60 granjas de pollos en la provincia con el agua al cuello

R.G.R
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Las explotaciones avícolas han triplicado los costes de luz y combustible en el último año. Manifiestan que no soportarán mucho tiempo si no se modifican los contratos con empresas

050422JT_0192.JPG - Foto: Jonathan Tajes

La provincia vallisoletana es puntera en el país en la crianza de pollos. Unas 60 granjas comercializan casi 10 millones de animales al año. Un sector pujante durante los últimos años que está pasando un profundo bache debido al aumento disparado de los costes energéticos. Las elevadas facturas de luz y calefacción y la congelación de los precios del pollo a los productores están haciendo que la situación de los ganaderos sea crítica. 

La producción avícola de carne requiere un consumo de energía muy elevado (luz, gas, gasóleo o biomasa) para mantener una atmósfera favorable de temperatura, humedad y luz las 24 horas y el aumento de precios está llevando a las explotaciones. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha denunciado la crítica situación por la que atraviesan los ganaderos avícolas ante el brutal incremento de los costes de producción, disparados por el vertiginoso aumento de los precios de gasóleo (+40-60%), energía ( luz y gas +150%), plásticos (+50%), agua (+30%), fertilizantes (+100%), y piensos (+25%) durante los últimos meses, lo que está provocando que muchos de los 60 ganaderos de este sector existentes en la provincia estén abocados al cierre. 

Prácticamente, la totalidad de las granjas vallisoletanas trabajan a través de integradoras. Es decir, mediante empresas que se dedican al suministro de los animales al nacer, así como el pienso para su engorde. Las entradas de pollos en las explotaciones se hacen unas cinco o seis veces al año dependiendo de  la raza y la alimentación. En cada unas de las 'puestas' las granjas acaparan en torno a 1,6 millones de pollitos. El proceso de engorde de los animales oscila entre los 40 y los 45 días. Una vez que alcanzan el peso exigido se venden a mataderos, fundamentalmente de la provincia, que a su vez comercializan dentro del mercado nacional. No son los productores los que compran los animales, ni tampoco el pienso para alimentarlos durante su estancia en las granjas, sino que son las denominadas 'integradoras' las encargadas del suministro de pollos y alimentos. A cambio tienen fijados unos contratos con precios concretos, que no han aumentado a pesar del incremento del precio del pollo en el mercado. La demanda de los productores se basa en la modificación de este tipo de contratos. 

Muchos productores de la provincia se han unido a la plataforma Defiende tu Avicultura, con el objetivo de conseguir una mejora de precios. «Los márgenes se han estrechado tanto que han desaparecido, y los que más sufren la situación son los jóvenes recién incorporados, que aún están pagando las naves», recalca Fernando Esteban, ganadero de Cogeces del Monte. La Ley de Cadena Alimentaria obliga a pagar unos precios por encima de costes a los ganaderos, dado que la situación de los productores avícolas «es crítica ante el brutal incremento de los costes de producción». El objetivo es llegar al menos a conseguir un beneficio neto de medio euro por cada uno de los animales. ?

gripe aviar. Además, una treintena de explotaciones de la zona de Íscar se han visto afectadas por la aparición de un fuerte brote de gripe aviar en la zona de Íscar, con dos explotaciones afectadas directamente. El resto han podido meter esta semana animales, ya que han estado más de un mes 'bloqueadas' en la entrada de pollos para evitar cualquier posibilidad de rebrote en la zona. Así, durante casi 40 días no han podido criar animales, aunque ahora ya ha vuelto todo a la normalidad. 

 

«He pasado de pagar 35.000 euros a 110.000 por calefacción y luz»

 

Desesperado. Así está  Fernando Esteban con su explotación en pollos de Cogeces del Monte. Tres naves de 28.000, 20.000 y 26.000 animales. Las cuentas no cuadran y eso teniendo en cuenta que, en su caso, la explotación la inició su padre hace décadas. «No me quiero imaginar cómo están las personas que tienen una parte importante por amortizar aún». Su granja se calienta a base de gas natural y biomasa y la luz es constante para el bienestar de los animales.   

«He pasado de pagar 35.000 euros a 110.000 por calefacción y luz». Este es el descuadre anual al que se enfrenta Esteban. Un aumento de los costes que le desestabiliza el rendimiento económico. «La verdad es que no sé cuánto tiempo aguantaré si la situación no cambia en un futuro próximo». 

Esteban reivindica un acuerdo con las empresa intermediarias para que los productores puedan tener unos precios juntos por sus animales. «Es la única solución. Las ayudas están bien, pero no representan un alivio para el sector a largo plazo». Compagina su labor como ganadero con la agricultura de secano que se produce en Cogeces del Monte, lo que ayuda para solventar la situación. «Al menos, junto con mi padre, tenemos los ingresos de la agricultura». 

Engorda casi 450.000 pollos cada año en su granja. Su nave está completamente informatizada y se controla desde el ordenador. «Siempre ha sido un buen trabajo», reconoce. Pero desde hace medio año la situación «se ha ido complicando» poco a poco y ahora mismo «no es rentable mantener abiertas las explotaciones». 

 

«Hice una inversión de 400.000 euros y veo el futuro muy negro»

 

Fue hace solo un año cuando Héctor Arroyo vio cómo los pollos entraban por primera vez en la nave que había levantado como criadero. Ni más ni menos que 400.000 euros de inversión. Tan solo un año más tarde, este joven de 31 no ve nada claro su futuro. La subida de los costes de producción y la paralización de los precios en venta hacen que las cuentas no cuadren. «Cuando empecé pagaba el kilo de gas propano a 80 céntimos, mientras que ahora paga 1,10, a lo que suma el IVA y el Impuesto Especial de Hidrocarburos». Una situación que no es sostenible en el tiempo. 

Su nave tiene unos 36.000 pollos con una seis camadas al año. La abrió con la intención de diversificar su explotación agrícola y sin pensar «en ningún momento» que  los costes energéticos iban a subir de este manera. «Ahora en mayo me revisan la luz y el aumento va a ser del 400 por ciento». A esto hay que sumar el pago de la hipoteca de la propia explotación. Reconoce que el futuro más inmediato se presenta «muy negro» y no sabe cuánto tiempo será capaz de soportar. «Esto es insostenible con el nivel de gastos que tenemos. No puedo pagar 3.000 euros de luz todos los meses».

Forma parte de la plataforma de productores afectados y no entiende cómo la subida del precio del pollo en los comercios no está repercutiendo en el avicultor. «Si la situación de costes no cambia yo creo que al final habrá desabastecimiento en el mercado porque muchos de nosotros no tendremos más remedio que cerrar las puertas y dejar las explotaciones porque estamos perdiendo dinero todos los días».