de octubre es el peor». Este año ha tenido que soportar las continuas subidas de los costes de los herbicidas y el gasóleo y, aunque el día a día se hace muy duro en ocasiones, tiene claro que continuará en el sector. «Es algo que me encanta». 

 

«Mi abuelo decía que con un kilo de cebada compraba dos de herbicida y mira ahora...»

Toda una vida vinculado al campo. 64 primaveras le contemplan. Santos Argüello nació en Valdenebro de los Valles y desde niño le llegaron agricultora y ganadería, ya que tantos sus abuelos como su padre se dedicaban al sector primario. Se podría decir sin temor a equivocarse que mamó el oficio desde muy pequeño. Ahora echa la vista atrás y contempla cómo ha cambiado todo, cómo se han modificado tanto las condiciones de trabajo como la retribución que consiguen.  

Empezó con unos 27 años y desde entonces no ha parado de trabajar tanto en sus propias tierras como otras parcelas arrendadas. Ahora, cuenta con 230 hectáreas de secano. La labor en muchas en las épocas de siembra, y también cuando llega el mes de julio y hay q    ue recoger la cosecha . No se desanima, a pesar de llevar toda una vida vinculado al campo y sostiene que no piensa en la jubilación de momento. «Quiero seguir al menos durante unos años. Me conviene además porque empecé a cotizar un poco más tarde», afirma. 

Entiende que el campo ha cambiado mucho y que los costes de producción 'ahogan' los beneficios que puedan alcanzar los agricultores. «Mi abuelo siempre decía que con un kilo de cebada podías comprar dos de herbicida», relata. Ahora, sin embargo, el coste del gasóleo y de los tratamientos necesarios para los cereales acaparan buena parte de los beneficios del campo. No entiende cómo ha subido tanto el coste que tiene para el agricultor el hecho de labrar su tierra, mientras que se han estancado los precios que recibe por sus productos. Eso sí, también apunta que el trabajo físico ha disminuido mucho. «Cuando yo empezaba era distinto».  

Recuerda que cuando empezó también tenía una explotación ganadera de 40 vacas de leche, ya que la ganadería se complementaba con la agricultura. El cereal que recogía ayudaba con la manutención del ganado, pero lo tuvo que dejar debido a que llegó un momento donde no eran rentables. «Ahora, la agricultura funciona sola».

Reconoce que la agricultura está cambiando y más aún con la llegada de las placas solares. «Ahora sacas más alquilando las tierras para las placas que sembrándolas».  

«Llegué a las tierras porque eran de la familia. Arrancar solo, sin ayuda, es imposible»

A pesar de su juventud, 34 años, lleva más de una década al frente de la explotación de su familia en Valdestillas. Le viene de familia y lleva el vino de Rueda en las venas. Las cepas han ocupado buena parte de su vida desde que su abuelo y su padre también trabajaran entre el terruño. El 95 por ciento de la superficie que trabaja en su pueblo está sembrada de vides para la elaboración de vinos, mientras que el resto lo dedica a cultivos de secano. 

Tiene meridianamente claro que su arranque en el campo se debe al apoyo de la familia  y que resulta imposible empezar con una explotación sin ayuda. «Es imposible», reconoce. La inversión que se debe afrontar para poner en marcha un nuevo negocio, en su caso vitivinícola, es inasumible si no existe un respaldo por parte de la familia. No solo se trata de las tierras necesarias, sino que también hay que adquirir toda la maquinaria necesaria para el desarrollo de la actividad diaria. «Es algo que los jóvenes no podemos afrontar a pesar de las ayudas que nos conceden desde las administraciones y la ayuda que recibimos desde el sindicato, que es mucha». 

Sanz apunta que las últimas campañas están siendo las más complicadas debido a las subidas que están registrando los precios de productos necesarios en cada campaña como son el gasoil y los fitosanitarios. «Cada vez están más caros los abonos y eso nos merma el margen de beneficios a los agricultores».

Asegura que las jornadas de trabajo en el campo se prolongan «durante muchas horas» porque son muchas las labores que se realizan durante los meses de primavera. La poda en verde, los tratamientos, el abono, el arado de las tierras... Todas estas labores ocupan la mayor parte del día de Alberto Sanz, en su municipio, sin descuidar los duros momentos que son necesarios también en los cultivos de secano. Pero este joven no ha querido quedarse solo en la producción de uva, sino que se ha embarcado en un proyecto todavía más grande para cerrar el círculo. Ha comenzado a elaborar en su propia bodega. Ha conseguido producir y elaborar, aunque reconoce que está siendo muy difícil por la situación del campo. «En Rueda la cosa está difícil. Los costes son muchos». 

Sobre el futuro, se muestra preocupado por lo que puedan traer los próximos años viendo el panorama actual. «Parece que se quiere que desaparezca el campo, todos los precios suben menos los nuestros», concluye.