El Museo de Escultura se blinda contra los 'ecoataques'

A. G. Mozo
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El nuevo protocolo fija medidas de prevención y reacción ante un hipotético ataque contra las obras como los que se están dando en otros países. El único museo nacional de Valladolid ha incrementado también la plantilla del equipo de vigilancia

Un grupo de personas visita el Museo Nacional de Escultura. - Foto: Ical

Alemania, Inglaterra, Italia, Países Bajos, Francia, Australia... La 'moda' de visibilizar la causa ecologista a través de ataques a emblemáticas obras de arte se va extendiendo igual que esas manchas de sopa de tomate o puré de patatas con las que los grupos activistas tratan de conseguir notoriedad y un altavoz para su lucha. Un «ecoterrorismo» (como lo definió la propia ministra francesa de Cultura tras conseguir abortar un ataque en el parisino Museo de Orsay) para el que se han blindado también centros como el vallisoletano Museo de Escultura, considerado uno de los mejores de Europa en su género y uno de los pocos 'nacionales' radicados fuera de Madrid.

El departamento de seguridad, dirigido por un inspector jefe de la Policía Nacional, ha implementado en estas últimas semanas un Plan de Intervención y Reacción, en el que se recogen una serie de medidas preventivas para evitar ataques de este tipo, y de actuación, por si se llegan a producir. También hay más personal de vigilancia y una mayor coordinación con la Sala del 091 y la Policía Nacional por si se diera un atentado contra el arte en alguna de sus salas.

«El museo cuenta con un plan de autoprotección muy completo, pero a raíz de los acontecimientos de estas últimas semanas, con esos ataques por toda Europa, se llevó a cabo un análisis de riesgos y se decidió poner también en marcha un plan de carácter específico de intervención y reacción», tal como señala el propio jefe de seguridad del Nacional de Escultura a El Día de Valladolid. «Hay más personal de vigilancia, tenemos un mayor nivel de coordinación entre los departamentos de seguridad y vigilancia y se le reclama a todo el personal una conducta mucho más proactiva», especifica este inspector jefe de la Policía Nacional. «Lo que se busca con esto es una mayor corresponsabilidad de todos los integrantes del museo, para tratar de detectar cualquier detalla, un comportamiento sospechoso y se pueda actuar en consecuencia».

La prevención es, precisamente, una de las claves de ese nuevo plan implementado para luchar contra hipotéticos ataques de esos grupos ecologistas, para lo cual se ha llevado a cabo «un refuerzo de la seguridad en todo el museo».

Pero también hay hoja de ruta si el ataque no puede evitarse y toca reaccionar: «En el supuesto de que llegase a ocurrir, hay unas medidas muy concretas de reacción entre las que están la comunicación de una manera muy determinada, la intervención... si llega a ocurrir, cada persona tiene un rol que debe cumplir», apunta el jefe de seguridad del museo.

«Siempre que nos encontramos ante una circunstancia especial, como es esto que está pasando, se adoptan medidas que van más allá de lo habitual, de nuestros sistemas de seguridad tanto de tipo material como humanos. Y sin olvidar que el tener adscrito un inspector jefe como responsable de la seguridad te permite una relación directa con la Policía Nacional para reaccionar ante cualquier eventualidad contra la seguridad que pueda suceder», apostilla este experto que admite que «la amenaza más preocupante en cualquier museo es el robo» (la novela de César Pérez Gellida La suerte del enano, versa sobre un robo en el Museo Nacional de Escultura, precisamente), si bien recuerda que «es también la más improbable». «Es más factible que se produzcan daños a las piezas, voluntaria o involuntariamente, por parte de una persona que toca algo y puede tirarlo al suelo y romperlo, por ejemplo».

Museo Patio Herreriano

El Museo Nacional de Escultura no es el único que ha retocado su seguridad tras esos 'ecoataques' de las últimas semanas, también ha dado pasos en esa misma línea el Patio Herreriano, aunque no se ha llegado a elaborar un plan de actuación de carácter específico para determinar cómo prevenir y cómo intervenir en el supuesto de ataque a sus obras: «En el Museo Patio Herreriano ya contamos con un protocolo de seguridad muy intenso porque este es un museo primer nivel», según argumenta su director, Javier Hontoria, que pone como ejemplo la labor de «vigilancia constante a través de las cámaras de seguridad de las salas» y que, tal como destaca, «se han renovado recientemente por unas digitales, ya que todavía eran analógicas». 

No se ha cambiado el protocolo habitual, por tanto, aunque sí que se ha dado «orden de intensificar la seguridad, intentando prestar una mayor atención a todo lo que está ocurriendo y con mayor severidad en los controles de acceso». Así, Hontoria detalla que, por ejemplo, «ya se venía prohibiendo el acceso con mochilas y bolsos grandes, que no están permitidos y se quedan en recepción siempre» para evitar ataques a las piezas que acoge este centro de arte contemporáneo, al que se le sumaron recientemente exposiciones de carácter temporal de la propia Fundación Municipal de Cultura, la entidad pública de la que depende.

Meses de ataques

El Nacional de Escultura y el Herreriano reaccionan como están haciéndolo ya todos los grandes centros culturales de España y el mundo, ante la oleada de ataques que tuvo su último ejemplo en la galería Mauritshuis, de La Haya (Países Bajos), donde un activista se apoyó en el cuadro 'La joven de la perla', de Vermeer, con la cabeza manchada por un producto rojo.

El anterior atentado conocido tuvo lugar en el Madame Tussauds de Londres, donde dos miembros de Just Stop Oil estamparon sendas tartas contra la figura de cera del rey Carlos III. Días antes, y en el Museo Barberini de Potsdam (localidad cercana a Berlín), fueron dos miembros de otro grupo (Letzte Generation) los que lanzaron puré de patatas a un cuadro de Claude Monet.

Uno de los atentados que gozó de mayor repercusión fue el que tuvo lugar en la National Gallery de Londres, donde dos activistas (de la organización Just Stop Oil) arrojaron sopa de tomate sobre 'Los girasoles' de Van Gogh, obra que está protegida por un cristal.

Tartas, sopa, pegamento...

El pegamento ha sido otro de los métodos utilizados por este tipo de grupos. Así lo hicieron en el Museo de Melbourne (Australia) cuando pegaron sus manos a un cuadro de Pablo Picasso mientras desplegaban en el suelo una pancarta con el texto: 'Caos climático = guerra + hambruna'. También en la Galería de los Uffizi, de Florencia, cuando se pegaron al cristal que protege 'La primavera' de Sandro Botticelli. Antes, ya el pasado mes de mayo, un visitante del parisino Museo del Louvre lanzaba una tarta sobre 'La Gioconda' de Leonardo da Vinci. Francia ha sido el primer país en conseguir neutralizar uno de esos actos de lo que ellos mismos han llamado «ecoterrorismo», fue en el Museo de Orsay, donde el grupo Just Stop Oil iba a atentar contra la obra 'Autorretrato de Saint-Remy' de Vincent Van Gogh.