Palacio de Valverde, historia y leyenda

Jesús Anta
-

Este edificio data de 1503 y luce una de las fachadas más hermosas de la ciudad

Palacio de Valverde. - Foto: Jesús Anta

Valladolid, a pesar del destrozo urbanístico de los años 70 del siglo pasado, aún puede presumir de casas palaciegas. Mejor conservadas unas, peor tratadas otras. Es el caso que entre ellas está el palacio de los marqueses de Valverde. Sito en la calle San Ignacio frente a la iglesia de San Miguel y San Julián, y haciendo esquina con la plaza de Fabio Nelli, donde se alza el impresionante palacio, hoy Museo de Valladolid, de aquel importante banquero vallisoletano.

El palacio de los Marqueses de Valverde data de 1503 y ha conocido importantes reformas en el XVIII y en el XX que han mutilado en parte su interior, pero conserva una de las fachadas más hermosas de la ciudad, compuesta en su parte inferior por una típica puerta renacentista con almohadillado al gusto de la arquitectura italiana manierista. La fachada y las columnas del patio están declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento.

Si añadimos que se halla en las proximidades del convento de la Concepción, hablamos de que nos encontramos en uno de los enclaves más interesantes de Valladolid, tanto por arquitectura como por historia. Además, no muy lejos están la Plaza del Viejo Coso, del siglo XIX, y la casa del Marqués de Castrofuerte.

Palacio de Valverde, historia y leyendaPalacio de Valverde, historia y leyendaEl marquesado de Valverde de la Sierra se remonta a 1678, cuando Carlos II concedió este título a Fernando de Tovar y Enríquez de Castilla Cañas y Silva, a la sazón entre otros títulos, caballero de la Orden de Calatrava y señor de la Tierra de la Reina, que es donde está enclavado Valverde de la Sierra: un bonito pueblecito a los pies del pico Espiguete, toda una referencia de la Montaña Palentina. Desde principios del siglo XXI el título lo ostenta Irene Vázquez, residente en Cataluña y profesora de Formación Profesional. En realidad, los marqueses apenas vivieron en Valladolid, pues en el siglo XVIII pasaron de residir en León a residir en Madrid.

La fachada tiene grabada la fecha de 1763, probablemente debida a obras o por haber sido reconstruida en dicho año en algunas de sus partes. En este palacio, desde 1743 residieron unos años los Agustinos Filipinos antes de que terminaran de construir su convento del paseo de Filipinos. En 1854 fue sede del Liceo de Literatura y Artes, y a finales del siglo XIX fue residencia de los Carmelitas Descalzos del cercano convento de San Benito, hasta que, finalmente el palacio pasó a transformarse en un edificio de bajos comerciales y viviendas de alquiler.

Los marqueses de Valverde, entre otras rentas obtenidas por sus propiedades en España, tales como casas, riberas y molinos –en el XIX aún arrendaban tierras en el barrio de La Overuela-, también disponían de unos ingresos extra con el comercio de la nieve. Tenían un contrato con el municipio de Valladolid (estamos hablando del entorno del siglo  XVIII) por el cual, cuando en los pozos de nieve de la ciudad comenzaba a escasear el hielo que en invierno se había recogido en las charcas de la Esgueva y otros lugares, los marqueses, previo aviso del Ayuntamiento, mandaban que los arrieros de Valverde de la Sierra, trajeran hielo  de los neveros perpetuos del pico Espigüete, que se alza sobre el pueblo.

Y decíamos que la Casa cuenta con una leyenda relacionada con las infidelidades de la marquesa, que tiene su plasmación en las dos figuras (hombre y mujer) que flanquean la ventana principal del palacio que da a la calle San Ignacio.  Al parecer, la marquesa  fue infiel a su esposo con uno de los criados de la casa. Se trataba, como no podía ser de otra forma, de un joven atractivo. Se cruzaban besos  al principio y pronto comenzaron los encuentros furtivos. Según versiones de la leyenda comenzaron a planificar su huida. Pero en esas estaban cuando fueron descubiertos por el marqués, que denunció la infidelidad de su esposa que, a la sazón, por aquellas épocas (no tan lejanas) era delito. Aquello abrió un proceso penal que terminó en la condena de marquesa y criado. Y para rematar la historia, el marqués mandó labrar en la fachada las imágenes de su infiel esposa y su desleal criado, para que sirviera de escarnio público de ambos. Esta leyenda fue recogida por Ramón de Campoamor en su obra Drama universal.

El Liceo

El edificio albergó en su día el domicilio social del Liceo Artístico y Literario de Valladolid, fundado en 1842. Fue una importante institución creada en el Valladolid de la época en la que una nueva sociedad burguesa organizaba asociaciones elitistas que dieran satisfacción a los nuevos gustos artísticos y de ocio. Su objeto era promover la enseñanza y el cultivo de las ciencias, la literatura y las bellas artes proporcionando a su vez útiles y decorosas diversiones. Para hacernos una idea de la importancia de aquel Liceo, baste decir que uno de sus fundadores fue Mariano Miguel de Reynoso, un personaje que lo fue todo en el ámbito de la cultura y la política vallisoletana y aún nacional, pues fue ministro de Fomento. Como indica el historiador Jorge Luengo, en el Liceo había prensa, una selecta biblioteca y un clima que propiciaba la satisfacción de saberse miembro de la élite cultural y económica de la ciudad. Aunque estaba expresamente ajeno a la política, ahí estaban los más destacados próceres de las instituciones políticas vallisoletanas. Entró en unos años de declive, pues en 1869, veintisiete años después de su fundación, un grupo de amantes entusiastas de las bellas artes iniciaron la recuperación del Liceo. La imagen está obtenida en "Info Valladolid".